He tratado de incorporar sólo unos pocos referentes que por su testimonio y mensaje pienso que pueden enriquecer nuestras vidas al tiempo que alumbrar el siglo.
Estos son mis santas y santos favoritos. Ojala te sean de utilidad.
Enero
9 de Enero. San Eulogio.
14 de Enero. San Juan de Ribera
22 de Enero. San Vicente
Febrero
5 de Febrero. San Felipe de Jesús
6 de Febrero. San Mateo Correa
12 de Febrero. Mártires de Abitinia
Marzo
Viernes de Dolores: La Virgen de la Caridad.
7 de Marzo. Santas Perpetua y Felicidad
10 de Marzo. Mártires de Sebaste
30 de Marzo. San Julio Álvarez
Abril
1 de Abril. San Anacleto González Flores y compañeros
26 de Abril San Isidoro.
28 de Abril. Santa Gianna Beretta
Mayo
2º Domingo de Mayo. La Virgen de los Desamparados
2º Domingo de Mayo. Señora de los Santos Inocentes Mártires y Desamparados
12 de Mayo San Pancracio y San David Uribe
Junio
1 de Junio. San Justino
1 de Junio. Martirio de San Justino y de sus compañeros.
3 de Junio San Carlos Lwanga
22 de Junio Santo Tomás Moro.
26 de Junio San Pelayo.
26 de Junio San Josemaría.
Julio
6 de Julio. Santa María Goretti
21 de Julio. Santos Ana y Andrés Wang
24 de Julio. Beatos Ángeles San José y compañeros
25 de julio. Santiago, Apóstol de la Iglesia.
Agosto
7 de Agosto. San Miguel de la Mora
9 de Agosto. Santa Edith Stein
14 de Agosto, San Maximiliano Kolbe.
Septiembre
22 de Septiembre. San Mauricio
25 de Septiembre. Santo niño de la Guardia
28 de Septiembre. San Lorenzo Ruiz y compañeros
Octubre
1 de Octubre. Santos mártires chinos
9 de Octubre. Santos mártires de Turón
9 de Octubre. San Luis Bertrán.
19 de Octubre. San Juan Brebeuff y compañeros
25 de Octubre. Beatas mártires de Algemesí
Último jueves de Octubre. Fiesta del Santo Cáliz.
Noviembre
6 de Noviembre. Mártires de la guerra civil.
12 de Noviembre. San Margarito Flores
13 Noviembre San Leandro.
24 Noviembre. Mártires de Vietnam
Diciembre
6 de Diciembre: San Pedro Pascual
8 de Diciembre La Inmaculada y Valencia.
8 de Diciembre. La Inmaculada y Valencia bis.
8 de Diciembre. Defensa de la Inmaculada en la Universidad desde su inicio.
9 de Diciembre. San Juan Diego
29 de Diciembre Santo arzobispo de Canterbury Tomás Becket.
30 de Diciembre. Traslación del cuerpo de Santiago
9 de enero. San Eulogio
San Eulogio sufrió martirio en la Córdoba musulmana el año 859. Es el gran Doctor de la Iglesia mozárabe española. Su vida y martirio ha llegado a nuestros días gracias al testimonio escrito de sus contemporáneos.
Recibió educación cristiana en su familia que no apostató ante el empuje islámico y luego fue confiado al piadoso abad Esperaindeo, del monasterio de Santa Clara, cerca de Córdoba. A los 25 años, Eulogio es ya un destacado sacerdote de la iglesia de San Zoilo de la ciudad andaluza capital del estado musulmán español.
Peregrina por España y se dedica a una tarea muy importante: recoger en Leyre, Siresa y otros monasterios de Navarra y Aragón preciosos manuscritos de la antigüedad, que se llevó de vuelta a Córdoba y sirven para conservar la tradición cristiana. Decide libremente vivir entre musulmanes para predicar la fe, sostener a los cristianos y restaurar la cultura latina.
A fines del reinado de Abd al-Rahman II la intolerancia del estado contra la religión se hizo más violenta, y en los primeros meses del año 850 empezaron los martirios y las decapitaciones. Los cristianos protestaron presentándose ante el cadí para declarar su libertad de religión pero fueron presos y torturados. El estado no podía permitir el poder de la Iglesia.
El sultán, no sabiendo qué medida tomar contra aquellos hombres más insignes que perseveraban en el mandamiento de predicar la palabra de Dios, acudió al arzobispo de Sevilla, Recafredo, y le dio orden de que anatematizase a los cristianos que se atrevían a hacer públicas su fe y su misión. Pareció al principio que esta medida iba a detener la predicación de la palabra del Dios verdadero, pero hubo un grupo numeroso que rechazaba todo pacto del estado con los jerarcas débiles en la fe. Al frente de este grupo estaba el maestro de San Zoilo que, lejos de someterse a las imposiciones del vacilante y corrupto metropolitano, empezó a escribir un libro titulado Memorial de los mártires. Un día de otoño de 851 se presentó en su casa el brazo armado del poder y lo llevaron a la cárcel.
Aquel encierro le permite convivir con los otros prisioneros, instruirles y alentarles. Escribe el Documento martirial, destinado a sostener el ánimo de dos vírgenes cristianas llamadas Flora y María, que también padecían prisión.
Recobra la libertad a los pocos meses. La persecución arrecia cuando el emir Muhammad sucede a su padre Abd al-Rahman. Muchas iglesias fueron destruidas y varias comunidades disueltas. El catálogo de los mártires aumentaba cada día y Eulogio incrementaba al mismo tiempo las páginas de su Memorial. Responde a los detractores de los héroes sacrificados con una obra, intitulada el Apologético. Diez años duró aquella lucha épica de la paciencia y la razón contra el estado musulmán y los malos cristianos.
Su renombre era tal que cuando en el 858 murió el arzobispo de Toledo, el clero y los fieles de la sede primada de España eligieron para sucederle al docto sacerdote de San Zoilo. Pero era necesaria la aprobación del emir, que le impidió salir de Córdoba.
Había en Córdoba una joven llamada Lucrecia, a quien la ley estatal condenaba a ser musulmana por ser hija de un padre musulmán. Sin embargo, ella creía en Cristo, lo cual le acarreaba continuas amenazas y peligros. Huyendo se refugió en la casa de Eulogio, el cual la recibió sin temor a las leyes que la condenaban a ella a perder la vida por su apostasía, y a él al tormento por el crimen de proselitismo.
La fuerza del estado mandó que los dos fueron detenidos y conducidos a prisión. Allí Eulogio llegó a proponer al juez que le juzgaba que le enseñaría el camino del cielo demostrándole que Cristo es el único camino de salvación. Irritado por estas palabras, ordenó el cadí que preparasen los azotes. "Será mejor que me condenes a muerte. Soy adorador de Cristo, hijo de Dios e hijo de María, y para mí vuestro profeta es un impostor", dijo el sacerdote.
Al proferir estas palabras Eulogio no era ya solamente un proselitista sino también un blasfemo, incurso en pena de muerte. No obstante, el juez no se atrevió a cargar con una responsabilidad como aquella. El primado electo de Toledo, el sacerdote más respetado por los cordobeses debía ser juzgado por el consejo del emir. Se le llevó al alcázar y allí se improvisó un tribunal formado por los más altos personajes del gobierno.
Uno de los visires, íntimo de Eulogio, compadecido de él, le habló de esta manera: "Comprendo que los plebeyos y los idiotas vayan a entregar inútilmente su cabeza al verdugo; pero tú, que eres respetado por todo el mundo a causa de tu virtud y tu sabiduría, ¿es posible que cometas ese disparate? Escúchame, te lo ruego; cede un solo momento a la necesidad irremediable, pronuncia una sola palabra de retractación, y después piensa lo que más te convenga; te prometemos no volver a molestarte". Su respuesta fue firme: "Ni puedo ni quiero hacer lo que me propones. ¡Oh, si supieses lo que nos espera a los adoradores de Cristo! ¡Si yo pudiese trasladar a tu pecho lo que siento en el mío! Entonces no me hablarías como me hablas y te apresurarías a dejar alegremente esos honores mundanos". Y dirigiéndose a los miembros del consejo, añadió: "Oh príncipes, despreciad los placeres de una vida impía; creed en Cristo, verdadero rey del cielo y de la tierra".
El 11 de marzo del año 859, a punto de cumplir los 60 años, fue decapitado. Lucrecia le seguía pocos días después. Sus sagrados restos fueron sepultados en la iglesia de San Zoilo. En el año 883 fueron trasladados de Córdoba a Oviedo por petición expresa a la autoridad musulmana de Alfonso II El Casto. Su urna se conserva todavía en la Cámara Santa de esta ciudad. Un testimonio de vida cristiana militante forjada en defensa de la libertad de religión y contra la ambición monopolista del poder constituido. LAUS DEO
14 de Enero. San Juan de Ribera, obispo († 1611)
Valencia es la ciudad eucarística por excelencia. Esta excelencia se edifica sobre 5 pilares: el santo cáliz de la cena, los milagros de Llutxent y Silla, el milagro dels Peixets, el corpus de Valencia y San Juan de Ribera.
San Juan nace en Sevilla, hijo natural de un noble, estudia en la Universidad de Salamanca y el papa Pío IV lo nombra obispo de Badajoz cuando aún no había cumplido treinta años. Da comienzo a su andadura como prelado enviando seis predicadores con San Juan de Ávila para preparar las almas a la reforma que se postula desde Trento. Por su parte, no se queda quieto: predica con entusiasmo, se pone como un confesor más en el confesonario, visita y atiende con los sacramentos a los enfermos y, a veces, le toca dormir sobre sacos de sarmientos. Y hasta vende la vajilla de plata para remediar a los pobres. Escribe normas para la reforma de la vida de los obispos, primeras en España en su género.
Ahora es Valencia la que disfrutará de su gobierno. Va haciendo acopio de libros como intelectual sin remedio. La Misa le dura con frecuencia dos horas... y con lágrimas, después de despedir al acólito para estar a gusto con el Señor después de la consagración y entrar en diálogo íntimo, personal e intenso. Suenan las disciplinas y guarda los cilicios en lugar recóndito que siempre descubre su perspicaz asistente.
La meta marcada en su trabajo es poner en marcha la reforma de Trento. Celebró siete sínodos. Las continuas visitas pastorales son el quicio de su pastoral junto con la atención a su clero al que adoctrina, anima, corrige o amonesta, siempre dándole ejemplo. Burjasot le ha visto en su plaza explicando el catecismo a los niños. En su propio palacio monta un colegio internado: allí se forman bien los alumnos, se educan, pasan a la universidad, ayudan en los pontificales; aquello se parece por la piedad y los buenos modos a un seminario y, de hecho, salen de la institución cardenales, arzobispos y altos eclesiásticos. El Colegio y Seminario del Corpus Christi es una obra única en la cristiandad que todavía funciona con las reglas dictadas por el santo en salvaguarda y adoración del culto eucarístico. Aquí falleció el 6 de Enero de 1611 y aquí reposan sus restos. En Valencia se festeja el día 14 y en Badajoz el 19, ambos en Enero.
22 Enero SAN VICENTE Diácono y mártir (+304).
Vicente, el Victorioso, es uno de los tres grandes diáconos que dieron su vida por Cristo. Junto con Lorenzo y Esteban. Celebérrimo en toda la Cristiandad, encontró su panegirista en San Agustín, San León Magno y San Ambrosio. Y tuvo su cantor en su compatriota Prudencio, que dedicó el himno V de su Peristephanon al "levita de la tribu sagrada, insigne columna del templo místico".
Vicente descendía de una familia consular de Huesca, y su madre, según algunos, era hermana del mártir San Lorenzo.
Estamos a principios del siglo IV, en la décima y más cruel persecución contra la Iglesia, decretada por Diocleciano y aplicada en España por Daciano.
Al pasar éste por Barcelona, sacrifica a San Cucufate y a la niña Santa Eulalia. Cuando llega a Zaragoza, manda detener al obispo y a su diácono, Valero y Vicente, y trasladarlos a Valencia. Allí se celebró el primer interrogatorio. Vicente responde por los dos, intrépido y con palabra ardiente. Daciano se irrita, manda al destierro a Valero, y Vicente es sometido a la tortura del potro. Su cuerpo es desgarrado con uñas metálicas. Mientras lo torturaban, el juez intimaba al mártir a la abjuración. Vicente rechazaba indignado tales ofrecimientos. El poeta de "Las Coronas" pone en boca del mártir palabras de sublime estoicismo cristiano: "Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay alguien dentro de mí que nadie puede violar: un ser libre, sereno. Tú intentas destruir un vaso de arcilla, destinado a romperse, pero en vano te esforzarás por tocar lo que está dentro, que sólo está sujeto a Dios".
Daciano, desconcertado y humillado ante aquella actitud, le ofrece el perdón si le entrega los libros sagrados. Pero la valentía del mártir es inexpugnable. Exasperado de nuevo el Prefecto, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente. Nada puede quebrantar la fortaleza del mártir que, recordando a su paisano San Lorenzo, sufre el tormento sin quejarse y bromeando entre las llamas. Lo arrojan entonces a un calabozo siniestro, oscuro y fétido "un lugar más negro que las mismas tinieblas", dice Prudencio. Luego presenta el poeta un coro de ángeles que vienen a consolar al mártir. Ahí muere en el 304. Ordena Daciano mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar. Pero más piadosas las olas, lo devuelven a tierra para proclamar ante el mundo el triunfo de Vicente el Invicto. Su culto se extendió mucho por toda la cristiandad siendo la basílica Vicentina de Valencia la más grande de la cristiandad. A pesar de la destrucción del vestigio cristiano llevado a cabo por los musulmanes, los mozárabes pudieron conservar la memoria del santo mártir en los 7 lugares vicentinos que se visitan el día de su fiesta en Valencia todos los años.
San Vicente es patrón de Portugal, de la ciudad de Valencia (España) y de la ciudad de Vicenza (Italia).
5 de Febrero
SAN FELIPE DE JESUS 1572-1597
Protomártir mexicano, entrega su vida por Cristo en el Japón
a los 24 años de edad.
Su nombre de pila fue Felipe de las Casas. Nació en la ciudad de
México, en mayo del año 1572 de padres, inmigrantes españoles.
Ejerció de platero y a los 18 años, su padre, lo envió
a las Islas Filipinas a probar fortuna. Allí se estableció
en la ciudad de Manila. Al principio estaba deslumbrado por la vida mundana,
pero pronto sintió la llamada del Señor: Felipe entró
con los franciscanos de Manila. Fue a ordenarse sacerdote a México
pero una gran tempestad desvió el barco hasta que naufragó
en las costas del Japón. Felipe interpretó su naufragio como
una dicha. Podría entregarse más a Cristo por la conversión
del Japón.
San Francisco Javier había misionado en el Japón dejando a su partida 2000 cristianos. La Iglesia siguió floreciendo y en 1579 había 150000 cristianos. En la isla de Kyushu, sólo en dos años, se bautizaron 70.000 japoneses. En noviembre del 1596 embarrancó en Urando el galeón San Felipe con Felipe y los otros franciscanos a bordo. El gobernador del lugar, conociendo las riquezas del navío, dio orden de expropiación, y el emperador, para encubrir el robo, promulgó de nuevo en Osaka y Meako el edicto de 1587, alegando que los frailes hacían un proselitismo ilegal y que preparaban una invasión militar. La orden, posteriormente, quedó restringida a «sólo los que han llegado de Filipinas y a sus acompañantes». Quedaban, pues, condenados a la ejecución 5 franciscanos de Meako con 15 japoneses bautizados, y 1 franciscano con 2 japoneses cristianos de Osaka. A ellos se añadieron voluntariamente Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai, tres japoneses que estaban con los jesuitas de Osaka y que quisieron ser recibidos in extremis en la Compañía. Veintiséis en total.
El 3 de enero de 1597, en Meako, se les cortó a los reos cristianos la mitad de la oreja izquierda y, de tres en tres, fueron llevados por la ciudad en carretas, precedidas por el edicto mortal. Queriendo el emperador infundir en sus súbditos horror al cristianismo, dispuso que fueran llevados por Hirosima y Yamaguchi, hacia el este, hasta Nagasaki, en la isla Kyushu, donde era muy grande la presencia de cristianos. Allí, en una colina que domina sobre la ciudad y la bahía, fueron dispuestos los mártires ante las cruces que les habían preparado. «¡Qué abrazado estaba con su cruz fray Felipe!», contaba un testigo...
26 mártires fueron crucificados. Entre ellos habían franciscanos y jesuitas como también laicos. Fray Martín de la Ascensión cantaba el Benedictus a voz en grito. Luis Ibaraki, de doce años, el más pequeño, repite una y otra vez: «Paraíso, paraíso, Jesús, María». Antonio, de trece años, «que estaba al lado de Luis, fijos los ojos en el cielo, y después de invocar los nombres de Jesús y María, entonó el salmo Alabad, siervos del Señor, que había aprendido en la catequesis de Nagasaki, pues en ella se les hace aprender a los niños ciertos salmos». Fray Felipe de Jesús no podía decir nada pues el sedile de su cruz quedaba muy bajo, y estaba casi colgando de la argolla que le sujetaba el cuello. Apenas logró gritar tres veces el nombre de Jesús, haciendo verdadero su santo nombre: Felipe de Jesús. Viéndole acabado, lo mataron al modo acostumbrado: dos lanzas atravesaron sus costados, y cruzándose en el pecho, salieron por sus hombros. Así murieron todos, Felipe el primero. Era el 5 de febrero de 1597.
Según relata una leyenda, ese mismo día la higuera seca de
su hogar tomó vida y dio fruto. Felipe había llegado a la
santidad mas heroica.
En la colina de los mártires de Nagasaki, la iglesia que corona el
conjunto de construcciones está dedicada a San Felipe de Jesús.
Es patrono de la ciudad de México y de su Arzobispado.
6 de Febrero. MATEO CORREA MAGALLANES
Nació en Tepechitlán, Zacatecas, el 23 de julio de 1866. Párroco de Valparaíso. El Padre Mateo cumplió fielmente las obligaciones de su sacerdocio: evangelizar y servir a los más pobres, obedecer a su obispo, unirse a Cristo Sacerdote y Víctima, especialmente al convertirse en mártir a causa del sello sacramental. Fue perseguido continuamente y hecho prisionero varias veces, la última vez fue cuando iba a auxiliar a una persona enferma. Lo detuvieron algunos días en Fresnillo, y fue llevado después a Durango. Allí le pidió el general que confesara a unos presos y después le exigió que le revelara lo que había sabido en confesión, o de lo contrario le mataría. El señor Cura Correa respondió con dignidad: «Puede usted hacerlo, pero no ignore que un sacerdote debe guardar el secreto de la confesión. Estoy dispuesto a morir». Fue fusilado en el campo, a las afueras de la ciudad de Durango, el 6 de febrero de 1927 y así inició su verdadera vida aquel párroco abnegado y bondadoso. Un ejemplo para confesores y un motivador para aquellos a los que les cuesta sentarse en el confesonario.
12 de Febrero. Mártires de Abitinia
Eran 38 hombres y 18 mujeres de Abitinia en el norte de África cerca de Cartago. Pagaron su fidelidad a la celebración dominical y a la Eucaristía con el martirio el 12 de febrero del año 304.
El testimonio nos ha llegado a través de la hermosa expresión de Emérito en cuya casa se había celebrado la Misa. Al preguntarle por qué no lo había impedido contestó : “sine dominico non possumus” = “no podemos vivir sin celebrar el día del Señor”. (cf. Ruiz Bueno, Actas de los mártires, BAC, Madrid 1968, pp. 981-984).
7 de Marzo. SANTAS PERPETUA Y FELICITAS
En el siglo IV se leían las actas de estas santas en las iglesias de África. El pueblo les profesaba una estima tan grande que San Agustín se vio obligado a publicar una protesta para evitar que se las considerara en plano de igualdad con la Sagrada Escritura.
Durante la persecución del emperador Severo, fueron arrestados en Cartago cinco catecúmenos el año 205. Eran estos Vibia
Perpetua (tenía 22 años de edad, era madre de un pequeñín y tenía buena
posición), Felícitas (su compañera en esclavitud, que estaba embarazada desde hacía varios meses), Saturnino, Secúndulo y
Revocato . A estos cinco se unió Sáturo quien les había instruido en la fe y se negó a abandonarles.
Perpetua escribió las actas: "Yo estaba todavía con mis compañeros. Mi padre, que me quería mucho, trataba de darme razones para debilitar mi fe y apartarme de mi propósito. Yo le respondí: "Padre, ¿no ves ese cántaro o jarro, o como quieras llamarlo?... ¿Acaso puede llamarlo con un nombre que no le designe por lo que es?" "No", replicó él. "Pues tampoco yo puedo llamarme por un nombre que no signifique lo que soy: cristiana". Al oír la palabra "cristiana", mi padre se lanzó sobre mí y trató de arrancarme los ojos, pero sólo me golpeó un poco, pues mis compañeros le detuvieron... Yo di gracias a Dios por el descanso de no ver a mi padre durante algún tiempo... En esos días recibí el bautismo y el Espíritu me movió a no pedir más que la gracia de soportar el martirio. Al poco tiempo, nos trasladaron a una prisión donde yo tuve mucho miedo, pues nunca había vivido en tal oscuridad. ¡Que horrible día! El calor era insoportable, pues la prisión estaba llena. Los soldados nos trataban brutalmente. Para colmo de males, yo tenía ya dolores de vientre..."
Más tarde, Perpetua tuvo un sueño que le ayudó a prepararse para el martirio. Su padre regresó para implorarle que renunciara a su fe para evitar el martirio. Le decía de rodillas y besando sus manos: "... Piensa en tu madre y en la hermana de tu madre; piensa sobre todo en tu hijo, que no podrá sobrevivirte. Depón tu orgullo y no nos arruines, pues jamás podremos volver a hablar como hombres libres, si te sucede algo". Ella le respondió: "Las cosas sucederán como Dios disponga, pues estamos en Sus manos y no en las nuestras"
Condujeron a los reos a la plaza del mercado para juzgarlos ante una multitud. Narra Perpetua: "Todos los que fueron juzgados antes de mí confesaron la fe. Cuando me llegó el turno, mi padre se aproximó con mi hijo en brazos y, haciéndome bajar de la plataforma, me suplicó:
´Apiádate de tu hijo´. El presidente Hilariano se unió a los ruegos de mi padre, diciéndome: ´Apiádate de las canas de tu padre y de la tierna infancia de tu hijo. Ofrece sacrificios por la prosperidad de los emperadores´. Yo respondí: ¡No! ´¿Eres cristiana?´, me preguntó Hilariano. Yo contesté: "Sí, soy cristiana.´ Como mi padre persistiese en apartarme de mi resolución, Hilariano mandó que le echasen fuera y los soldados le golpearon con un bastón. Eso me dolió como si me hubiesen golpeado a mí, pues era horrible ver que maltrataban a mi padre anciano.
Entonces el juez nos condenó a todos a las fieras y volvimos llenos de gozo a la prisión. Como mi hijo estaba acostumbrado al pecho, rogué a Pomponio que le trajese a la prisión, pero mi padre se negó a dejarle venir. Pero Dios dispuso las cosas de suerte que mi hijo no extrañó el pecho y a mi no me hizo sufrir la leche de mis pechos."
Felícitas tenía miedo de que se la privase del martirio, porque generalmente no se condenaba a la pena capital a las mujeres embarazadas. Todos los mártires oraron por ella y así dio a luz a una hija en la prisión; uno de los cristianos adoptó a la niña.
Según las actas: "El día del martirio los prisioneros salieron de la cárcel como si fuesen al cielo... La multitud, furiosa al ver la valentía de los mártires, pidió a gritos que les azotaran; así pues, cada uno de ellos recibió un latigazo al pasar frente a los gladiadores.
"Perpetua y Felícitas fueron arrojadas a una vaca salvaje. La fiera atacó primero a Perpetua, quien cayó de espaldas; pero la mártir se sentó inmediatamente, se cubrió con su túnica desgarrada y se arregló un poco los cabellos para que la multitud no creyese que tenía miedo. Después fue a reunirse con Felícitas que yacía también por tierra. Juntas esperaron el siguiente ataque de la fiera; pero la multitud gritó que con eso bastaba; los guardias las hicieron salir por la Puerta Sanavivaria, que era por donde salían los gladiadores victoriosos. Al pasar por ahí, Perpetua volvió en sí de una especie de éxtasis y preguntó si pronto iba a enfrentarse con las fieras. Cuando le dijeron lo que había sucedido, la santa no podía creerlo, hasta que vio sobre su cuerpo y sus vestidos las señales de la lucha.
Entonces llamó a su hermano y al catecúmeno Rústico y les dijo: ´Permaneced firmes en la fe y guardad la caridad entre vosotros; no dejéis que los sufrimientos se conviertan en piedra de escándalo´. Entre tanto la muchedumbre pidió que las mártires compareciesen nuevamente; así se hizo, con gran gozo para las dos santas. Después de haberse dado el beso de la paz, Felícitas fue decapitada por los gladiadores. El verdugo de Perpetua, que estaba muy nervioso, erró en el primero golpe, arrancando un grito a la mártir; ella misma tendió el cuello para el segundo golpe y entregó su alma a Dios. Estas santas han enamorado de Cristo a millones de creyentes a lo largo de los siglos. Feliz el que sea digno de su ejemplo de entrega sin límites al amor.
10 de Marzo. Mártires de Sebaste
Soldados romanos de la XII Legión Fulminata Era una fría noche en el campamento de Sebaste. Cuarenta jóvenes de unos veinte años, pertenecientes a la legión XII, conocida como Fulminata. Tras haber sido fieles a su religión, fueron condenados por el emperador Licinio a morir por congelación. A pesar de esto, estos cuarenta soldados afirmaron que ningún tormento les apartaría de su religión fe en Cristo.
Año 320. Ciudad de Sebaste (en Armenia, Asia Menor). El entonces emperador Licinio mandó publicar un decreto en el que se recogía que todo aquel que no renegara de su religión y pasara a adorar a los ídolos de la ciudad, sería condenado a muerte. En ese momento, cuarenta soldados de la XII Legión Fulminata se manifestaron delante del gobernador, declarando que ellos no estaban dispuestos a abandonar su religión.
El gobernador no podía creer lo que estaba escuchando. Les explicó sus intenciones. Si no renegaban sufrirían insoportables tormentos, en cambio, si pasaban a adorar a los ídolos, recibirían grandes premios. Esto no hizo cambiar de opinión a los valientes soldados, que aceptaron con gran coraje el cumplimiento de cualquier tipo de castigo al que el gobernador les sometiese.
Los cuarenta valientes fueron llevados a un oscuro calabozo, donde también
fueron torturados. Nada de esto les hizo cambiar de parecer. La prisión
se prolongó mucho tiempo, probablemente porque se aguardaban órdenes
de comandantes superiores o incluso -dada la gravedad del caso- del mismo
Licinio. Durante esta espera los presos, previendo su fin, escribieron su
'testamento' colectivo por mano de uno de ellos, Melecio.
En este insigne documento, profundamente cristiano, los que iban a morir
exhortan a parientes y amigos a desatender los bienes caducos de la tierra
para preferir los bienes espirituales; saludan después a las personas
que les son más queridas. El documento trae, como de costumbre, los
nombres de los cuarenta mártires, y de ahí los nombres fueron
copiados después en otros documentos, con pequeñas divergencias
de grafía.
Una vez llegada la sentencia, los cuarenta fueron condenados a morir de aterimiento: debían estar expuestos desnudos por la noche, en pleno invierno, sobre un estanque helado, y ahí aguardar su fin. El lugar elegido para la ejecución parece que fue un amplio patio delante de las termas de Sebaste, donde los condenados serían sustraídos a la curiosidad y a la simpatía del público y a la vez vigilados por los empleados de las termas.
Más tarde, sobre el lugar del martirio se construyó una iglesia, y justamente en esta iglesia parece que San Gregorio de Nisa pronunció sus discursos en honor de los mártires. Sobre esa explanada helada, a una temperatura bajísima, los tormentos de esos cuerpos desnudos debieron de ser espantosos. Para aumentar el sufrimiento de las víctimas, había sido dejado abierto de intento el ingreso de las termas, del cual salían juntamente con la luz los chorros de vapor del calidarium: para los martirizados era una visión potentísima, puesto que bastaban pocos pasos para salir de las angustias y recuperar esa vida que se estaba yendo de sus cuerpos minuto a minuto.
Las horas pasaban terriblemente monótonas: ninguno de los condenados se alejaba de la explanada helada. San Basilio nos cuenta que se animaban mutuamente a permanecer fieles hasta la muerte con esta oración: “Señor, cuarenta entramos en la batalla, cuarenta coronas te pedimos”. Los soldados que los custodiaban asistían como estupefactos a la escena. De repente uno de los condenados, extenuado por los espasmos, salió del estanque y se arrastró hacia la puerta iluminada. Al ver esto, uno de los vigilantes, movido por la entereza de los mártires, decidió reemplazar él mismo al cobarde completando nuevamente el número de cuarenta. Después de quitarse los vestidos, se proclamó cristiano y se tendió sobre el hielo entre los otros condenados, muriendo juntamente con sus compañeros de suplicio. Era el 9 de marzo del año 320.
El martirio de los cuarenta soldados de la legión XII Fulminata fue muy celebrado en la antigüedad cristiana por la valentía de los mismos y su constancia en medio de los tormentos. La veneración hacia los Cuarenta Mártires fue muy popular en Oriente, aunque también en Occidente fue extendiéndose paulatinamente. Son un gran ejemplo de unidad y de fraternidad, así como de fortaleza y fidelidad.
Viernes de Dolores: La Virgen de la Caridad
La patrona de mi pueblo es la Virgen de la Caridad. Hoy, Viernes de Dolores, es su fiesta. Su historia es también la de una bonita empresa: la del Santo y Real Hospital de Caridad de Cartagena. Su fundador fue en simple soldado de Galeras, Francisco García Roldán, que ayudado por sus amigos, especialmente el también soldado Antonio Rosique, Irsino y otros paisanos, decidió solucionar los problemas del pueblo con responsabilidad y audacia sin par. Se cuanta que Roldán "Ni aun dejaba de llevar a hombros los enfermos al hospital recién fundado y andaba como un carretón por la ciudad para conducirlos a la Casa-Hospital. Y cuando en él no estaba ocupado, salía por las calles a pedir limosna con la capacha, a fin de costear su manutención y curación". "A los afanes de estos soldados y paisanos se debe el pensamiento de construir un Hospital, para cuya obra sin perdonar fatiga ni diligencia buscaban de continuo limosnas". Era el año de 1710.
A la muerte de los fundadores tomaron por su cuenta esta caritativa obra las más ilustres personalidades eclesiásticas y seglares de la ciudad. Y no pensaron sólo en continuar, sino hacer más sólida la empresa según el ánimo de Roldán, de Rosique y los suyos, ya que el 4 de mayo de 1720 pasaron los enfermos desde la casa de enfrente al nuevo Hospital. Se trajo entonces la Cruz que contiene de pintura al Señor Crucificado y su Santísima Madre, colocándola en el portal del nuevo edificio con la inscripción:
"Esta casa durará mientras no haya en ella vanidad"
Poco después de fundar el Santo Real Hospital, el artillero de la
Almiranta "San Josef", don Francisco Irsino, hermano cofrade de
la Junta de Caridad que inicia Roldán para la empresa, y que había
regalado ya a la santa casa, cuatro frontales, "envió graciosamente
desde Nápoles, la devotísima imagen que hoy se venera en el
Altar Mayor de la Iglesia del Hospital (hoy Basílica). Y desembarco
el sábado 17 de abril de 1723, y llevada en este día al Hospital,
estuvo en la Capilla contigua a la Sala de los enfermos hasta marzo de 1729,
que, bendecida una Quadra para Hermita, se trasladó a ella".
En la notable exposición dirigida al Sumo Pontífice Pío
XI por el Dr. don Francisco Cavero Tormo, arcipreste de la ciudad de Cartagena
y su partido, solicitando la Coronación Canónica de la Virgen,
se puntualiza más el maravilloso suceso arriba insinuado: "Es
tradición unánimemente recibida en esta Ciudad que cuando
la imagen de la Santísima Virgen de La Caridad era traída
de Nápoles, los marineros que tripulaban la nave se prendaron de
la belleza de la imagen que llegaron a tramar el modo de esquivar la entrega
de la misma y al efecto trataron de desviar la nave para que no arribara
a este puerto. Pero al punto se desencadenó horrorosa tempestad que
hizo a los marineros cambiar de propósito. Y tan pronto dirigieron
la nave al puerto de esta ciudad, cesó la tempestad y volvió
a renacer la calma".
La imagen es una escultura de bulto completo de dos metros de alto. Fue
la única imagen que no quemó el odio a la fe en los sucesos
de 1936.
Laus Deo Virginique Matri.
30 de marzo: San Julio Álvarez Mendoza, sacerdote sastre y mártir.
El martirio de muchos fieles de la Iglesia en México ha sacado a la luz la
gran santidad en la vida cotidiana que vivían. El testimonio de su sangre,
no es más que la coronación del testimonio de su vida.
Julio nació el 20 de diciembre de 1866 en Guadalajara, Jalisco. Sus padres eran
pobres y de joven aprendió el oficio de sastre para ayudar al sustento de los
suyos. En el calor de la fe vivida en su familia surgió la conciencia de su
llamado a la vida sacerdotal. A Dios gracias, su responsabilidad en los estudios
y la ayuda económica de algunos bienhechores, lograron que Julio ingresara al
Seminario Conciliar de Guadalajara a los catorce años.
Cuando estaba pronto a cumplir los 28 años se ordenó presbítero en 1894.
Una semana después fue a su primer y único destino, una capillita en el
pueblo de Mechoacanejo, que más tarde sería elevada a Parroquia. Desde que
el P. Julio llegó a Mechoacanejo, el fervor creció y la participación en
la Eucaristía era mayor.
Se distinguió por ser amable y bondadoso con todos, era cercano y sencillo y
llegaba a tal desprendimiento que incluso llegó a regalar la camisa que llevaba
puesta a quien la necesitaba. A sus fieles también les enseñó el oficio de la
sastrería y muchas de sus pobres vistieron las prendas que él mismo
confeccionaba con sus manos.
En agosto de 1926, los Obispos de México decretaron la suspensión del culto
público, por los terribles atropellos que cometía el gobierno contra la Iglesia.
El Padre Julio, como muchos otros sacerdotes, decidió permanecer en su Parroquia
y atender desde la clandestinidad a sus feligreses. Enterado de la muerte de sus
hermanos sacerdotes en todo el país, el no se creía digno del martirio. Sin
embargo, el Señor lo llamaría amorosamente a conformarse con él en la cruz. En
marzo del año siguiente, el ejército reprimió duramente a los católicos que se
sublevaron contra las leyes anticlericales. El día 26, el padre Julio fue
capturado junto con dos jóvenes, mientras se dirigían a un rancho a celebrar la
Misa. Inmediatamente fueron enviados a la prisión de San Julián donde el padre
fue sometido a varias torturas.
El 30 de marzo, le llevan al paredón y sabiendo que su fin está cerca le dice al
capitán al mando: “Bien, ya sabía que tenían que matarme porque soy sacerdote;
cumpla usted la orden, sólo le suplico que me concedan hablar tres palabras: Voy
a morir inocente porque no he hecho ningún mal. Mi delito es ser Ministro de
Dios. Yo les perdono a ustedes; sólo les ruego que no maten a los muchachos
porque son inocentes, nada deben”. Después de estas palabras recibió la descarga
y cayó muerto.
Su cadáver fue recuperado de un basural por algunos creyentes de San Julián
y lo sepultaron en el templo parroquial. Años más tarde, sus restos fueron
trasladados a Mechoacanejo. Los lugares de su prisión, martirio y sepultura,
son meta de peregrinación de numerosos fieles, que van a rezar a este ejemplar
sacerdote que murió por amor a Jesucristo y a la Iglesia.
1 de Abril José Anacleto González Flores y ocho compañeros
José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza. En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: "Maestro Cleto". Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela libre de leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara. Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero, quien no asimiló el amor al apostolado de su marido; con todo fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.
Muy fiel a su prelado, el siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica y civilizada a los ataques del Estado contra la Iglesia; constituyó por ese tiempo la obra cumbre de su vida, la Unión Popular, que llegó a contar con decenas de miles de afiliados. Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su vida, los proyectos de la Liga nacional defensora de la libertad religiosa.
Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: "No lo sé, y si lo supiera, no se lo diría", respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.
Antes de morir, dijo a Ferreira: "Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mi, un intercesor con Dios". El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.
Sus compañeros de martirio fueron:
José Dionisio Luis Padilla Gómez El día 1 de abril de 1927, a las dos de la mañana, fue acordonado su domicilio por un grupo de soldados del ejército federal, bajo las órdenes del mismo jefe de operaciones militares del Estado de Jalisco, general de división Jesús María Ferreira, quien con lujo de fuerza ordenó el saqueo de la morada y la aprehensión de sus habitantes, además de Luis, su anciana madre y una de sus hermanas.
El joven Luis fue remitido al cuartel Colorado, soportando en el trayecto golpes, insultos y vejaciones. Poco después fueron aprehendidos otros cuatro cristianos. Presintiendo su fin, Luis expresó su deseo de confesarse sacramentalmente; su compañero de apostolado y de prisión, Anacleto González Flores, lo confortó diciéndole: "No, hermano, ya no es hora de confesarse, sino de pedir perdón y de perdonar. Es un Padre y no un juez el que te espera. Tu misma sangre te purificará". Ya en el paredón mientras Luis, arrodillado, ofrecía su vida a Dios con ferviente oración, los verdugos descargaron sus armas sobre él, consumando, a los 26 años cumplidos, su oblación a Dios hasta el derramamiento de la sangre.
Jorge Ramón Vargas González Durante la persecución religiosa, en 1926, siendo Jorge empleado de la Compañía hidroeléctrica, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos, entre otros, el padre Lino Aguirre, quien sería luego obispo de Culiacán, Sinaloa, de quien Jorge fue custodio y compañero de correrías. A finales de marzo de 1927, los Vargas González recibieron en su hogar al proscrito líder Anacleto González Flores, columna de la resistencia católica de Jalisco y sus alrededores; la familia conocía de sobra lo que podía costar su acción.
En ese lugar los sorprendió la celada del 1 de abril. Todos, hombres, mujeres y niños, entre vejaciones y sobresaltos, fueron aprehendidos por el jefe de la policía de Guadalajara. Un mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas González: Florentino, Jorge y Ramón; su crimen, haber alojado a un católico perseguido.
Horas después encerraron en una celda contigua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto González Flores. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión, siendo ese día viernes primero, pero su hermano Ramón le reconvino: "No temas, si morimos, nuestra sangre lavará nuestras culpas". La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo, charlando con desenfado antes de ser ejecutados. Por una orden de último momento, uno de los tres hermanos, Florentino, fue separado del resto.
Antecedió a la muerte de Jorge algún tipo de tormento, pues su cadáver presentó un hombro dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que llegada la hora, con un crucifijo en la mano, y esta junto al pecho, el siervo de Dios recibió la descarga del batallón, que ejecutó la sentencia. Durante el sepelio, cuando la madre de las víctimas estrechó en sus brazos a Florentino, dijo: "Ahora sé que no es el pésame lo que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires".
Ramón Vicente Vargas González A los 22 años, próximo a concluir sus estudios universitarios, recibió en su hogar, con responsabilidad subsidiaria, a Anacleto González Flores, quien no tardó en advertir las cualidades de Ramón, pidiéndole sumarse a los campamentos de la resistencia activa como enfermero: "Por usted hago lo que sea, Maestro, pero irme al monte, no", contestó el interpelado.
La madrugada del 1 de abril de 1927 alguien azotó la puerta de los Vargas González; Ramón atendió el llamado; al entreabrir la puerta, un nutrido grupo de policías se apoderaron de la casa. Se cateó la vivienda y se aprehendió a sus ocupantes. Ramón mantuvo la calma pese a su indignación; en la calle, aprovechando el tumulto, pudo escapar sin que lo advirtieran sus captores, pero no tardó en volver sobre sus pasos y entregarse.
Cuando supo que iba a morir, su hombría de bien y su esperanza cristiana le bastaron para unir su sacrificio al de Cristo. Ante una exclamación de su hermano Jorge, respondió: "No temas, si morimos nuestra sangre lavará nuestras culpas". Para atenuar la cruel sentencia, el general de división Jesús María Ferreira, ofreció dejar en libertad al menor de los hermanos Vargas González; el indulto correspondía a Ramón, pero este, sin admitir reclamos, cede su lugar a Florentino. Era más del mediodía, urgía matar a los reos cuanto antes. Antes de ser fusilado, Ramón flexionó los dedos de su mano diestra formando la señal de la cruz.
José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez Fue aprehendido
la mañana del 2 de abril de 1927; tenía dos hermanos presbíteros,
Eduardo y José Refugio, los cuales eran muy respetados en Guadalajara.
Cuando fue hecho prisionero, acababa de visitar la capilla ardiente donde
era velado el cadáver del líder católico Anacleto González
Flores. En los calabozos de la Inspección de Policía, lo torturaron
hasta hacerlo perder el conocimiento. Cuando volvió en sí,
expresó sus lamentos cantando el himno eucarístico: "Que
viva mi Cristo, que viva mi Rey".
La madrugada del día siguiente, 3 de abril, fue trasladado, junto
con su hermano, al cementerio municipal; se formó el cuadro para
la ejecución; había llegado la hora. Ezequiel dijo a su hermano
Salvador: "Los perdonamos, ¿verdad?". "Sí,
y que nuestra sangre sirva para la salvación de muchos", repuso
el interpelado; una descarga de fusilería cortó el diálogo.
Muy cerca de ese lugar, la esposa de Ezequiel escuchó los disparos;
ignoraba quiénes eran las víctimas; con todo, reunió
a su numerosa familia: "Hijitos, vamos rezando el rosario, por esos
pobres que acaban de fusilar".
J. Salvador Huerta Gutiérrez Al comenzar el año de 1927 la situación religiosa se tornó imposible para los católicos. Se perseguía sin tregua a los clérigos por considerárseles instigadores de la resistencia armada. El 2 de abril de 1927, consumado el asesinato de Anacleto González y sus tres compañeros, acudió al cementerio a despedir los restos del conocido líder.
De regreso a su taller, lo esperaban agentes de la policía, quienes valiéndose de un ardid, lo arrestaron. En la Inspección general comenzó un crudísimo tormento; lo colgaron de los dedos pulgares; querían los verdugos conocer el paradero de los presbíteros Eduardo y José Refugio. Exánime lo tiraron en un calabozo.
En las primeras horas del 3 de abril, lo condujeron, junto con su hermano Ezequiel, al panteón de Mezquitán. Ante el pelotón de fusilamiento, pidió una vela encendida, iluminando su pecho descubierto dijo: "¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!; disparen; muero por Dios, que lo amo mucho".
Miguel Gómez Loza En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas. En 1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo. Para defender la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928.
Luis Magaña Servín Contrajo matrimonio con Elvira Camarena Méndez el día 6 de enero de 1926; tuvo dos hijos, Gilberto y María Luisa, que no conoció. El día 9 de febrero de 1928, un grupo de soldados del Ejército Federal, capitaneado por el general Miguel Zenón Martínez tomó la población de Arandas. De inmediato dispuso fueran capturados los católicos que simpatizaran con la resistencia activa en contra del Gobierno; uno de ellos fue Luis. Cuando llegaron a su domicilio, no pudieron aprehenderlo por haberse ocultado debidamente; fue reemplazado por su hermano menor.
Al enterarse del acto, Luis se presentó ante el mismo general Martínez, solicitando la libertad de su hermano a cambio de la suya. Estas fueron sus palabras: "Yo nunca he sido rebelde cristero como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me acusa, sí, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado, bienvenido y en hora buena. ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!". Sin mayores preámbulos, el militar decretó la muerte de Luis; momentos antes de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia parroquial, Luis pidió la palabra: "Pelotón que me ha de ejecutar: quiero decirles que desde este momento quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios será por los primeros que pediré"; dicho lo cual, exclamó con voz potente: "¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!". Eran las tres de la tarde del 9 de febrero de 1928.
José Sánchez del Río El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: "Mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí" y le entregó su caballo. En combate fue hecho prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: "Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros". "¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!".
El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las 11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!". En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: "Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!". Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán.
26 de ABRIL. San Isidoro obispo de Sevilla
(Cartagena, h. 560 - Sevilla, 4 de abril de 636). Obispo, teólogo, compilador y santo hispanorromano en la época visigoda. Fue arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas (599-636) y se le considera uno de los grandes eruditos de la temprana Edad Media.
Isidoro nació en el seno de una influyente familia que se distinguiría por su contribución a la conversión de los reyes visigodos (arrianos) al catolicismo. La familia era de Cartagena y se desplazó a Sevilla tras la conquista bizantina . Miembros de esta familia son su hermano San Leandro, su inmediato predecesor en el arzobispado de Sevilla y oponente del rey Leovigildo (llegó al arzobispado al inicio del reinado del nuevo rey, el ya católico Recaredo); su hermano San Fulgencio (obispo de Cartagena) y también su hermana Santa Florentina, de la que la tradición dice que fue abadesa a cargo de cuarenta conventos. A los cuatro hermanos se le conoce como los Cuatro Santos de Cartagena.
La maestría de Isidoro en griego y hebreo le dio reputación de ser un estudiante capaz y entusiasta. Su propio latín estaba afectado por las tradiciones locales visigodas y contiene cientos de palabras identificables como localismos hispanos (el editor de su obra en el siglo XVII encontró 1.640 de tales localismos, reconocibles en el español de la época). En una época de desintegración de la cultura clásica, Isidoro impulsó los proyectos para la asimilación de los visigodos, que ya llevaban dos siglos en Hispania. Presidió el segundo sínodo provincial de la Bética en Sevilla (noviembre de 618 o 619, reinando Sisebuto), al que asistieron no sólo prelados españoles, sino también obispos de Narbona y Galia. En las actas del concilio, la naturaleza de Cristo es totalmente establecida, rebatiendo las concepciones arrianas.
A edad avanzada, también presidió el IV Concilio de Toledo (633), que requirió que todos los obispos estableciesen seminarios y escuelas catedralicias, siguiendo las directrices establecidas por Isidoro en Sevilla (fue prescrito el estudio de griego y hebreo, así como de las artes liberales; el interés por las leyes y la medicina también fue alentado). También marcó la unificación litúrgica de la España visigoda e impulsó la formación cultural del clero. El concilio fue probablemente un reflejo de las concepciones de Isidoro.
Autor prolijo, escribió tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. De entre sus numerosas obras destacan: De natura rerum (Sobre la naturaleza de las cosas, un libro de astronomía e historia natural dedicado al rey visigodo Sisebuto), De ordine creaturarum, Regula monachorum, De differentiis verborum (que es más que un libro de sinónimos sino un breve tratado teológico sobre la doctrina de la Trinidad, la naturaleza de Cristo, el Paraiso, los ángeles y los hombres) y, sobre todo, Originum sive etymologicarum libri viginti (Etymologiae o Etimologías).
Dividida en veinte libros, con 448 capítulos, constituye una enorme obra enciclopédica en la que se recogen y sistematizan todos los ámbitos del saber de la época (teología, historia, literatura, arte, derecho, gramática, cosmología, ciencias naturales...). Gracias a este obra, se hizo posible la conservación de la cultura romana y su transmisión a la España visigoda. Esta recopilación de la cultura clásica fue tan apreciado, que en gran medida sustituyó el uso de las obras de los clásicos cuyo saber recoge, de modo que muchas dejaron de ser copiadas y están perdidas.
Isidoro fue muy leído durante la Edad Media y Renacimiento (al menos diez ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Su influencia fue enorme entre sus contemporáneos. Braulio, obispo de Zaragoza y amigo de Isidoro, le describió como un hombre elegido por Dios para salvar a los españoles de la marea de barbarie que amenazaba con inundar la civilización clásica en Hispania. El VIII Concilio de Toledo (653) manifestó su admiración por la figura de Isidoro con las siguientes elogiosas palabras : "El extraordinario doctor, el último ornamiento de la Iglesia Católica, el hombre más erudito de los últimos tiempos, el siempre nombrado con reverencia, Isidoro". Este tributo fue ratificado por el XV Concilio de Toledo, celebrado en 688. Entre sus discípulos se encuentra San Ildefonso de Toledo. Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron basados en las obras de San Isidoro. Hasta el siglo XII, fue transmitido mediante traducciones de fuentes árabes, siendo una de las fuentes principales para la penetración en Europa de los trabajos de Aristóteles y otros griegos.
Fue el primero de los grandes compiladores medievales. Fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia. Recientemente ha sido propuesto como santo patrón de Internet.
Los restos de San Isidoro se encuentran enterrados en la Basílica de San Isidoro de León. Fueron trasladados allí desde su sepulcro en Sevilla en 1063 por parte del rey castellanoleonés Fernando I, el cual obtuvo las reliquias del rey de la taifa de Sevilla, al-Mutamid, tributario suyo (que más tarde llamaría a la península a los almorávides, los cuales le derrocaron y anexionaron su reino).
28 de Abril. Gianna Beretta Molla (1922-1962)
Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres.
Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en frutos apostólicos en la Acción Católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl. Habiendo obtenido el título de Doctora en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.
Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción Católica, intensificando su apostolado. Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación. Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.
Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina. En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes del tercer embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa. Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.
Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia.
2º Domingo de Mayo. La VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS
Es la Patrona de Valencia y este Domingo es su fiesta. Todo empezó con el sermón que el padre Juan Gilabert Jofré pronunció en la Catedral de Valencia el domingo 24 de febrero de 1409. Mientras se dirigía hacia la Catedral, el padre Jofré vió cómo unos muchachos apaleaban a un joven demente burlándose de él. En su sermón el padre llamó a sus feligreses a tener caridad y tomar medidas en favor de los pobres niños enfermos abandonados, con frecuencia objeto de malos tratos y abusos.
Pronto un grupo de ciudadanos, el 15 de marzo, se pusierón manos a la obra: construyeron el primer hospital de locos e inocentes desamparados con dinero de su bolsillo. Asimismo se inició una Cofradia de "los santos inocentes, martires y desamparados" como fundación del hospital y se encargó la imagen de la Virgen a cuya protección se encomendaron.
Se desconoce con exactitud la fecha en que fué realizada la talla y quién fue su autor, sin embargo, diversos estudios señalan como problable datación los años 1411 o 1416. En 1493, por Real Privilegio de Fernando el Católico, se decidió que desde entonces en adelante fuese su imagen intitulada de Nuestra Señora de los Desamparados. En 1667 la imagen fué trasladada a su nueva Basílica y en 1885 se produjo la proclamación canónica de Nuestra Señora de los Desamparados como patrona de Valencia. La imagen, que ha sido el centro de la vida valenciana durante 500 años quedó muy deteriorada durante la Guerra de 1936 (se le dispararon tres tiros en la profanación y quema de su Basílica) y tuvo que ser restaurada si bien no se pudo conseguir la mirada inocente y sencilla de la imagen primitiva.
Lo más peculiar de la iconografía de la Virgen es la presencia de los niños a sus pies: los Santos Inocentes Mártires. Son el símbolo de toda persona necesitada de protección y cobijo maternal. Por eso esta imagen de la Virgen es también foco de petición por las vidas que se pierden en el holocausto contemporáneo del aborto: ellos, los no nacidos, son hoy los más desamparados de todos.
El segundo domingo de mayo de cada año se celebra el llamado día de la "Mare de Deu", aunque la fiesta litúrgica se realiza durante la vispera, es decir el sábado. Entre los diversos actos se realizan las tradicionales cantadas, "albaes", en la llamada "Nit de Albaes", "la Missa descoberta" de madrugada y la multitudinaria "Missa d'infants", en los albores del domingo en el exterior de la Basílica, a la que acuden en peregrinación numerosos visitantes de todos los lugares de la comunidad. Posteriormente se realiza el famoso traslado de la imagen desde la Basílica a la Catedral. Por la tarde sale la procesión atravesando el centro histórico de la ciudad. En ella la imagen recibe un baño de pétalos de flores que deja engalanadas las calles a su paso. Desde 1911 se comenzó a construir anualmente un retablo de flores en la Plaza de la Virgen. Otros actos a resaltar son la ofrenda floral que se celebra desde 1943, los dias 17 y 18 de marzo de cada año con motivo de las fiestas de San José y la ofrenda de los niños que se celebra todos los sábados en la real Basilica de la Virgen.
Su fiesta hasta 1684 se celebraba el 8 de diciembre (Dia de la Inmaculada), a partir de esa fecha se celebra este segundo domingo de mayo.
El fervor culmina el manto
Más de 100.000 valencianos participan en la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados con una plaza completamente abarrotada de gente.
P. MORATALLA/ VALENCIA
La Mare de Déu termina hoy de recibir miles y miles de claveles que, con un gran fervor, fueron entregando los valencianos en el segundo y último día de la Ofrenda. Más de 100.000 falleros y falleras contribuyeron con sus ramos a la confección de un tapiz cuya alegoría versa sobre la Virgen Estrella del Mar, alusión a la inminente regara de la copa América a celebrar en la ciudad.
Participantes de todas las edades confluyeron por la calle San Vicente Mártir y de la Paz hasta desembocar en la plaza, donde los vestidores les aguardaban para recoger los ramos. El paso lo marcaba la música tradicional valenciana que emitían las dolçainas y los tabalets de los falleros.
Los más pequeños no sólo habían estado caminando. Unos eran transportados en brazos. Y otros, como un pequeño de la falla Lleons-Poeta Mas y Ros, iba en un cesto cogido por dos falleras.
Una valenciana acaba de llegar a la plaza de la Virgen para entregar su ramo de flores. Al fondo, se erige la imagen de la Mare de Déu.
Finalizar el manto
Cuando ayer se reanudó la ofrenda la parte trasera del manto de flores que cubre a la Virgen ya se encontraba finalizada. Los vestidores estuvieron elaborando durante la tarde-noche la zona delantera. Hoy continuaban los mismos vestidores, en cuyos rostros se reflejaba el orgullo de un trabajo bien hecho tras casi dos días sin descanso y hasta altas horas de la madrugada.
Además, el tapiz, el manto y los muros de la plaza llenos de flor están siendo contemplados por miles y miles de turistas y de valencianos que se concentraron alrededor de la Mare de Déu al tiempo que cada comisión fallera (hay más de 400 en Valencia) desfilaba en pleno para honrar a la patrona.
Cámaras de fotografía parecían suspendidas en el aire entre un auténtico mar de gente. Entre el público predominaban los visitantes, sobre todo los extranjeros, transformando la plaza en una auténtica babilonia. “Nunca había visto algo parecido. Es increíble”, indicó Hiroruki, un japonés que repetía por segundo año consecutivo con sus amigos.
“Me parece impresionante”, aseguró Natalie Meyer, una francesa que nunca antes había estado en las fallas. Pero también fascina a los propios valencianos, como a Rosa Górriz, quien había ido a ver a unas amigas que desfilaban.
Los espectadores permanecen hasta la noche para esperar a la Fallera Mayor que entrega el último ramo. Será cerca de la una de la mañana. Con ella se cerrará una Ofrenda inundada de emoción y fervor mariano.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
2ºDomingo mayo
Señora de los Santos Inocentes Mártires y Desamparados
El segundo domingo de mayo Valencia celebra la festividad de la Virgen, Nuestra Señora de los Santos Inocentes Mártires y Desamparados, patrona de la ciudad. La Virgen fue en siglo XIV la protectora de los niños tullidos o abandonados (de hecho dos de esos niños figuran a los pies de la virgen en la talla original y en sus réplicas) y luego fue proclamada madre de todos los valencianos.
Existe una gran devoción por esta Virgen a la que los valencianos llamamos cariñosamente “La Geperudeta”, en alusión a la posición ligeramente encorvada que adopta (la primitiva imagen fue una virgen yacente). La copia que actualmente se utiliza en la procesión y traslado data de 1945, la realizó Carmelo Vicent y se la conoce popularmente por “La Peregrina”. La imagen que hay en la Basílica de la Virgen, y que no se saca nunca, es parte de la original del siglo XIV y parte de la restauración sufrida tras la profanación habida en 1936 durante la sangrienta persecución anticristiana.
La víspera de la fiesta, el sábado por la noche, tiene lugar un concierto en la Plaza de la Virgen. A continuación hay un castillo de fuegos artificiales en el antiguo cauce del río Turia. Tras éste tiene lugar la “Dança”, fragmento de danza popular autóctona y la “Nit d’Albaes”, noche de canciones típicas de las región. Sobre las cinco de la madrugada se celebra la “Misa Descuberta”. Durante la noche muchos peregrinos hacen a pie el camino desde sus villas y pueblos (algunos distantes 20 Km.) para llegar a esa Misa.
El domingo a las ocho de la mañana, en un altar que se instala delante de la basílica en la palza de la Mare de Déu y ante un tapiz de flores de 20 m de altura, tiene lugar la Misa de Infantes. A las 10.30 horas se procede al “Traslado” en el que la imagen “Peregrina” es portada por los “seguidores” desde la Basílica a la Catedral. Este acto es muy famoso y la Virgen, entre vivas y piropos, es llevada en volandas, pasando de unos a otros, hasta que, de espaldas y mirando a su pueblo, entra en la Catedral.
A mediodía hay una mascletà y por la tarde se celebra una
procesión en la que la Virgen es paseada de modo solemne por las
calles del centro histórico que se presentan inundadas de miles de
pétalos de flores.
En casi todos los establecimientos de Valencia (incluidas las tiendas chinas) hay una imagen de San Pancracio. Poca gente sabe, sin embargo, de quién se trata.
San Pancracio murió mártir a los 14 años de edad. En el año 304, en la persecución de Diocleciano, le cortaron la cabeza por no abjurar públicamente de la fe recién recibida de la palabra y de las manos del papa San Marcelino. Su sepulcro se conserva en las catacumbas de la Vía Aurelia en Roma.
Muy milagrero desde entonces hasta hoy, San Pancracio ha premiado especialmente a los que le invocan para encontrar trabajo estable y gratificante.
12 de mayo. San David Uribe.
El mismo día 12 celebra la Iglesia la fiesta de San David Uribe. San David fue martirizado de un tiro en la nuca el año 1927 durante la persecución mejicana por negarse a abjurar públicamente de la obediencia debida al Papa. Era sacerdote y contaba 38 años de edad.
Las vidas de Pancracio y David, separadas 16 siglos son similares en la enseñanza que nos dejan: que toda una vida no vale el precio de una, aunque solo sea una, traición a Dios. LAUS DEO
Justino nació el año 100 en Naplusa (Palestina), ciudad romana y pagana, construida en el emplazamiento de la antigua Siquem, Los padres de Justino eran colonos acomodados; puede que fueran veteranos dotados de tierras por el Imperio.
Desde joven supo gustar la filosofía, en el sentido que entonces se le daba: no una especulación dilettante, sino persecución de la sabiduría que lleva a la verdad. La filosofía lo condujo, etapa tras etapa, hasta el umbral de la fe. El mismo Justino nos cuenta, en el Diálogo con el judío Trifón, el largo itinerario de su búsqueda, sin que nos sea posible distinguir entre el artificio literario y la autobiografía. En Naplusa siguió primero las clases de un estoico y después las de un discípulo de Aristóteles, al que abandonó pronto para acudir a un platónico. En su ingenuidad, esperaba que la filosofía de Platón le permitiría «ver inmediatamente a Dios».
Retirado a la soledad, meditaba sobre Dios, cuando tuvo lugar el encuentro nocturno con aquel anciano en la playa. Éste le mostró que el alma humana no podía alcanzar a Dios por sus propios medios; el cristianismo era la única verdadera filosofía, que lleva a su cumplimiento todas las verdades parciales: «Platón prepara para el cristianismo».
La Iglesia acogió a Justino y, con él, a Platón. Cuando se hizo cristiano en el año 130, el filósofo, lejos de abandonar la filosofía, afirma haber encontrado en el cristianismo la única filosofía segura que colma todos sus deseos. Siempre llevaba puesto el manto de los filósofos. Para él es un título de nobleza.
Justino sabía ver la parte de verdad contenida en todos los sistemas. Le gustaba decir que los filósofos auténticos eran cristianos sin saberlo. Y justifica esta afirmación con un argumento tomado de la apologética judía, que pretendía que los pensadores debían lo mejor de sus doctrinas a los libros de Moisés. Para él, el Verbo de Dios ilumina a todos los hombres, lo cual explica las partes de verdad que se encuentran en los filósofos. Los cristianos no tienen nada que envidiarles, porque poseen al Verbo mismo de Dios, que no solamente guía la historia de Israel, sino toda búsqueda sincera de Dios. Esta generosa visión de la historia en¬cierra una intuición de genio que, después de Ireneo de Lyon, será recogida desde san Agustín a san Buenaventura, y más recientemente por Maurice Blondel. Está particular¬mente cercana a nuestra problemática de hoy día.
«Nadie ha creído en Sócrates hasta morir por lo que éste enseñaba. Pero, por Cristo, artesanos y hasta ignorantes han despreciado el miedo a la muerte». Estas nobles palabras las dirige Justino al Senado de Roma. También a él le toca aceptar la muerte por la fe que había recibido y transmitido. En el momento de su martirio, el filósofo cristiano no está solo, sino rodeado de sus discípulos. Las actas nos citan seis de ellos. Esta presencia, esta fidelidad hasta en la muerte, eran el homenaje más emocionante que se pueda ofrecer a un maestro de sabiduría.
En este hombre de hace dieciocho siglos percibimos el eco de nuestras inquietudes, de nuestras objeciones y de nuestras certezas. Es un contemporáneo nuestro por su apertura de alma, por su voluntad de diálogo, por su capacidad de comprensión.
Justino, un laico, un intelectual, ilustra el diálogo que comienza entre la fe y la filosofía, entre cristianos y judíos, entre Oriente, donde él había nacido, y Occidente, donde abre una escuela: en Roma al cabo de numerosas etapas. Su vida fue una larga búsqueda de la verdad. Para este filósofo, el cristianismo no es una doctrina, ni siquiera un sistema, si no una persona: el Verbo encarnado y crucificado en Jesús, que le desvela el misterio de Dios. Muere mártir de la fe y de la razón a un tiempo el año 165. Su fiesta se celebra el 1 de junio.
1 de junio.
Martirio de San Justino y de sus compañeros (Actas de los mártires):
"Martirio de los santos mártires Justino, Caritón, Caridad, Evelpisto, Hierax,
Peón y Liberiano."
En tiempo de los inicuos defensores de la idolatría, publicábanse, por ciudades y lugares, impíos edictos contra los piadosos cristianos, con el fin de obligarles a sacrificar a los ídolos vanos. Prendidos, pues, los santos arriba citados, fueron presentados al prefecto de Roma, por nombre Rústico.
Venidos ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino: —En primer lugar, cree en los dioses y obedece a los emperadores.
San Justino
Justino respondió:
- Lo irreprochable, y que no admite condenación, es obedecer a los
mandatos de nuestro Salvador Jesucristo.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Qué doctrina profesas?
Justino respondió:
- He procurado tener noticia de todo linaje de doctrinas; pero sólo
me he adherido a las doctrinas de los cristianos, que son las verdaderas,
por más que no sean gratas a quienes siguen falsas opiniones.
El prefecto Rústico dijo:
-¿Con que semejantes doctrinas te son gratas, miserable?
Justino respondió:
- Sí, puesto que las sigo conforme al dogma recto.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Qué dogma es ése?
Justino respondió:
- El dogma que nos enseña a dar culto al Dios de los cristianos,
al que tenemos por Dios único, el que desde el principio es hacedor
y artífice de toda la creación, visible e invisible; y al
Señor Jesucristo, por hijo de Dios, el que de antemano predicaron
los profetas que había de venir al género humano, como pregonero
de salvación y maestro de bellas enseñanzas.Y yo, hombrecillo
que soy, pienso que digo bien poca cosa para lo que merece la divinidad
infinita, confesando que para hablar de ella fuera menester virtud profética,
pues proféticamente fue predicho acerca de éste de quien acabo
de decirte que es hijo de Dios. Porque has de saber que los profetas, divinamente
inspirados, hablaron anticipadamente de la venida de Él entre los
hombres.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Dónde os reunís?
Justino respondió:
- Donde cada uno prefiere y puede, pues sin duda te imaginas que todos nosotros
nos juntamos en un mismo lugar. Pero no es así, pues el Dios de los
cristianos no está circunscrito a lugar alguno, sino que, siendo
invisible, llena el cielo y la tierra Y en todas partes es adorado y glorificado
por sus fieles.
El prefecto Rústico dijo:
- Dime donde os reunís, quiero decir, en qué lugar juntas
a tus discípulos.
Justino respondió:
- Yo vivo junto a cierto Martín, en el baño de Timiolino,
Y ésa ha sido mi residencia todo el tiempo que he estado esta segunda
vez en Roma. No conozco otro lugar de reuniones sino ése. Allí,
si alguien quería venir a verme, yo le comunicaba las palabras de
la verdad.
El prefecto Rústico dijo:
- Luego, en definitiva, ¿eres cristiano?
Justino respondió:
- Sí, soy cristiano.
El prefecto Rústico dijo a Caritón:
- Di tú ahora, Caritón, ¿también tú eres
cristiano?
Caritón respondió:
- Soy cristiano por impulso de Dios.
El prefecto Rústico dijo a Caridad:
- ¿Tú qué dices, Caridad?
Caridad respondió:
- Soy cristiana por don de Dios.
El prefecto Rústico dijo a Evelpisto:
- ¿Y tú quién eres, Evelpisto?
Evelpisto, esclavo del César, respondió:
- También yo soy cristiano, libertado por Cristo, y, por la gracia
de Cristo, participo de la misma esperanza que éstos.
El prefecto Rústico dijo a Hierax:
- ¿También tú eres cristiano?
Hierax respondió:
- Sí, también yo soy cristiano, pues doy culto y adoro al
mismo Dios que éstos.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Ha sido Justino quien os ha hecho cristianos?
Hierax respondió:
- Yo soy de antiguo cristiano, y cristiano seguiré siendo. Mas
Peón, poniéndose en pie, dijo:
- También yo soy cristiano.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Quién te ha enseñado?
Peón respondió:
- Esta hermosa confesión la recibimos de nuestros padres.
Evelpisto dijo:
- De Justino, yo tenía gusto en oír los discursos: pero el
ser cristiano, también a mí me viene de mis padres.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Dónde están tus padres?
Evelpisto respondió:
- En Capadocia.
El prefecto Rústico le dijo a Hierax:
- Y tus padres, ¿dónde están?
E Hierax respondió diciendo:
- Nuestro verdadero padre es Cristo, y nuestra madre la fe en Él;
en cuanto a mis padres terrenos, han muerto, y yo vine aquí sacado
a la fuerza de Iconio de Frigia.
El prefecto Rústico dijo a Liberiano:
- ¿Y tú qué dices? ¿También tú
eres cristiano? ¿Tampoco tú tienes religión?
Liberiano respondió:
- También yo soy cristiano; en cuanto a mi religión, adoro
al solo Dios verdadero.
El prefecto dijo a Justino:
- Escucha tú, que pasas por hombre culto y crees conocer las verdaderas
doctrinas. Si después de azotado te mando cortar la cabeza, ¿estás
cierto que has de subir al cielo?
Justino respondió:
- Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones de Dios; y
sé, además, que a todos los que hayan vivido rectamente, les
espera la dádiva divina hasta la conflagración de todo el
mundo.
El prefecto Rústico dijo:
- Así, pues, en resumidas cuentas, te imaginas que has de subir a
los cielos a recibir allí no sé qué buenas recompensas.
Justino respondió:
- No me lo imagino, sino que lo sé a ciencia cierta, y de ello tengo
plena certeza.
El prefecto Rústico dijo:
- Vengamos ya al asunto propuesto, a la cuestión necesaria y urgente.
Poneos, pues, juntos, y unánimemente sacrificad a los dioses.
Justino dijo:
- Nadie que esté en su cabal juicio se pasa de la piedad a la impiedad.
El prefecto Rústico dijo:
- Si no obedecéis, seréis inexorablemente castigados.
Justino dijo:
- Nuestro más ardiente deseo es sufrir por amor de nuestro Señor
Jesucristo para salvarnos, pues este sufrimiento se nos convertirá
en motivo de salvación y confianza ante el tremendo y universal tribunal
de nuestro Señor y Salvador.
En el mismo sentido hablaron los demás mártires:
- Haz lo que tú quieras; porque nosotros somos cristianos y no sacrificamos
a los ídolos.
El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:
«Los que no han querido sacrificar a los dioses ni obedecer al mandato
del emperador, sean, después de azotados, conducidos al suplicio,
sufriendo la pena capital, conforme a las leyes».
Los santos mártires, glorificando a Dios, salieron al lugar acostumbrado,
y, cortándoles allí las cabezas, consumaron su martirio en
la confesión de nuestro Salvador. Mas algunos de los fieles tomaron
a escondidas los cuerpos de ellos y los depositaron en lugar conveniente,
cooperando con ellos la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a quien
sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."
El soberano del reino de Uganda, al que pertenecía Carlos y los suyos, era un joven voluble y sensual de sólo dieciocho años, al que además rodeaban inescrupulosos consejeros. "¿No ves -lo azuzaban- que estos cristianos te quitarán el poder? Tendremos que huir y tus posesiones serán de ellos y de los extranjeros que los han engañado". El joven rey negro volvió, pues, al paganismo, que nunca había abandonado de corazón, y buscaba deshacerse de los conversos; lo llevaban no sólo motivos de índole política, sino sobre todo que los creyentes, y en concreto Carlos, no habían querido acceder a sus incitaciones homosexuales.
Así el rey decretó una persecución “contra los que hacen oración”. El martirio de Carlos Lwanga fue atroz. La tribu rodeaba al muchacho ansiosa de que éste, abjurando de la fe, salvara su vida. Carlos era muy amado por sus compatriotas, pero el valiente joven no respondió una sola palabra a las acusaciones de sus injustos jueces. Finalmente, el tres de junio de 1886, junto con otros doce cristianos (algunos de cuales habían recibido el bautismo de manos de Carlos momentos antes), fue consumido por el fuego sin exhalar un gemido.
Oh Dios, que concediste a tu siervo Carlos la gracia del martirio, concédeme en memoria de su entrega y contando también con la intercesión de Santa María Siempre Virgen, Madre del Amor Hermoso y Reina de la Pureza, la fortaleza necesaria para perseverar fiel a tus designios y leyes sin importarme ni las presiones contrarias del ambiente ni la persecución por parte de los poderes humanos. De igual modo te pido a través de Carlos y Santa María la gracia de la conversión para los que desde la ideología gay persiguen a los cristianos. Haz que tu Iglesia nunca vacile ante ellos y danos a todos la fuerza y la valentía suficientes para defender el tesoro de la pureza de nuestros hijos y que así puedan dedicarse a ti en el servicio a la Iglesia y a todo el género humano. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Tomás Moro nació en 1460 en Inglaterra, un verdadero humanista, gran jurista y cristiano ejemplar. Padre y esposo modélico, en 1529 el rey Enrique VIII le eligió como canciller del reino. Moro rechazó desde el principio el reconocimiento de la supremacía espiritual del rey sobre la Iglesia en Inglaterra. Por ello mereció el martirio: fue decapitado en Londres el 6 de Julio de 1535, poco después que su amigo Juan Fisher corriera la misma suerte el 22 de Junio.
La vida Santo de Tomás Moro, y especialmente su muerte, son un tributo al valor de la integridad que sigue siempre a la conciencia y no a la conveniencia. Cuando rehusó firmar el Acta de Sucesión que establecía que los hijos de Enrique VIII con su segunda esposa, Ana Bolena, eran herederos legítimos del trono, Enrique lo apresó, juzgó por desacato y traición y finalmente decapitó. Santo Tomás sabía que perdería la vida si seguía el dictado de su conciencia, pero se mantuvo en su postura. «Muero como buen sirviente del rey, pero Dios es lo primero.» Dado que Santo Tomás Moro era a la vez un hombre de leyes y un político, seguramente que pudo haber concebido alguna vía de escape en el marco de la ley, pero su disposición a no ir en contra de su conciencia es un ejemplo para nosotros.
No cabe duda que en nuestro país dentro de nada se presentará a muchos el dilema entre perder su trabajo y seguir su conciencia. Son farmacéuticos, médicos, profesores, jueces y fiscales que tendrán que elegir entre abdicar de su conciencia para aplicar una ley injusta o ser fieles a la razón y a la fe a costa del sustento familiar. Para todos ellos, como para el juez Ferrín Calamita, el ejemplo de Tomás Moro es la estrella a seguir.
Pelayo nació en Galicia en el año 911. Eran los duros tiempos en los que España sentía sobre sí el peso de la dominación musulmana y Dios iba a elegir la flor pura del alma de Pelayo para decirle al mundo el valor de la castidad.
Junto con su tío, el obispo de Tui, Hermigio, fue apresado y llevado a Córdoba a raíz de la batalla de Valdejunquera, del año 920, y se decide que debe de permanecer como rehén hasta que se pudiese conseguir una fuerte suma de rescate. Allí, el califa se sintió torpemente atraído por la esbelta figura del muchacho de catorce años. Horrorizado éste más por la ofensa a Dios de la monstruosa proposición que por los castigos que supondría su negativa, recibió el martirio el día 26 de junio del año 925. En un principio su cuerpo fue trasladado de Córdoba a León, pasando más tarde a Oviedo, donde recibe veneración en el monasterio de San Benito que lleva su nombre.
La pasión de San Pelayo, parecida a la que siglos después hubo de soportar San Carlos Lwanga, inspiró al pueblo cristiano que le rindió culto desde muy pronto con gran respuesta de gracias por su parte. Hoy la ideología del homosexualismo pretende ridiculizar la valentía de estos mártires al tiempo que el hedonismo intenta equiparar impureza con normalidad e, incluso, con salud. Por otro lado San Pelayo, como San Eulogio, San Pedro Pascual, Álvaro y muchos otros, es ejemplo de la respuesta cristiana a la persecución sangrienta que sufrieron por parte de las autoridades mahometanas. No les olvidemos y recordemos a Obama y tantos ignorantes el testimonio de fe y valor de estos perseguidos. Gracias a Dios que existen los santos.
San Josémaría es todavía para muchos un gran desconocido a pesar de ser el fundador del Opus Dei, una de las instituciones católicas de más actualidad. San Josemaría, que murió en 1975, es santo de la Iglesia universal y, como tal, tiene un mensaje divino para toda la cristiandad. ¿En qué consiste ese mensaje más allá de la fundación del Opus Dei?
San Josemaría decía de sí mismo que era anticlerical. Uno de los mensajes que lega a la Iglesia y a la sociedad, de una rabiosa actualidad en Europa, es el del laicismo bueno. En San Josemaría el Espíritu Santo nos recuerda que laicos y clérigos somos iguales, si bien con distintas misiones. El clérigo, por serlo, no es más que el laico ni viceversa, y sólo algunos clérigos, los obispos, tienen como parte de su misión la potestad limitada de disponer sobre lo sagrado, conformando la jerarquía en comunión con el Santo Padre. En esa misión y bajo el obispo, laicos y clérigos valemos lo mismo: somos iguales. Consecuentemente la igualdad de sexos es una nota característica de la Iglesia.
La mentalidad clerical, que no es más que una forma de sectarismo, sobra en la Iglesia. San Josemaría nos dice que no es razonable ni justa la marginación de los laicos en las estructuras y organismos que ayudan y aconsejan en la administración eclesial en los distintos niveles. Un ejemplo mismo es la Prelatura del Opus Dei, donde laicos y clérigos eligen al prelado y donde por regla general "mandan" los laicos y no los clérigos. La libertad de iniciativa apostólica compete a todo fiel cristiano independientemente de su estado. En este sentido las acciones apostólicas de los laicos, en el campo educativo o asistencial por ejemplo, no han de verse como acciones de la Iglesia, sin que por ello deban de ignorarse por la jerarquía que debe de cuidarlas, alentarlas y atenderlas. Queda mucho por descubrir de San Josemaría en la vida de la Iglesia y ojalá que su mensaje "anticlerical" (los santos y no los clérigos son la aristocracia de la Iglesia) no caiga en el olvido.
6 de julio: Santa María Goretti, adolescente mártir de la castidad
Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890
hija de padres campesinos. María fue la segunda de seis hijos. Vivió en
el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa
del paludismo. Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María
Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo
de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía
a clases de catecismo.
A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme
propósito de morir antes que cometer un pecado. En la misma finca donde vivía
María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese
entonces contaba con doce años.
Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole
propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.
El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola
en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo
que María se negó por lo que aquél decidió forzarla. María se
negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado, que no
accedería a sus pretensiones y que guardaría su castidad costase lo que
costase por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo
catorce veces.
María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan
de Dios donde los médicos la operaron sin anestesia porque no había y durante
dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciéndolo a Dios sus dolores.
Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión
y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.
El asesino fue condenado a 30 años de prisión y al principio no daba
muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde
María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente
volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de
sus pecados.
Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de
la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que
si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo.
La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las
muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción
a la Virgen María. Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó
el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza
de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más
de quinientas mil personas.
En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas
y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exhaltó
la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó
aún cuando no hubiera sido mártir de la pureza habría merecido ser declarada santa.
Los 120 mártires asesinados en China que fueron proclamados santos por Juan Pablo II el 1 de octubre fallecieron entre los siglos XVII y XX. Entre los testimonios más significativos y documentados, se ha destacado el caso de Ana Wang (1886-1900), adolescente asesinada en Hebei durante la revolución de los Boxers.
Ana Wang nació en 1886 al sur de la provincia del Hebei, en una familia cristiana. Perdió a su madre a la edad de 5 años. Muy pronto mostró su fuerte carácter: a 11 años es prometida como esposa, pero se opone vigorosamente a este proyecto. El 21 de julio de 1900 una banda de Boxers penetra en Majiazhuang. Hacen una redada de cristianos y les advierten: «El gobernador ha prohibido practicar la religión occidental. En caso de apostasía, seréis liberados.en caso contrario, os mataremos>>. Algunos familiares se deciden por la apostasía y quieren que Ana tome la misma decisión. Pero Ana se opone gritando: «Creo en Dios, soy cristiana, no quiero renegar de Dios. Jesús, ¡sálvame!.
Ana se queda rezando toda la noche. A la mañana siguiente, los boxers conducen a los cristianos que no quisieron renegar de su fe al campo de ejecución. Ana asiste a la terrible escena de la ejecución del pequeño Andrés Wang Tianquing, de 9 años. Los no cristianos lo quieren salvar, pero su madre afirmaba: «Yo soy cristiana, mi hijo es cristiano. Tendréis que matarnos a los dos». Los jefes de la banda se hacen una mueca con la cabeza. El pequeño Andrés se arrodilla y dobla su pequeño cuerpo. Mira a su madre y su rostro se ilumina con una sonrisa. Después, el hacha del verdugo cae sobre su cabeza. En esa ocasión los Boxers asesinaron a mujeres y a sus hijos, uno de ellos de 10 meses. Uno de los torturadores tomó al niño por los pies, lo parte en dos y lo arroja a los pies de su madre, ya muerta.
Ana tiene la mirada fija en la iglesia de su pueblo. Arrodillada, reza en voz alta con los ojos fijos en el cielo. Un militar se acerca y le dice: «Renuncia a tu fe y te salvarás». Pero Ana no responde e, insistiendo el militar, le dice: «No me toques. Soy cristiana. Antes que la apostasía, prefiero morir». El bandido entonces le corta el brazo derecho y repite su petición: «¿Reniegas ahora?». Nada que hacer. Le da otro golpe. Ana dice: «La puerta del cielo está abierta» y susurra por tres veces el nombre de Jesús, bajando la cabeza. El sectario le da el golpe final y, con un tajo, arranca su cabeza.
Esta es la misma historia repetida a lo largo de los siglos y de las culturas. También hoy se repiten los asesinos de cristianos del mismo modo: es la marca del diablo que se copia hasta la saciedad. El sectarismo anticatólico es el germen de esta irracionalidad satánica: denunciémoslo con la luz de la verdad y el testimonio santo de los mártires.
25 de julio. SANTIAGO, APÓSTOL DE LA IGLESIA
Una historia que no debe ser olvidada y sí transmitida y relatada por los creyentes de habla hispana en sus comunidades y al mundo, para gloria de Dios, de la Virgen María y de los santos.
El origen Galileo de Santiago puede en cierto grado explicar el fuerte temperamento y la vehemente personalidad que les ganaron, a él y a su hermano menor San Juan, el sobrenombre de Boanerges, "hijos del trueno" (Marcos 3:17). Ambos eran hijos del pescador Zebedeo. Cuando Juan el Bautista proclamó el reino del Mesías, Santiago y San Juan se hicieron discípulos suyos (Juan 1:35); puede ser que Santiago fuese el primer discípulo del "Cordero de Dios" y posteriormente llamase a San Juan del mismo modo que Andrés llamó a su hermano Pedro. La llamada a Santiago para el apostolado es recortada en una narración idéntica o paralela por Mateo 4:18-22; Marcos 1:19 sq.; y Lucas 5:1-11. Los dos hijos de Zebedeo, así como Simón (Pedro) y su hermano Andrés con quienes ellos estaban asociados (Lucas 5:10), fueron llamados por el Señor en el Mar de Galilea. Los hijos de Zebedeo "al punto, dejadas las redes y a su padre, le siguieron" (Mateo 4:22), y se convirtieron en "pescadores de hombres".
Santiago es con todas las razones que veremos a continuación santo patrón del pueblo y las empresas de España. Y ello explica muchos sucesos y protagonismos históricos, al tiempo que nos da también luces y esperanzas para los tiempos que corren y para el devenir de la fe y de su propagación en el mundo. Pero sigamos con su historia.
En los cuatro evangelios se enlistan los nombres de Santiago y Juan, y de Pedro y Andrés, formando el primer, selecto y prominente grupo de apóstoles (cf. Marcos, xiii, 3); especialmente Pedro, Santiago y Juan. Solamente estos tres Apóstoles fueron admitidos a presenciar el milagro de resucitar a a la hija de Jairo (Marcos, v, 37; Lucas, viii, 51), la Transfiguración (Marcos, ix, 1; Mateo, xvii,1; Lucas, ix, 28), y la Agonía en Getsemaní (Mateo, xxvi,37; Marcos, xiv,33).
Imagen del Apóstol sobre su sepulcro en la Catedral Compostelana. No es de extrañar que el temperamento de Santiago haya moldeado también el carácter de lo español tal y como es percibido desde fuera.
Varios incidentes repartidos a través de los tres primeros evangelios sugieren que Santiago y Juan tenían una personalidad particular. Ellos eran impetuosos, apasionados y fuertes de carácter. Los dos hermanos mostraron su fiero temperamento en contra de "cierto hombre que expulsaba demonios" en el nombre de Cristo; contestaron, diciendo: "se lo prohibimos, porque no andaba con nosotros" (Lucas, ix,49). Cuando los samaritanos rehusaron recibir a Cristo, Santiago y Juan dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos que llueva fuego del cielo y los devore?" (Lucas, ix,54; cf. v. 49).
Durante la última jornada hacia Jerusalén, la madre de Santiago y Juan, Salomé, acudió al Señor y le dijo: “dispón que estos dos hijos míos tengan su asiento en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda" (Mateo, xx,21). Y los dos hermanos se unieron a su madre en esta ansiosa ambición (Marcos 10:37). Y a la afirmación de que ellos estarían dispuestos a beber del cáliz que El bebiera, y de ser bautizados con el bautismo de Sus sufrimientos, Jesús les aseguró que ellos compartirían Su pasión (Marcos 10:38-39).
San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Se supone que tras el "id y predicad" y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés algunos apóstoles partieron de inmediato a evangelizar. No es de extrañar que Santiago fuese el primero de ellos en salir ni tampoco que su destino fuese el mundo más lejano: Hispania. Realmente Santiago fue el primero de los apóstoles en casi todo y también fue por ello el primero en morir por Cristo.
Iglesia de Santiago en Santa Lucía (Cartagena) a pocos metros del lugar del desembarco
La tradición nos dice que Santiago desembarca en Cartagena (Santa Lucía) y que viajó por toda la península. Podemos datar este viaje entre los años 32 y 42. Ello hace probablemente de España el primer país evangelizado y con casi toda probabilidad aquí estuvo la primera Iglesia cristiana fuera de Palestina pues la de Antioquía no comenzó a existir hasta el año 37. Ciertamente en España estuvo por tanto la primera Iglesia en Europa y puede que haya sido en Cartagena donde las actuales investigaciones arqueológicas deben arrojar más luz sobre esta premisa.
La aparición del año 40, la primera de la Virgen
"Los Morales", un códice del siglo XIII que se guarda en los archivos de Zaragoza, explican que Santiago el Mayor salió de Palestina después que Jesucristo pidiera a todos sus apóstoles que fueran a predicar el Evangelio a todas las partes del mundo. El autor anónimo de "Los Morales" narra un diálogo de despedida entre el apóstol y la Virgen, donde María le da coraje para su nueva andadura y le comunica que "en aquella ciudad que mayor número de hombres conviertas a la fe, edifiques una iglesia según yo misma te daré a entender". Según el códice, "en Zaragoza predicó muchos días, logrando convertir para Cristo a 8 hombres. Con estos convertidos se entretenía en enseñanzas sobre el reino de Dios, y por la noche iba a una orilla del río donde se echaba en la paja". Tal y como explica este libro, en una de esas noches, vio en los cielos un camino de luz, sonoro de canciones y de ángeles que cantaban la canción "Ave María, gratia plena". Inmediatamente se le apareció en carne viva la Virgen María encima de un pilar (columna) y le dijo:"He aquí hijo mío Jacobo, el lugar de mi elección. Mira este pilar que me asiento, enviado por mi hijo y maestro tuyo. En esta tierra edificarás una capilla. Y el Altísimo obrará, por Mi, milagros admirables sobre todos los que imploren, en sus necesidades, mi auxilio. Este pilar quedará aquí hasta el fin de los tiempos, para que nunca le falten adoradores a Jesucristo".Los ángeles se retiraron llevando a María en los cielos hacia Jerusalén o Éfeso.
La basílica de El Pilar en Zaragoza
Este prodigio está fechado en el año 40 de nuestra era, y según el Calendario Romano el día 2 de enero aunque la festividad de Nuestra Señora del Pilar sea hoy el 12 de Octubre. Santiago partió de España junto con algunos de los nuevos conversos, para trasladarse de vuelta a Jerusalén y dar noticia de las gracias operadas en su misión. En este viaje visitó con toda probabilidad a María en Éfeso. María le predijo la proximidad de su muerte en la ciudad santa, y lo consoló y lo confortó en gran manera. Santiago se despidió de María y de su hermano Juan, y se dirigió a Jerusalén, donde al poco tiempo fue hecho prisionero junto con San Pedro por Herodes Agripa el año 44.Cuando San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y a los demás", que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Santiago, sin embargo estaba también preso y presto al martirio.
Fue llevado al monte Calvario, fuera de la ciudad. Durante el recorrido, estuvo predicando y aún fue capaz de convertir a algunas personas. Cuando le ataron las manos, dijo: "Vosotros podéis atar mis manos, pero no mi bendición y mi lengua". Un tullido que se encontraba a la vera del camino, clamó al apóstol que le diera la mano y lo sanase. El apóstol le contestó: "Ven tú hacia mí y dame tu mano". El tullido fue hacia Santiago, tocó las manos atadas del apóstol e inmediatamente sanó. Josías, la persona que había entregado a Santiago, fue corriendo hacia él para implorar su perdón. Este hombre se convirtió a Cristo. Santiago le preguntó si deseaba ser bautizado. Él dijo que sí, por lo que el apóstol lo abrazó y le dijo: "Tú serás bautizado en tu propia sangre". Y así se cumplió más adelante, siendo Josías asesinado posteriormente por su fe. En otro tramo del recorrido, una mujer se acercó a Santiago con su hijo ciego para alcanzar de él la curación obteniéndola de inmediato.
El primer apóstol mártir
Una vez llegado al Monte Calvario, el mismo lugar donde años antes fue crucificado nuestro Señor, Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron.
Desembarco de los restos de Santiago en Iria Flavia
Según la tradición hispánica, que recogen los calendarios mozárabes, siete discípulos del Apóstol Santiago: Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio, fueron enviados de vuelta de Roma a España por san Pedro y san Pablo a continuar la evangelización. Puede que estos varones apostólicos sean los mismos compañeros del viaje de Santiago a su regreso de la Península a Palestina y que sean ellos también los que recogieron sus restos para devolverlos a Hispania y en concreto a Compostela tras su maririo.
La Catedral Compostelana
Por tanto, cuando cuenta San Pablo que él, la primera vez que subió a Jerusalén (año 37) después de su conversión (año 35), fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino sólo a Santiago, se refería ya al otro Santiago, al menor. Y la última vez que San Pablo fue a Jerusalén (año 48), se dirigió antes que todo "a visitar a Santiago” -también el menor- (Hech. 21,15). Cuando San Pablo dice en la carta que escribió a los Gálatas en el año 57 que: "Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia", se refiere también al menor. No debemos confundir a los dos Santiagos, aunque tengan mucho en común.
La fe cristiana traída a la España romana por los apóstoles, Santiago el Mayor, Pablo de Tarso (que desembarcaría en Tarragona en el año 64 para confirmar y organizar la primera Iglesia apostólica que hubo en el mundo), y sembrada por los siete varones apostólicos y por los militares cristianos romanos de guarnición en tierras hispánicas, prendió y arraigó como buena semilla en el alma y en el corazón de nuestros antepasados celtas e íberos; dando santos, tales, como Fructuoso, Augurio y Eulogio de Tarragona, Vicente de Valencia y Lorenzo de Huesca, Justo, Pastor y Leocadia de Toledo, Sabina y Cristina de Ávila, Eulalia de Mérida; y sabios y doctos personajes, tales como Osio de Córdoba, asesor del emperador Constantino y figura principal del Concilio de Nicea, y el papa Dámaso.
Santiago interviniendo en la batalla de Clavijo en ayuda de los cristianos y de la reconquista de España para la verdadera fe.
A lo largo de los siglos los frutos de la primera semilla sembrada por Santiago han germinado en un compromiso de amor mediante el que Santiago ha protegido la fe de los cristianos de España y sus empresas y estas han difundido la devoción al apóstol y a la madre de Dios por todo el orbe.
El Camino de Santiago que unió a la Cristiandad en las huellas de las pisadas que en él han dejado tantos testigos de la fe y buenos cristianos de los diversos tiempos y pueblos.
La herencia de este acuerdo y de esta protección está hoy viva. La lengua española es la lengua que hablan la mayoría de los católicos del mundo. La fe se propaga hoy en día gracias a las nuevas fundaciones nacidas en el crisol del patrimonio hispánico (mayormente el Opus Dei, la Legión de Cristo y el Camino Neocatecumenal), y gracias a las almas contemplativas que pueblan conventos por doquier en el mundo (el 90% de las clausuras del mundo hablan español).
Seamos herederos fieles de esta gracia y pidámosle a Dios no desmerecer esta herencia. Que el desaliento y la desesperanza nunca cundan entre nosotros.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI ET IACOBI APOSTOLI.
7 de agosto
MIGUEL DE LA MORA DE LA MORA
Nació en Tecalitlán (Colima), el 19 de junio de 1878. Capellán
de la Catedral de Colima, sacerdote sencillo, discreto, ordenado y puntual,
siempre se mostró lleno de caridad para con los pobres y dispuesto
a servir. Colima fue el primer estado de la República Mexicana en
que el gobierno exigió la inscripción de los sacerdotes para
otorgarles licencias de ejercer. El Obispo y sus sacerdotes protestaron
afirmando que sufrirían todo antes que ser traidores a su fe y de
su fidelidad a la Iglesia. La respuesta del gobierno fue procesar y desterrar
a todos los sacerdotes. El Padre Miguel, como algunos otros, se ocultó
para continuar prestando ayuda a los fieles. Fue descubierto y amenazado
de cárcel definitiva si no abría el culto en la Catedral,
contra lo dispuesto por el Obispo. Ante la presión del gobierno militar
prefirió salir de la ciudad. En el camino fue apresado y llevado
ante el general, quien lo condenó a ser pasado por las armas. Caminó
en silencio hasta donde le indicaron y como proclamación de su fe
y de su amor a María Santísima sacó su rosario, empezó
a rezarlo, y con él en la mano, cayó abatido por las balas.
Eran las doce del día 7 de agosto de 1927.
México, el objetivo de la primera visita pastoral de Juan Pablo II, es el país más católico del orbe si hacemos valer el número de vocaciones. En ello cuenta sobremanera tres causas: los heroicos evangelizadores como Bernardino de Sahagún y compañeros, la Virgen de Guadalupe, y la sangre de sus mártires en pleno siglo XX.
9 de Agosto Santa Edith Stein
Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein (1891-1942)
monja, Carmelita Descalza, mártir
Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau
el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta
hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más
que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección
por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de
su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio. El padre,
comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido
aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita
y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola,
debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión
de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos
una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia
y por libre elección dejé de rezar".
Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".
En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.
Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ". Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda. Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".
Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica. En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad". Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".
En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida. En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ". El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".
El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".
Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".
22 de septiembre. San Mauricio
El tema de los objetores de conciencia no es de nuestros días. Ya existieron en el siglo III de nuestra era cristiana.
El emperador Maximiano marchaba a la Galia a sofocar una revuelta. Tenía entonces el emperador una legión por nombre Tebea. Eran soldados cristianos que procedían del Alto Egipto. Al mando de esta legión estaba Mauricio. Justo antes de marchar para Francia, visitó Mauricio al Papa Marcelo en Roma.
Iban las tropas de camino. Se detuvieron en Suiza por orden del emperador, que era un estricto observante de la religión pagana, para ofrecer sacrificios a los dioses con el fin de que los protegieran en las batallas que les aguardaban.
Y he aquí que los soldados valerosos de esta legión se niegan en rotundo a hacer semejante culto a los dioses romanos. Ante esta actitud insólita, son apartados del resto del ejército y acusados de sedición. Mauricio arguyó que si no les obligaban a sacrificar a los dioses lucharían contra el enemigo de Roma pero que si les obligaban ellos renunciaban incluso a defenderse del castigo que les impusiese el emperador.
Maximiano se enteró de lo que consideró una deserción y ordenó que los decapitaran a todos. Los tebanos, en lugar de atemorizarse por la futura muerte, dan muestras de una valentía increíble. Levantan un altar cerca del lago Lehman, donde se encontraban, y esperan su martirio. Este se produce inexorablemente. Tres soldados de otras legiones que se negaron por respeto a apropiarse de las propiedades de los Tebanos y confesaron su fe, fueron martirizados también.
Los cristianos, siempre amantes de sus héroes santos, comenzaron a tributarles culto en el siglo IV. Es más, se comprometieron a dar a conocer esta hazaña al mundo entero mediante cartas o viajes por el imperio. Muchos soldados cristianos después a lo largo de los siglos, cuando tenían que luchar, rezaban a san Mauricio y su legión para que los defendiera de los peligros de contaminarse con el afán de rapiña, venganza, y lo que pudiese desdecir del caballero cristiano. Más vale una muerte digna por amor a Dios que una vida hipócrita por amor a los hombres.
25 de septiembre, El Santo
Niño de la Guardia
El Santo Niño de la Guardia, era un inocente chiquillo de tres a cuatro
años, de nombre Cristóbal, hijo de Alonso Martín de Quintanar y de Juana
la Guindera. Entre febrero y marzo de 1489, atrayéndolo con engaños, varios
judíos lo raptaron y escondieron en la Hoz de La Guardia, dehesa próxima
a la ribera del Algodor. Los raptores, como se acercaba la semana en que
los cristianos conmemoraban la crucifixión de Jesús, pensaron que era buena
ocasión para repetir en aquélla indefensa criatura la pasión de Cristo.
Se trasladaron, en efecto, los verdugos a una de las cuevas que se abren
en el accidentado terreno del término de La Guardia, en carreocaña, amparados en el secreto de la noche del
Viernes Santo de 1489, a la luz de una candela, y tapada la boca de la caverna
con una manta o una capa, realizaron en el niño toda clase de perfidias.
La sentencia inquisitorial condenatoria de uno de los cómplices, el mozo
judío Yucé Franco, zapatero de Tembleque, nos describe que extendieron los
brazos y piernas del niño en dos palos puestos a manera de cruz, le azotaron,
escupieron y abofetearon, poniéndole una corona de hierbas espinosas en
la cabeza, que también le colocaron las espaldas y plantas de los pies.
Finalmente, le vaciaron toda la sangre del cuerpo, y, abriéndole el pecho,
le sacaron el corazón guardándolo en salmuera.
Durante el crimen ritual, usaron una hostia consagrada, que, rescatada del
equipaje de Yuce en el momento de su detención, se conserva aún en el Convento
de Santo Tomás, en Toledo, dentro de un envase a modo de relicario. Todos
los participantes confesaron por separado la misma historia, con los mismos
detalles y la misma narración de los hechos.
El crimen, como bien lo señaló el sabio judío I. Loeb, no es uno de tantos
crímenes rituales que durante la Edad Media se atribuyó a los judíos, a
quienes se acusaba de muerte de niños cristianos. El caso del Santo Niño
es muy distinto. Se trata de una verdadera acción diabólica
con interposición humana necesaria. El diablo odia a los niños
y a las madres embarazadas como consecuencia de su frustración al
no poder devorar a la criatura de la que nos habla el Apocalipsis. Tras
la crucifixión y muerte, al nño, le arrancaron el corazón; y ello
sucedió el 31 de marzo de 1491. Tanta crueldad no se entiende si uno se
olvida de Satanás. Por eso, el aborto, es el gran triunfo de Satán
en el mundo moderno.
El culto comenzó muy temprano, pues ya en las visitas eclesiásticas a partir
de 1501 hallamos referencias a los santuarios constituidos en los lugares
donde el tierno niño padeció o fue enterrado y La Guardia le tomó por Patrón,
celebrando fiesta solemne así en el día de los Santos Inocentes como el
25 de marzo o en la semana de quasimodo (primera de Pascua); sólo desde
1580 se votó para que su fiesta se celebrase en adelante el 25 de septiembre
de cada año. El Papa Pío VII canonizó al niño asesinado como San Cristofer,
autorizando su culto en la Iglesia de Toledo. Existe un altar en su honor
y el pueblo de La Guardia guarda su memoria hasta nuestros días. Su tragedia
y su alma se recuerdan como la del “Santo Niño de La Guardia”.
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28 de Septiembre
San Lorenzo Ruiz y compañeros mártires LORENZO
Ruiz, filipino, laico. Nacido en Binondo (Manila) de padre chino y madre
filipina. Educado por los dominicos y ayudante de ellos, se hace miembro
de la Confraternidad del Rosario. Se casa y es padre de tres hijos. Implicado
en un oscuro hecho de sangre, se unió al grupo del P. González
para salvarse. En Japón fue arrestado y se declaró dispuesto
a dar mil veces la vida por Cristo. Es el Protomártir de Filipinas.
El milagro propuesto para la Canonización
Ocurrió en Manila el año 1983 por la invocación al grupo en favor de Cecilia Alegría Policarpio, niña de dos años, curada de forma completa y definitiva de una parálisis cerebral anatómica y funcional, sin ninguna terapia eficaz. El milagro ha sido reconocido por Juan Pablo II el 1 de junio de 1987.
Las razones de los perseguidores
" Los seguidores de Cristo, llegados imprevistamente en Japón, no solamente vienen trayendo mercancía en sus naves, sino también, sin permiso alguno, han extendido y propagado su malvada ley, destruyendo aquella buena y legítima y conspirando para derrocar el poder en nuestro país. Esto es el inicio de una gran calamidad, que con todo medio es necesario evitar. El Japón es un país shintoista y budista, que venera a los Dioses, honra a Buda y tiene en gran estima el camino de la benevolencia (confucionismo).
Los seguidores de los Padres (los cristianos) han desobedecido todos a las órdenes dadas por gobierno, despreciando la religión ... y destruyendo el bien. Viendo aquellos que deben ser ajusticiados (los mártires) se alegran y corren detrás de ellos, espontáneamente, los adoran y los saludan. Tal es el supremo ideal de esta religión. Si no se la prohibe inmediatamente, vendrán calamidades sin fin sobre el Estado. Que estos cristianos sean exterminados sin demora en todas las regiones del Japón, de forma que no tengan lugar donde poner sus pies o sus manos. Si alguno se atreviera a contravenir esta orden, sea castigado con la muerte". (Tomado del edicto de 1614, cuya doctrina es retomada substancialmente en los de 1633 y 1636).
1 de Octubre
AGUSTÍN ZHAO RONG (+ 1815) Y 119 COMPAÑEROS, MÁRTIRES
EN CHINA (+ 1648 – 1930).
El Evangelio se anunció en China en el siglo V y, a primeros del VII,
se erigió allí la primera iglesia. Durante la dinastía
T'ang (618-907) la comunidad de los cristianos estuvo floreciente durante
dos siglos. En el XIII la comprensión del pueblo chino y de sus culturas,
que supo tener un misionero como Juan de Montecorvino, lograron que se pudiera
dar impulso a la primera misión católica en el «Reino
del medio» con sede episcopal en Beijín.
La calidad de la vida religiosa de estos misioneros fue lo que indujo a no pocas personas de alto nivel a sentir la necesidad de conocer mejor el espíritu evangélico que los animaba y, luego, de instruirse en los postulados de la religión cristiana: lo cual se hizo de manera conveniente a sus características culturales y a su modo de pensar. A finales del siglo XVI y primeros del XVII, fueron numerosos los que, una vez adquirida la debida preparación, pidieron el bautismo y llegaron a ser cristianos fervientes, manteniendo siempre con justo orgullo su identidad de chinos y su cultura.
Pero desgraciadamente la cuestión espinosa de los «ritos chinos»,
irritó sobremanera al emperador K'ang Hsi y preparó la persecución
(fuertemente influenciada por la del vecino Japón), que en unos sitios
más en otros menos, abierta o solapada, violenta o velada,s e extendió
prácticamente con sucesivas oleadas desde la primera década
del siglo XVII hasta la mitad del siglo XIX, matando a misioneros y a fieles
laicos y destruyendo no pocas iglesias. Fue exactamente el 15 de enero de
1648 cuando los Tártaros, habiendo invadido la región
del Fujian y mostrándose hostiles a la religión cristiana,
dieron muerte al Beato Francisco Fernández de Capillas, sacerdote
de la Orden de los Frailes Predicadores. Después de haberlo encarcelado
y torturado, lo decapitaron mientras rezaba con otros los misterios dolorosos
del Rosario.
El Beato Francisco Fernández de Capillas ha sido reconocido por la Santa Sede como Protomártir de China.
Hacia la mitad del siglo siguiente, el XVIII, otros cinco misioneros españoles, que habían ejercido su actividad entre los años 1715-1747, fueron también asesinados como resultado de una nueva ola de persecución iniciada en 1729 y con secuaces más encarnizados en 1746. Era la época de los emperadores Yung-Cheng y de su hijo K'ien-Lung. Una nueva fase de régimen de persecución en relación con la religión cristiana se desató posteriormente en el siglo XIX.
Mientras algunos Emperadores de los siglos precedentes habían autorizado el catolicismo, el Emperador Kia-Kin (1796-1821) publicó en cambio numerosos y severos decretos en contra. El primero se remonta al 1805; dos edictos del 1811 iban dirigidos contra aquellos de entre los chinos que hacían los estudios para recibir las órdenes sagradas y contra los sacerdotes que propagaban la religión cristiana. Un decreto del 1813 exoneraba de cualquier castigo a los apóstatas voluntarios, es decir, a los Cristianos que declaraban espontáneamente que abandonaban la fe cristiana, pero amenazaba a todos los demás.
En este período sufrió el martirio el Beato Pedro Wu, laico catequista, chino, nacido de familia pagana, recibió el bautismo en 1796 y pasó el resto de su vida anunciando la verdad de la religión cristiana. Todas las tentativas para hacerlo apostatar fueron vanas. Emitida contra él la sentencia de muerte, fue estrangulado el 7 de noviembre de 1814.
Siguió sus pasos en la fidelidad a Cristo el Beato José Zhang-Dapeng, laico catequista, comerciante, bautizado en el 1800, llegó a ser después el alma de la misión en la ciudad de Kony-Yang. Encarcelado, murió estrangulado el 12 de marzo de 1815.
Este año (1815) se promulgaron otros dos Decretos, en los que se aprobaba la conducta del Virrey del Sichuan, que había hecho decapitar a Mons. Dufresse, de las Misiones Exteriores de París,y a muchos cristianos chinos. Siguió una persecución más exacerbada.
El 28 de enero de 1858, por orden del mandarín de MaoKou (en la
provincia de Guizhou), fueron matados tres catequistas, conocidos como Mártires
de MaoKou:
Transcurrió así un siglo de expansión de las misiones
cristianas, con la excepción hecha del período en que se abatió
sobre ellas la desgracia de la insurrección de la «Asociación
de la justicia y de la armonía» (conocida comúnmente
como de los “Boxers”), que ocurrió al principio del siglo
XX y causó el derramamiento de sangre de muchos cristianos.
El hecho de que un considerable número de fieles laicos chinos haya
ofrecido la vida a Cristo juntamente con los misioneros que les habían
anunciado el Evangelio y se habían prodigado por ellos pone en evidencia
la profundidad de los vínculos que la fe en Cristo establece, reuniendo
en una sola familia personas de razas y culturas diversas, estrechamente
hermanados entre sí, no ya por motivos políticos, sino en
virtud de una religión que predica el amor, la fraternidad, la paz
y la justicia.
Años después, al nutrido ejército de los Mártires arriba recordados iban a unirse algunos Miembros de la Sociedad Salesiana de S. Juan Bosco que fueron asesinados juntos el 25 de febrero de 1930 en Li-Thau-Tseul.
China es hoy también campo fecundo de mártires. Están por escribirse las heroicas muertes de sacerdotes y laicos perseguidos por el régimen comunista a causa de su fe.
Mártires de Turón
El martirio de estos religiosos -a excepción del último- nada tuvo que ver con la guerra civil del 36, pues fueron asesinados dos años antes, cuando aun no se había producido el alzamiento militar. Este hecho deshace la tesis de que la persecución religiosa de 1936 fue una reacción de los rojos contra la sublevación militar en la que, según ellos, habría colaborado la Iglesia. Esta tesis es completamente falsa y la Historia ha demostrado que no existe prueba alguna para defenderla.
Fueron mártires de una persecución religiosa, preludio de lo que sucedería tres años más tarde en toda la España republicana. Por eso no vale decir: Los mataron en guerra, porque no cayeron en el campo de batalla, ni fueron víctimas de la represión política. Fueron sencillamente mártires de la fe. Ser religiosos: ésta fue la única causa de su martirio. Los mártires de Turón fueron ocho hermanos de las Escuelas Cristianas y un padre pasionista. Los Hermanos dirigían una escuela en Turón, un pequeño pueblo en el centro de un valle minero de la región asturiana. Sus nombres son:H. Cirilo Bertrán (José Sanz Tejedor), nacido en Lerma (Burgos) en 1888.H. Marciano José (Filomeno López y López), nacido en El Pedregal (Sigüenza-Guadalajara) en 1900.H. Victoriano Pío (Claudio Bernabé Cano), nacido en San Millán de Lara (Burgos) en 1905.H. Julián Alfredo (Vilfrido Fernández Zapico), nacido en Cifuentes de Rueda (León) en 1903.H. Benjamín Julián (Vicente Alonso Andrés), nacido en Jaramillo de la Fuente (Burgos) en 1908.H. Augusto Andrés (Román Martínez Fernández), nacido en Santander en 1910.H. Benito de Jesús (Héctor Valdivielso Sáez), nacido en Buenos Aires en 1910.H. Aniceto Adolfo (Manuel Seco Gutiérrez), nacido en Celada Marlantes (Santander) en 1912; y el P. Inocencio de la Inmaculada (Manuel Canoura Arnau), nacido en el Valle de Oro, Mondoñedo (Lugo) en 1887. Estaba con los Hermanos porque le habían llamado para preparar a los niños a celebrar el primer viernes de mes, que coincidía el 5 de octubre.
A ellos hay que unir en la canonización a otro hermano de La Salle, Hilario Jaime (Manuel Barbal Cosán), martirizado en Tarragona en 1937, que fue beatificado en 1990 con todos los anteriores.
Los nueve religiosos fueron concentrados en la Casa del Pueblo de Turón, a la espera de la decisión que había de tomar el Comité revolucionario. Bajo la presión de algunos extremistas, el Comité decidió la condena a muerte de estos religiosos que tenían una notable influencia en la localidad, en cuanto que gran parte de las familias de la misma llevaban a sus hijos a su escuela. La decisión se tomó en secreto: los religiosos serían fusilados en el cementerio del pueblo poco después de la una de la madrugada, el día 9 de octubre de 1934.
Los asesinos fueron reclutados de otros lugares, porque en el pueblo de Turón no encontraron quienes estuvieran dispuestos a perpetrar semejante crimen. Las víctimas comprendieron de inmediato las intenciones del Comité y se prepararon generosamente al sacrificio con la oración, la confesión, y otorgaron el perdón a sus asesinos. Su ejemplo alentó a los demás prisioneros, que también se acercaron al Sacramento de la reconciliación. La última noche parecía que iba a resultar como las anteriores. Se acomodaron sobre el suelo y se dispusieron a dormir en la medida de lo posible. Mientras tanto, en su cercana escuela se reunían los que iban a cumplir la sentencia que había dictado el Comité. A la una de la madrugada del 9 de octubre de 1934, quinto día de la revolución, se abrió de improviso la puerta de la sala en donde se hallaban los detenidos. Todos dormían, salvo el director, Hermano Cirilo. Los verdugos obligaron a los nueve religiosos a entregarles sus pertenencias y los separaron de los otros detenidos. Les comunicaron que pensaban llevarlos al frente, para servir de parapeto ante los soldados. Tardaron de ocho a diez minutos en conducirlos hasta el cementerio.
Caminaron juntos y serenos. Fueron muertos con dos descargas de fusilería, y rematados a tiros de pistola. Allí estaba preparada una zanja de unos nueve metros. Se les colocó ante ella. Ante sus ojos, a unos 300 metros, se alzaba el edificio del colegio, iluminado a aquellas horas de la noche. Fue lo último que contemplaron los mártires. El jefe de los milicianos dio la orden de ejecución. Con dos descargas quedaron acribillados. Algunos, que habían quedado con señales de vida, recibieron un disparo de pistola. El enterrador recibió la orden de echar tierra sobre los cuerpos. Lo hizo, y se marchó pronto. La serenidad y valentía con la que los nueve religiosos aceptaron el martirio impresionó a los asesinos, como más tarde ellos mismos declararían.
Mientras tanto, el grupo de asesinos se volvía hacia sus puntos de origen, desconcertados por la serenidad de las víctimas, que no habían proferido una protesta. El jefe de los asesinos, días después, detenido en la cárcel de Mieres, reconocía:
Los hermanos y el padre oyeron tranquilamente la sentencia y fueron con paso firme y sereno hasta el cementerio. Sabiendo a dónde iban, fueron como ovejas al matadero; tanto que yo que soy hombre de temple, me emocioné por su actitud... Me pareció que por el camino, y cuando estaban esperando ante la huerta, rezaban en voz baja.
En las casas del valle comenzó a correr la noticia de que todos los profesores de la Escuela habían sido fusilados por la noche en el cementerio. La repulsa fue general, incluso en aquellos que simpatizaban con la revolución. Era un acto de crueldad repugnante e inútil.
Los habitantes de Turón los consideraron mártires desde el primer momento. La Iglesia ya lo ha reconocido oficialmente.
9 de octubre. San Luis Bertrán.
En el antiguo reino de Valencia, durante el siglo XVI había una vida cristiana floreciente, y no faltaban esas grandes luces de santidad, por las que Cristo ilumina a su pueblo.
Concretamente, por esos años nacieron o vivieron en el reino valenciano grandes santos, como el general de los jesuítas, nacido en Gandía, San Francisco de Borja (1510-1572), el beato franciscano Nicolás Factor (1520-1583), el franciscano de la eucaristía, San Pascual Bailón (1540-1592), y el beato Gaspar Bono, de la orden de los mínimos (1530-1604). Y en ese mismo tiempo tuvo Valencia como arzobispos al agustino Santo Tomás de Villanueva (1488-1555) y a San Juan de Ribera (1540-1592). San Luís Bertrán (o Beltrán en castellano) pertenece también a este grupo de santos. En Valencia lo celebramos hoy día 8 por ser mañana 9 la festividad de la dedicación de la catedral, aniversario de la entrada de los cristianos en el siglo XIII tras cuatro siglos de dominio moro.
Nació San Luis en Valencia en 1526, y fue bautizado en la misma pila bautismal en la que habían bautizado 175 años antes al también valenciano San Vicente Ferrer, el cual era familiar de su padre. Tuvo el honor de que la ordenación sacerdotal se la confiriera santo Tomás de Villanueva. Y a estos grandes hombres de Dios los imitó siendo extremadamente humilde, y practicando la obediencia en grado heroico como sacerdote dominico.
En 1562 fue enviado como misionero a las tribus de indios en el norte de Colombia. Cuando llegó no sabía hablar sino el español, pero Dios le concedió el don de lenguas y en poco tiempo aprendió a hablar en los idiomas de sus indígenas, de una manera tan admirable que nadie se explicaba cómo lo había logrado. En casi siete años (de 1562 a 1569) convirtió miles de indios desde Panamá hasta el Golfo de Urabá, en regiones palúdicas y llenas de toda clase de mosquitos y de alimañas peligrosas. En los registros que dejó escritos por su propia mano señala que bautizó más de 15,000 indios. Predicó a tribus sumamente salvajes que varias veces trataron de asesinarlo pero no lo lograron.
En 1569 fue llamado a España a seguir formando los futuros misioneros. A estos les insistía en que el arma más poderosa para ganar almas es rezar mucho y hacer sacrificios. Y les repetía que las buenas palabras del que enseña religión deben ir siempre acompañadas de buenas obras, porque si con el mal ejemplo destruimos lo bueno que sembramos con la predicación, eso es fatal.
Murió el 9 de octubre del año 1581 en las manos del santo arzobispo Juan de Ribera. Su cuerpo, como el de la mayoría de los santos valencianos fue quemado en el genocidio anticatólico que desarrolló la guerra civil española de 1936-39 y que en Valencia produjo más mártires que todas las persecuciones romanas juntas.
19 de octubre. San Juan Brébeuf, San Isaac Jogues y
Compañeros Mártires
San Juan de Brébeuf y otros misioneros fueron de los primeros exploradores
blancos en establecerse en lo que hoy en día es Ontario. Siguiendo a los
mercaderes de pieles, fray Brébeuf y otros sacerdotes fueron al Nuevo Mundo
para tratar de convertir al cristianismo a los nativos americanos. Decir
que encontraron resistencia es un eufemismo; fueron torturados y matados,
y sus misiones destruidas. Como misioneros, su éxito fue problemático. Como
exploradores se las arreglaron algo mejor, convirtiéndose en parte de los
anales de la historia.
Los ocho jesuitas franceses que fueron ejecutados por Cristo en América del
Norte en el siglo XVII se pueden distribuir en dos grupos: unos padecieron el
martirio cerca de Auriesville, en el actual Estado de Nueva York, en territorio
de los iroqueses: son San Renato Goupil-el protomártir de EEUU (29 de
septiembre de 1642) y los Santos Isaac Jogues y Juan de La Lande (18 de octubre
de 1648).
Los demás recibieron la muerte en territorio de Canadá habitado por los hurones:
son los Santos Carlos Daniel (4 de julio de 1648), Juan de Brebeuf y Gabriel
Lalemant (16 de marzo de 1649), Natal Chabanel (diciembre de 1649) y Carlos
Garnier (7 de diciembre de 1642). Isaac Jogues había sido apresado y torturado
por los iroqueses en 1642. Más tarde, liberado por los holandeses, había
regresado a Francia donde produjo enorme impresión el relato de sus
sufrimientos. Pero quiso retornar de nuevo, al cabo de tres meses: «Mis pecados,
escribía, me han hecho indigno de morir entre los iroqueses»
El Señor no había de tardar en atender el deseo de su siervo, de quien pudo
afirmar un compañero que «era un alma pegada, si cabe hablar así, al Santísimo
Sacramento». Juan de Brébeuf, el hombre más notable del grupo, era un místico
profundamente unido a Dios en la oración y la penitencia.
Había hecho el voto de no huir jamás de la ocasión del martirio. En cuanto a
Natal Chabanel, al que le torturaba la tentación de pedir su retorno a Francia,
hizo, el día del Corpus Christi en 1647, el «voto de estabilidad perpetua en
esta Misión de los Hurones». Isaac Jogues fue el primer sacerdote católico que
pisó Nueva Ámsterdam, hoy Nueva York; cayó prisionero de los iroqueses que le
torturaron hasta mutilarle ambas manos, consiguió huir, fue recibido en Francia
con grandes honores y, de nuevo en el Canadá, murió de un golpe de tomahawk en
la cabeza.
Compañero suyo de martirio fue el hermano Jean Lalande. En la hoguera perecieron
Antoine Daniel y Gabriel Lalemant, y los demás son Charles Garnier, muerto a
hachazos, Jean de Brébeuf, que expiró después de torturas inauditas, René Goupil
y Noel Chabanel, quien sentía tanta repugnancia por el ambiente en que se
encontraba que hizo voto solemne de no abandonar su puesto.
Ninguno abandonó su puesto, y cuando se les canonizó colectivamente en 1930 la
iglesia les hizo modelos de las prioridades espirituales sobre la propia vida.
25 de octubre. Beatas mártires de Algemesí
Día de Cristo Rey, 1936. María Teresa Ferragut y cuatro de sus hijas, religiosas, son martirizadas entre Algemesí y Alcira, en Valencia. María Teresa, como una moderna madre de los Macabeos, pidió ser la última para poder confortar y animar a sus hijas a dar la vida por Cristo.
Tener 83 años, en 1936, era ser muy mayor. De haber muerto de forma natural, su vida habría quedado en el anonimato. Era «una persona de pueblo», de una familia de labradores acomodados. Desde que María Teresa Ferragut se casó, a los 19 años, se había dedicado a cuidar de su familia. Sobrevivió a su marido y sus tres hijas mayores (eran ocho, y un chico). Otras cuatro entraron al convento, llevándose de su madre la devoción a la Eucaristía y una piedad que todos recordaban con admiración y cariño.
Además de por su familia, María Teresa también había trabajado mucho por la Iglesia. Conoció el amanecer de Acción Católica, y fue Presidenta local de las Conferencias de San Vicente de Paúl (asociación dedicada especialmente a servir a los pobres), además de pertenecer, entre otras entidades, al Apostolado de la Oración y a la Adoración Nocturna.
Antes de coronar con el martirio esta vida, vivió durante unas semanas en el convento improvisado en el que se había convertido su casa. Primero sor María Felicidad, por motivos de salud, y, al estallar la guerra, sor María Jesús y sor María Verónica (capuchinas las tres), y sor Josefa, agustina descalza, habían vuelto a la casa que las vio nacer y crecer; e intentaban llevar allí una vida lo más parecida a la de clausura.
Un chiquillo que hablaba con ellas de vez en cuando es hoy capellán del convento de capuchinas de Alicante -cuenta su abadesa, la madre María del Carmen Moñino-. También vive todavía, en la misma casa que entonces, Carmen, la vecina, que vio cómo, el 19 de octubre, llegaron los milicianos, buscando a las monjas. No entraba en sus planes llevarse a María Teresa, pero ella lo pidió. Salieron una a una, con ropas civiles, y las llevaron al convento de Fons salutis, convertido en prisión.
Seis días después, en la fiesta del Sagrado Corazón, hicieron subir a las religiosas a un coche para llevarlas adonde las matarían. «Donde van mis hijas, voy yo», insistió María Teresa, y vio cumplido su deseo. Pidió morir la última para dar ánimos a sus hijas, a quienes se les ofrecía el indulto si renegaban de su vida religiosa: «No temáis, esto es un momento, y el cielo es para siempre. Sed fieles a vuestro Esposo celestial». Después de caer la última de sus hijas, contestó a los milicianos que le preguntaban si no tenía miedo a la muerte: «Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo, y ahora no me voy a volver atrás. Matadme por el mismo motivo que a ellas, por ser cristianas».
Las cinco Beatas mártires de la familia Ferragut, de Algemesí, dejaron un hermano misionero capuchino, y una hermana casada. «Nunca buscaron la revancha» -explica don Ricardo Ferragut, amigo de la familia- y mostraron una gran capacidad de perdón. Nunca presentaron el martirio de su madre y hermanas «como algo heroico, sino como una consecuencia normal de su fe». El único nieto de María Teresa Ferragut, en la Transición, fue alcalde dos veces y buscó, con su cargo, «una verdadera reconciliación. En el pueblo siempre se les tuvo mucho aprecio». También «dedicó la mayor parte de sus bienes, sin decirlo, a los pobres, y otro mucho a varias obras de la iglesia, y ejerció de abogado sin cobrar».
Último jueves de octubre. Fiesta del Santo Cáliz
El sentido del Santo Cáliz de la Última Cena que veneraró el Papa en Valencia.
Según el profesor Salvador Antuñano Alea:
El Santo Cáliz de la Última Cena, que custodia la Catedral de la ciudad española de Valencia, funda su verosimilitud en indicios muy razonables --arqueológicos, históricos y de tradición--, pero para los cristianos lo más importante es «su condición de icono sacro». MADRID, viernes, 7 julio 2006 (ZENIT.org).
Y es que el pueblo cristiano lo venera porque «le representa y le traslada al momento sublime en que el Hijo de Dios nos dejó su Sangre como bebida antes de derramarla en la Cruz»: éste es el sentido del Cáliz de Valencia, explica Salvador Antuñano Alea a Zenit.
Doctor en Filosofía y profesor universitario en Madrid (en la Universidad Francisco de Vitoria), Antuñano se interesó por el Santo Grial a la vista de las conjeturas, los presuntos «poderes mágicos» que le atribuye la leyenda y la confusión de fronteras con historia y realidad. Fruto de su estudio fue el volumen «El misterio del Santo Grial. Tradición y leyenda del Santo Cáliz» (EDICEP, www.edicep.com, Valencia 1999).
La voz firme de la arqueología
Desde el punto de vista arqueológico, el conjunto del Santo Cáliz «está formado por tres partes --describe--: dos vasos de piedra y una montura de orfebrería». Ésta «puede fecharse, de acuerdo con su estilo artístico, entre el siglo XIII y el inicio del XIV», mientras que «el vaso que sirve de pie al Cáliz» «puede datarse en la Medina Azahara de Almanzor, en el siglo X o, si procediera de otro taller, entre ese siglo y el XII».
«La Copa propiamente dicha [el Cáliz], sin embargo, es mucho más antigua», expone el profesor Antuñano siguiendo ahora al catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, Antonio Beltrán, quien estudió el Cáliz por encargo del Arzobispo Olaechea (emérito de Valencia, fallecido en 1972).
Su precisión científica, la comparación que realizó con objetos similares y el análisis crítico de documentos «apuntan a un taller oriental --Egipto o Palestina-- y a los últimos momentos del arte helenístico (siglos II a.C.-I d.C.). –comenta Antuñano--. Se corresponde con el tipo de vasos usados para solemnidades o pertenecientes a casas ricas».
Tras sus estudios, el catedrático de Arqueología concluyó que esta ciencia confirma la verosimilitud histórica del Santo Cáliz, así como que «el pie es un vaso egipcio o califal del siglo X u XI y fue añadido, con rica orfebrería, a la copa, hacia el siglo XIV, porque se creía entonces, firmemente, que era una pieza excepcional».
Historia y tradición
«El documento histórico escrito más antiguo que nos habla con toda claridad del Santo Cáliz es la escritura de donación del Cáliz, hecha por los monjes de San Juan de la Peña al Rey de Aragón Don Martín I el Humano», fechada «el 26 de septiembre de 1399», sigue el profesor Antuñano explicando a Zenit.
El texto describe «fielmente el cáliz de piedra que se conserva hoy en Valencia. A partir de ese momento su trayectoria está completamente documentada», si bien «antes de esa fecha no conservamos documento que nos hable de él», constata.
Por lo tanto, a «la propia realidad material del Cáliz» se suma «una antigua tradición apoyada por vestigios e indicios razonables», aclara.
Es así que una antigua tradición, que corrobora el fundamento arqueológico, apunta que el Cáliz pasó de Jerusalén a Roma con San Pedro, y con él celebraron los misterios los primeros Papas. Y llegaría en torno al año 258 a España, a la zona de Huesca, enviado por San Lorenzo tras el martirio del Papa Sixto y antes del suyo propio, con la intención de preservarlo así del expolio de la persecución contra la Iglesia decretada por Valeriano.
«Allí estaría hasta la invasión musulmana, cuando los fieles lo salvarían ocultándolo en diversos puntos de la montaña --relata el profesor Antuñano--. A medida que la Reconquista avanza, se consolida también una discreta veneración en diversas iglesias», y «es muy posible que a mediados del siglo XI estuviera en Jaca, conservado por los obispos y que, al instaurarse el rito romano en el Reino de Aragón --año 1071-- pasara al Monasterio de San Juan de la Peña», en cuyo silencio «se conservaría durante más de tres siglos».
«Indicios suficientemente verosímiles» se desprenden por su parte del Nuevo Testamento: «resulta posible que Cristo celebrara la Última Cena en la casa de san Marcos»; éste era como un «secretario de san Pablo y de san Pedro, con quien parece que va a Roma», por lo que «no sería extraño que el evangelista hubiera conservado el vaso --un vaso de su vajilla-- en el que el Maestro consagrara la Eucaristía», ni sería raro «que se lo entregara a Pedro y éste a Lino», y de uno a otro a Cleto, a Clemente, y así sucesivamente.
No se puede olvidar que «el canon romano de la misa se elabora sobre el rito usado por los Papas de los primeros siglos» (recién citados), y «en una de sus partes más antiguas, la fórmula de la consagración, presenta una ligera variante con otras liturgias», pues establece las palabras: «del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo....», «de tal forma que parece insistir en un cáliz particular y concreto: el mismo que usara el Señor en su Cena», apunta Salvador Antuñano.
El itinerario histórico, bien documentado a partir de 1399, nos lleva a la ciudad de Valencia, que está a punto de visitar Benedicto XVI, donde en 1915 el Cabildo catedralicio decide transformar la antigua sala capitular de la Catedral en Capilla del Santo Cáliz, donde éste quedó instalado en la Solemnidad de la Epifanía de 1916.
Hubo de ser sacado de allí a toda prisa a los veinte años, en el estallido de la guerra civil, tres horas antes de que la Catedral ardiera. «Cuando se extinguió el fuego de la guerra, se entregó solemnemente el Cáliz al Cabildo el 9 de abril de 1939, Jueves Santo, y se instaló en su capilla reconstruida el 23 de mayo de 1943», recuerda el profesor Antuñano.
A partir de entonces se intensifica el culto y la devoción al Santo Cáliz. Y «el arzobispo actual, monseñor Agustín García-Gasco, ha logrado difundir la veneración más allá de los límites de la Comunidad Valenciana», reconoce.
La verdadera mística del Santo Cáliz de la Cena
Visto el trasfondo de arqueología, historia y tradición de esta reliquia, si algo importa es su valor como icono sacro. Y es que, «para el Cristianismo, un icono sagrado no es sólo una imagen piadosa», ni siquiera una «representación de un motivo religioso»; es mucho más –advierte el estudioso--: «es un medio para la contemplación espiritual, para la meditación y para la oración».
Lejos de albergar «propiedad “mágica”» alguna, «el icono es sagrado porque su imagen evoca un misterio salvífico y, de una forma espiritual pero real, tiene como finalidad poner a quien lo contempla en comunión con ese misterio, hacerlo partícipe de él», subraya.
Y como «los datos de la tradición y de la historia nos apuntan seriamente la posibilidad de que fuera el mismo Cáliz que el Señor usó la noche en que iba a ser entregado», los cristianos lo veneran porque «traslada al momento sublime en que el Hijo de Dios nos dejó su Sangre como bebida antes de derramarla en la Cruz» por nuestra salvación, precisa.
«Por eso --sintetiza-- el núcleo y fundamento de la veneración del Santo Cáliz está en el Misterio Eucarístico».
Para el profesor Salvador Antuñano, uno de los momentos más importantes de la historia del Santo Cáliz fue la visita del Santo Padre Juan Pablo II a Valencia el 8 de noviembre de 1982: «tras venerar la Reliquia en su Capilla, el Papa celebró la Misa con ella en el paseo de la Alameda».
«La historia del Santo Cáliz seguirá, como sigue la historia de la propia Iglesia, pero el gesto de Juan Pablo II al consagrar en él la Sangre del Señor puede considerarse como el hito que introduce la reliquia en el tercer milenio», concluye.
6 de noviembre. Mártires de la guerra civil.
La sangre de los mártires
JUAN MANUEL DE PRADA
La beatificación de 498 mártires de la Guerra Civil ha levantado ronchas entre los gerifaltes y sicarios del Régimen, que ven en ella un desafío a la llamada Ley de Memoria Histórica. Y vaya si lo es. Se trata, sin duda, del más formidable desafío que se pueda concebir. La beatificación de los mártires nos recuerda, en primer lugar, que la Guerra Civil no fue esa historieta de buenos y malos que el Régimen pretende imponer, donde unos ponían la sangre y otros el plomo. La beatificación de los mártires nos recuerda que la Segunda República, erigida por el Régimen en espejo de virtudes en el que nuestra democracia debe contemplarse, estimuló y exacerbó el odio antirreligioso desde el instante mismo de su fundación y permitió que, tras el alzamiento militar, la cacería indiscriminada del católico se convirtiese en el pasatiempo predilecto de las milicias socialistas, comunistas y anarquistas, a las que los irresponsables gobernantes republicanos proveyeron de armas para que pudiesen traducir en cadáveres el odio que previamente les habían inoculado. Más de siete mil religiosos fueron martirizados en aquellas jornadas de oprobio; el número de seglares que corrieron idéntica suerte aún no ha sido fijado, pero su establecimiento -si es que algún día se logra- dejará chiquitas esas cifras. El Régimen no soporta que tales muertos sean conmemorados, porque deslucen la memoria distorsionada y sectaria de aquel conflicto.
Pero la naturaleza del desafío que supone la beatificación de los mártires es de una naturaleza mucho más honda. La llamada Ley de Memoria Histórica se funda sobre una argamasa de rencor y apriorismos ideológicos falaces. Primero se establece que quienes combatieron en el bando republicano fueron unos luchadores por la democracia y la libertad (cuando lo cierto es que muchos de ellos combatieron por instaurar las más feroces formas de tiranía imaginadas por el hombre); después se trata de mantener viva su memoria para que sirva como acicate del resentimiento, para que ese resentimiento siga infectando la convivencia de los españoles. La sangre de los mártires se alza contra este propósito cainita. Pues quienes ahora van a ser beatificados no fueron asesinados por simpatizar con tal o cual ideología; tampoco lo fueron por batallar en tal o cual bando. Fueron asesinados, única y exclusivamente, por profesar la fe católica, por ser testigos de Cristo. La Iglesia no beatifica a curas trabucaires que se echasen al monte a pegar tiros; tampoco a católicos que fuesen condenados a muerte por haber conspirado contra la República. El reconocimiento de la muerte martirial exige como condición sine qua non que no interfieran motivos de índole política; mártir significa «testigo», y sólo quienes fueron asesinados por dar testimonio de su fe merecen tal reconocimiento.
Y aquí radica, precisamente, la naturaleza desafiante de aquellas muertes. Los mártires que van a ser beatificados podrían haber salvado el pellejo abjurando de su fe; pero su entereza no tembló en aquel trance: entendieron que la fe que profesaban bien merecía el sacrificio del don más valioso que al hombre le es entregado. Y entendieron también que ese sacrificio máximo sólo sería valioso si imitaba el sacrificio redentor del Gólgota. Aquellos hombres y mujeres murieron perdonando a quienes los mataban, murieron amando a quienes los mataban, seguros de que su sangre se convertiría en fermento fecundo. Aquí radica la belleza de su sacrificio, la escandalosa y subversiva belleza de su muerte: murieron con la alegría de saberse amados por Quien iba a acogerlos en su seno, murieron amando a quienes los odiaban, seguros de que ese amor derramado sobre la tierra no sería baldío, seguros de que su sangre acabaría propiciando una cosecha fecunda de reconciliación. Conmemorar a aquellos mártires significa reafirmar su voluntad de amor, significa exorcizar el odio, significa celebrar la belleza de la vida que vuelve a florecer generosamente incluso allí donde ayer se sembró la muerte. Y significa, desde luego, un desafío formidable para quienes se alimentan con el veneno del rencor, los gerifaltes y sicarios del Régimen.
12 de Noviembre
MARGARITO FLORES GARCÍA
Nació en Taxco, (Chilapa), el 22 de febrero del 1899. Párroco
de Atenango del Río. Tres años de ministerio fueron suficientes
para conocer la entrega sacerdotal del Padre Margarito. Se encontraba fuera
de la Diócesis a causa de la persecución, cuando supo de la
muerte heroica del Sr. Cura David Uribe, exclamó: «Me hierve
el alma, yo también me voy a dar la vida por Cristo; voy a pedir
permiso al Superior y también voy a emprender el vuelo al martirio».
El Vicario general de la Diócesis le nombró vicario con funciones
de párroco de Atenango del Rio, Gro. El Padre Margarito se puso luego
en camino. Fue descubierto como sacerdote al llegar a su destino; apresado
y conducido a Tulimán, Gro., donde se dio la orden de fusilarlo.
El Padre Margarito pidió permiso para orar, se arrodilló unos
momentos, besó el suelo y luego, de pie, recibió las balas
que le destrozaron la cabeza y le unieron para siempre a Cristo Sacerdote,
el 12 de noviembre de 1927.
DAVID URIBE VELASCO
Nació en Buenavista de Cuéllar, en el estado de Guerrero,
el 29 de diciembre de 1889. Como párroco de Iguala ejerció ejemplarmente su ministerio en una región
atacada por la masonería, el protestantismo y un grupo de cismáticos.
El militar que le apresó le propuso toda clase de garantías
y libertad si aceptaba las leyes y el ser obispo de la Iglesia cismática
creada por el Gobierno de la República Mexicana, pero el Padre David reafirmó
lo que había escrito un mes antes, y que revela toda la fuerza de
su fe y de su fidelidad: «Si fui ungido con el óleo santo que
me hace ministro del Altísimo, ¿por qué no ser ungido
con mi sangre en defensa de las almas redimidas con la sangre de Cristo?
!Qué felicidad morir en defensa de los derechos de Dios! ¡Morir
antes que desconocer al Vicario de Cristo!» Ya en la prisión
escribió sus últimas palabras: «Declaro que soy inocente
de los delitos que se me acusa. Estoy en las manos de Dios y de la Virgen
de Guadalupe. Pido perdón a Dios y perdono a mis enemigos; pido perdón
a los que haya ofendido». Llegado a un lugar cercano a la estación
de San José Vistahermosa en Morelos, fue
sacrificado con un tiro en la nuca el 12 de abril de 1927.
Nació el año 540 en mi pueblo, Cartagena, y por eso del paisanaje me animo a hacer unas reflexiones agradecidas. Leandro era hijo del duque Severiano, un godo que había venido del sur de Italia, y de Teodosia, una piadosa cartagenera de ascendencia hispanoromana. Tuvier+on 5 hijos: Leandro, Isidoro, Fulgencio, Florentina y Teodora. Los 5 tuvieron culto de santos si bien la Iglesia solo ha proclamado la santidad de los 4 primeros. La quinta hija, Teodora, fue mujer del rey Leovigildo y madre de Hermenegildo (santo y mártir) y de Recaredo (que convirtió a la monarquía visigoda a la fe verdadera). La familia de Severiano vivió en Cartagena hasta que el año 551 emigró a Sevilla al ser tomada la ciudad por tropas venidas de Bizancio. Hay constancia de que los 4 primeros hijos, los proclamados santos, nacieron en Cartagena.
La fiesta de hoy nos puede servir para repensar dos hechos: la herencia goda y la herencia cristiana de España. Sobre la primera valga decir que hoy los godos están erróneamente infrarepresentados en el imaginario colectivo. La mayor parte de España estuvo más tiempo bajo los godos que bajo los árabes y sin embargo es a estos últimos a los que se dirigen los estudios en la búsqueda de muchos orígenes quedando los godos relegados a un papel testimonial. Es un error. Fuera del reino de Granada la herencia goda ha sido en España infinítamente superior a la musulmana. A esa herencia pertenecen la vida y hechos de esta familia ejemplar en la que nació y vivió Leandro.
Sobre la herencia cristiana tendremos que recordar a Santiago. En Cartagena hay un lugar que perpetúa la memoria en ése lugar del desembarco y entrada del hijo del trueno en la península. Santiago fue el primer apostol en salir de Palestina, fué al lugar más lejano, Hispania, fue el primero en volver y fue el primero en morir. Todo ímpetu y entrega preconizando lo que siglos más tarde se reconoce como español. En estos días precisamente el obispo de Cartagena está iniciando conversaciones con las autoridades locales para excavar en las ruinas de la catedral antigua de Cartagena buscando lo que probablemente fue la primera iglesia cristiana de Occidente, fundada por el mismo apóstol.
Las herencias, la diacronía, nos regalan identidad. La familia de Severiano y Teodosia recogen una herencia que se proyectará después a todo el orbe cristiano y que de alguna forma recala también en nuestra alma. Laus tibi Christi.
24 de Noviembre.
San Andrés Dung-lac y Compañeros Mártires de Vietnam (+1745-1862)
Vietnam es, hoy en día, un florecer de vocaciones. Actualmente, las Diócesis son 25 (10 en el Norte, 6 en el Centro y 9 en el Sur) y los católicos son, aproximadamente, 6 millones. Los seminarios y monasterios vietnamitas son los más grandes del mundo en número de vocaciones y postulantes a pesar de los obstáculos puestos por las autoridades comunistas.
Este resultado se debe al hecho que, desde los primeros años, la semilla de la Fe se ha mezclado, en el territorio vietnamita, con la abundante sangre de los Mártires, tanto del clero misionero como del clero local y del pueblo cristiano. La historia religiosa de la Iglesia vietnamita señala que han existido un total de 53 Edictos que, durante más de dos siglos, en total 261 años (1625-1886), han decretado contra los cristianos persecuciones una más cruel que la otra. Son alrededor de130.000 las víctimas caídas a causa de su fe por todo el territorio nacional.
A lo largo de los siglos, estos mártires han sido enterrados en forma anónima, pero su recuerdo permanece vivo en la Iglesia. Desde el inicio del siglo XX, 117 de este gran grupo de héroes, martirizados cruelmente, han sido elegidos y elevados al honor de los altares por la Santa Sede en 5 Beatificaciones: en el 1900, por el Papa León XIII, 64 personas; en el 1906, por el Papa S. Pío X, 8 personas; en el 1909, por el Papa S. Pío X, 20 personas en el 1951, por el Papa Pío XII, 25 personas, y por Juan Pablo II, 117. Entre ellos San Andrés Dung-Lang que nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue martirizado en 1839. Otro fue el francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, que llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años: sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.
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6 de Diciembre: San Pedro Pascual
Hijo de buenos mozárabes valencianos, tenía 9 años cuando Valencia fue reconquistada para la cristiandad por Jaime I, rey de Aragón. Pedro Nolasco y sus frailes conocían a la familia del joven Pedro Pascual y se hospedaban en su casa, próxima al Portal de Valldigna. Pedro Pascual inició la carrera eclesiástica en su ciudad natal y perfeccionó sus estudios en la Universidad de París, donde obtuvo el título de doctor.
De vuelta a su Valencia natal, fue distinguido con la dignidad de canónigo de la iglesia Catedral de Valencia a los 19 años de edad pero pronto abandonó la canonjía e ingresó a la Orden de la Merced. En 1296 viajó a Roma y el Papa Bonifacio VIII lo nombró obispo de Jaén.
Le cabe el honor de haber defendido públicamente en París y en su escrito Vida de Lázaro, la Inmaculada Concepción de la Virgen María antes que ningún teólogo de occidente, en 1295.
Murió mártir de la fe, degollado en la prisión de la Granada mora donde estaba secuestrado el año 1300. En la cárcel escribió, en su lengua materna, el valenciano, diversos tratados teológicos y apologéticos, como :
"Disputa del obispo de Jaén contra los judíos"
"Impugnación de la secta de Mahoma"
También escribió: "Destrucción de Jerusalén", un tratado contra el fatalismo musulmán, y diversas glosas, así como la famosísima “Biblia
Parva o Pequeña” y una “Vida de Cristo”.
Santo políticamente incorrecto. Su vida se alza contra el fanatismo nacionalista y el fanatismo islámico. San Pedro Pascual y el Misterio de Elche, son dos de los mejores argumentos para sustentar que el valenciano se hablaba en Valencia antes de la Reconquista y por tanto que no es catalán. Es curioso que cierta historiografía sectaria catalana argumenta que San Pedro Pascual nunca existió. Su cuerpo reposa en la catedral de Baeza.
Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548)
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San Juan Diego,
Según una tradición bien documentada nació en 1474 en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas. Se llamaba Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna significaba «Águila que habla», o «El que habla con un águila».Ya adulto y padre de familia, atraído por la doctrina de los PP. Franciscanos llegados a México en 1524, recibió el bautismo junto con su esposa María Lucía. Hombre de fe, fue coherente con sus obligaciones bautismales, nutriendo regularmente su unión con Dios mediante la eucaristía y el estudio del catecismo.
El 9 de diciembre de 1531, mientras se dirigía, según su costumbre
diaria para recibir instrucción y recibir los sacramentos, a pie a Tlatelolco, en un lugar denominado Tepeyac, tuvo una aparición de María Santísima, que se le presentó como «la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios». La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al Obispo capitalino el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. Y como el Obispo no aceptase la idea, la Virgen le pidió que insistiese. Al día siguiente, domingo, Juan Diego volvió a encontrar al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas en confirmación del prodigio.
El 12 de diciembre, martes, mientras Juan Diego se dirigía de nuevo a la Ciudad, la Virgen se le volvió a presentar y le consoló, invitándole a subir hasta la cima de la colina de Tepeyac para recoger flores y traérselas a ella. No obstante la fría estación invernal y la aridez del lugar, Juan Diego encontró unas flores muy hermosas. Una vez recogidas las colocó en su «tilma» y se las llevó a la Virgen, que le mandó presentarlas al Sr. Obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el obispo el Beato abrió su «tilma» y dejó caer las flores, mientras en el tejido apareció, inexplicablemente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México.
El santo, movido por una tierna y profunda devoción a la Madre de Dios, dejó los suyos (ya era viudo), la casa, los bienes y su tierra y, con el permiso del Obispo, pasó a vivir en una pobre casa junto al templo de la «Señora del Cielo». Su preocupación era la limpieza de la capilla y la acogida de los peregrinos que visitaban el pequeño oratorio, hoy transformado en el santuario más importante del mundo.
En espíritu de pobreza y de vida humilde Juan Diego recorrió el camino de la santidad, dedicando mucho de su tiempo a la oración, a la contemplación y a la penitencia. Dócil a la autoridad eclesiástica, tres veces por semana recibía la Santísima Eucaristía.
Juan Diego, laico fiel a la gracia divina, gozó de tan alta estima entre sus contemporáneos que éstos acostumbraban decir a sus hijos: «Que Dios os haga como Juan Diego».
Con una sólida fama de santidad, murió en 1548.
8 de diciembre. La Inmaculada y Valencia
J. ANTONIO DOMÉNECH CORRAL
Resulta emotivo asomarse al alma de Valencia y observar su fervorosa devoción por la Virgen María en todas las épocas. Hoy es bajo la advocación de Madre de Dios de los Desamparados, su patrona. Pero anteriormente lo fue con la misma intensidad en la defensa de su Inmaculada Concepción, anticipándose en siglos a la proclamación de este privilegio mariano por el Papa Pío IX hace 150 años.
Abundan los testimonios. En 1300, el obispo valenciano San Pedro Pascual escribió un catecismo afirmando que “a María volgué-la preservar del pecat original Déu”. En 1474, nuestro canónigo Mosén Fenollar, en sus “Trobes en lohor de la Verge María”, le dedicaba el verso: “Del prim crim vos ha fecta lliure l’eternal Déu”. En 1497, Sor Isabel de Villena, abadesa del Real Monasterio de la Trinidad, comentando el anuncio del ángel a Ana, madre de la Virgen, anotaba en su libro “Vita Christi”: “Déu vol que concebau una filla tan singular, que peccat original, venial ni mortal en ella jamés será trobat”. En 1530, el humanista Agnesio: “El Señor la guardó para que el enemigo no la tocase”. En 1532, un certamen poético recogía los poemas a la Virgen con el título: “Obres en llaor de la Purísima Concepció”; siendo nuestra Universidad la primera de España en firmar el “voto de sangre” para defender esta doctrina. Y en 1569, el Patriarca San Juan de Ribera, por encargo de Felipe II, componía una letanía a la Virgen implorando la victoria naval de la “Armada Invencible”.
Sin embargo, también abundaron los que defendían lo contrario. Que la Virgen tenía la mancha (mácula) del pecado original. Unos y otros, los “maculistas” y los “inmaculistas”, se enzarzaron en una continua gresca, al principio en los “estudis” y después en la calle, agravado el problema porque a cada bando le respaldaba una prestigiosa orden religiosa. Los dominicos a los maculistas, partidarios del pecado original en la Virgen. Los franciscanos a los inmaculistas. Hasta el mismo arzobispo de Valencia Isidoro Aliaga (1568-1648), dominico maculista, fue amenazado de muerte por el Conde de Buñol, inmaculista acérrimo, porque el 8 de diciembre se ausentó de Valencia para no tener que presidir la procesión de la Purísima ordenada por el Papa Sixto IV. En represalia, el Conde prolongó la duración de la fiesta ¡hasta 2 meses!, disponiendo la procesión para el último día y obligar al arzobispo a no regresar.
En menor escala que en Valencia, ese era el ambiente religioso que dominaba a la sociedad española entre los siglos XVII-XVIII. Y los reyes, interesados en ponerle fin, presionaban a los Papas para que proclamaran el dogma inmaculista. Felipe III al Papa Clemente VIII en 1616, Felipe V a Clemente XII en 1713 y Carlos III a Clemente XIII en 1760. Pero sin éxito; aunque Carlos III consiguió una bula proclamando a la Inmaculada patrona de los reinos de España, que le habían solicitado las Cortes. Finalmente, tal día como hoy de 1854, se dio el ansiado dogma. Y con ella Valencia recuperó la paz en las iglesias, en las aulas y sobre todo en la calle. Porque ya nadie podía opinar lo contrario.
Guarda el Archivo del Patriarca un curioso memorandum compuesto por el abogado del Consejo Real, don Bernardino de Cuellar Xaraua y Medrano, dedicado al rey con el título: “La verdad desnuda sin afeites, consagrada a la princesa de los cielos, en manos del Rey nuestro Señor Don Phelipe IIII el Grande” o, como después subtitula, “Aviso para todos acerca de la pura Concepción de nuestra Señora”.
8 de diciembre La Inmaculada y Valencia
Resulta emotivo asomarse al alma de Valencia y observar su fervorosa devoción por la Virgen María en todas las épocas. En la defensa de su Inmaculada Concepción, anticipándose en siglos a la proclamación de este privilegio mariano por el beato Pío IX hace 150 años.
En el año 1300, el obispo valenciano San Pedro Pascual escribió un catecismo afirmando que “a María quiso Dios preservarla del pecado original” (en el original en Valenciano). En 1474, nuestro canónigo Mosén Fenollar, en sus “Trobes en lohor de la Verge María”, primer libro impreso en España, le dedicaba el verso: “Del primer crimen os ha hecho libre Dios” (en el original en Valenciano). En 1497, Sor Isabel de Villena, abadesa del Real Monasterio de la Trinidad, anotaba en su libro “Vita Christi”: “Dios quiso tener que en esa criatura el pecado nunca fuese hallado”. En 1530, el humanista Agnesio: “El Señor la guardó para que el enemigo no la tocase”. En 1532 nuestra Universidad fue la primera de España en firmar el “voto de sangre” para defender esta doctrina. Y en 1569, el Patriarca San Juan de Ribera, por encargo de Felipe II, componía una letanía a la Virgen, madre Inmaculada, implorando la victoria naval de la “Armada Invencible”.
En menor escala que en Valencia, ese era el ambiente religioso que dominaba en la sociedad española. Y los reyes presionaban a los Papas para que proclamaran el dogma: Felipe III al Papa Clemente VIII en 1616, Felipe V a Clemente XII en 1713 y Carlos III a Clemente XIII en 1760. Pero sin éxito; aunque Carlos III consiguió una bula proclamando a la Inmaculada patrona de los reinos de España, como le habían solicitado las Cortes. Finalmente, en 1854, se dio el ansiado dogma. LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
8 de diciembre
DEFENSA DE LA INMACULADA EN LA UNIVERSIDAD DESDE SU INICIO
El 8 de diciembre de 1854, Pío IX definía solemnemente que la doctrina que sostiene haber sido la Beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, preservada inmune de toda mancha de pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en consideración a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios, y por lo mismo debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.
Desde siglos atrás, muy ilustres sabios se habían alineado a favor de este singularísimo privilegio de María, a la par que el sensus fidei del pueblo cristiano crecía en la veneración de la Inmaculada. En este proceso, la aportación del mundo universitario fue particularmente notable. Universidades como las de París, Maguncia y Colonia y, en España, en pos de la de Valencia (en 1530), otras muchas como las de Granada y Alcalá (1617) y la de Salamanca (1618), proclamaron a María Inmaculada como Patrona; y sus doctores, al recibir el grado, hacían voto y juramento de enseñar y defender la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. Voto y juramento que, en algunas universidades, llegó a adquirir el carácter de voto de sangre, en el sentido de ofrecer los doctores la propia vida, si fuera preciso, en defensa de aquel Misterio.
El rey Carlos III, que en 1780 obtendría de la Santa Sede para España el patronazgo de la Inmaculada, extendió por ley (1779) aquel juramento a todas las Universidades del Reino.
MARÍA MISMA LO PROCLAMA
Miradas así las cosas, quizás la perplejidad del buen cura párroco de Lourdes no hubiera sido tan grande cuando Bernardette, cuatro años después de la definición dogmática, le explicaba con qué palabras, pronunciadas en su patois natal, se le había identificado la hermosa Señora: Yo soy la Inmaculada Concepción. Ya no era sólo el hecho concreto de la concepción, sino la personalidad siempre santa y purísima de María, lo que en estas palabras se revelaba.
Y es esa misma belleza interior de María, proyectada al exterior y fielmente mantenida a lo largo de toda su vida, la que es capaz de atraer la admiración y el amor de un alma joven, como lo demuestra entre nosotros, año tras año, el poder de convocatoria de las Vigilias y Novenas de la Inmaculada en las que se congregan los estudiantes para contemplar, invocar y cantar a María.
FUE EL TERCER DOGMA MARIANO
Hasta el momento, cuatro han sido los dogmas definidos por la Iglesia sobre la Virgen María: El de su Maternidad Divina: «María es la Madre de Dios», aprobado en el Concilio de Éfeso, en el año 431, bajo el Papa Celestino I. El de su Virginidad Perpetua: «María fue Virgen en el parto, antes del parto y después del parto» en el segundo Concilio de Constantinopla, del siglo VI, y en el segundo concilio de Letrán, en el siglo XII. El de su Inmaculada Concepción, «María, nacida sin pecado original», definido por Pío Nono, como ya hemos dicho, en 1854, en su encíclica «Inneffabilis Deus». Y el de su Asunción a los cielos. «María, asunta a los cielos en cuerpo y alma» como lo define Pío XII al declarar el dogma de la Asunción de Nuestra Señora el primero de diciembre de 1950, en su documento «Munificentissimus Deus».
La proclamación de cada uno de estos dogmas ha coincidido con momentos de especial dificultad para la Iglesia y el pueblo cristiano.
HACIA EL QUINTO DOGMA
Hoy, a los 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, y ante la situación de descreimiento generalizado, en un momento de crisis mundial, los corazones de los creyentes tornan a mirar a María. Hay muchas voces que en este momento de prueba para el mundo y para la Iglesia piden al Papa con humilde insistencia la proclamación de un quinto dogma mariano: «María, corredentora, mediadora de todas las gracias y abogada del pueblo de Dios».
Esta súplica había sido ya presentada a Pío XII en el Primer Congreso Mariano Internacional, que tuvo lugar en Roma en el Año Santo de 1950. Posteriormente, el 2 de mayo de 1984, el cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, afirmaba: «Ya se encuentra adecuadamente propuesta en los diversos documentos del Magisterio de la Iglesia, la doctrina sobre la mediación universal de María Santísima». Juan Pablo II, en una audiencia general concedida el 8 de septiembre, festividad del nacimiento de la Virgen María, afirmaba que «la Santísima Virgen participó en los sufrimientos de su divino Hijo para ser la corredentora de toda la Humanidad». Hasta Teresa de Calcuta suplicó al Santo Padre la aprobación de este quinto dogma en una carta personal, fechada el 14 de agosto de 1993.
MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS
La definición papal de María como corredentora, mediadora y abogada traerá grandes gracias a la Iglesia y al mundo.
Los intelectuales cristianos, herederos de la tradición concepcionista con que nació la universidad, y a la vista de la situación de postración moral del mundo, sentimos hoy la necesidad de poner los ojos de nuevo en María y a los 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada pedimos con humildad y respeto al Santo Padre que revestido de toda la autoridad como Vicario de Cristo proclame a María en solemne definición, corredentora y mediadora de todas las gracias.
29 de diciembre Santo arzobispo de Canterbury Tomás Becket
El 29 de Diciembre de 1170 murió mártir ejecutado por el Estado en defensa de los derechos de la Iglesia el santo arzobispo de Canterbury Tomás Becket. El rey de Inglaterra Enrique II en su ambición por controlar la Iglesia topó con el heroísmo de Becket.
Siglos más tarde otro Enrique, también rey de Inglaterra, nada más ajusticiar a otro mártir de la libertad de la Iglesia frente al Estado, Tomás Moro, mandó quemar los restos de Becket y esparcir sus cenizas por el Támesis.
Becket y Moro fueron ambos cancilleres de Inglaterra y ambos murieron a manos del Estado al que habían servido, por reconocer los límites del poder estatal y tratar de impedir que su fuerza de leyes y armas monopolizase el poder público. Ambos efectivamente pensaban que el monopolio de lo público no pertenece al estado. Más aún, que existen al margen del estado poderes inalienables: el de la propia conciencia objetora y el de la Iglesia, entre otros.
Muchos santos y mártires nos han mostrado con sus vidas y muertes que el afán del estado por controlar el ámbito público desemboca en intentos de dominio de las conciencias y ante ello hay que rebelarse poniendo la propia subsistencia en juego. Así lo han hecho los mártires de las persecuciones contra la fe a lo largo de la historia. Desde los que padecieron bajo el imperio Romano hasta los que derramaron su sangre en las persecuciones de México y España en el siglo pasado.
Todos estos mártires lo son de la fe cristiana y también de la libertad. Son ejemplos señeros de decencia, dignidad y valentía ante la fuerza total del estado.
Hoy en día necesitamos de estos testimonios para darnos cuenta de que el estado sigue ambicionando más poder. Quiere controlar la educación, desea influenciar determinantemente los medios de comunicación, aspira a socavar el legítimo poder de las familias y pretende también acallar la voz discordante de la Iglesia. Una Iglesia que por avatares de dificil comprensión, depende en España económicamente del Estado.
Becket, ante la persecución desencadenada por Enrique con la connivencia de cómodos obispos colaboracionistas, contra las vidas y haciendas de sus familiares y amigos, pronunció el famoso después de mi Dios, mi único juez es el Papa. Becket se apartaba así de la obediencia civil al rey en las materias que su conciencia de cristiano y su deber de obispo le impelían a hacerlo. El precio de esta desobediencia fue la muerte a espada dentro de los muros de su misma iglesia.
Honor y gloria a los mártires de Dios, que su ejemplo alumbre a los líderes y al pueblo cristiano.
Cinco Beatas mártires españolas, han sido propuestas por el Papa como modelo de familia cristiana en el Encuentro Mundial de las Familias celebrado el fin de semana pasado en México. Las cinco fueron asesinadas en Algemesí, cerca de Valencia, donde reposan sus cuerpos. La Iglesia, que ha rescatado el tesoro de su memoria, nunca ha querido saber el nombre de los asesinos que, por otra parte, pueden haber vivido largos años e incluso haber recibido tras su arrepentimiento el perdón de Dios. La entraña más humana es el perdón. La Iglesia y los santos perdonan. Sin perdón nos convertimos en sádicos. Es la lección que quiere rescatar el Papa: reconoce tus faltas y arrepiéntete y, a su vez, aprende y practica el perdón. Uno es católico y humano en la medida en que se arrepiente y perdona y uno pierde su humanidad en la medida en que no. Gracias al Papa por recordárnoslo.
El día 30 celebramos la traslación del cuerpo de Santiago a Hispania el año 44 de nuestra era. Según la tradición hispánica, que recogen los calendarios mozárabes, siete discípulos del Apóstol: Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio, los llamados varones apostólicos, que le acompañaron en su regreso a Palestina en torno al año 43 (en el 40 está fechada la aparición en el Pilar) serían los mismos que recogieron su cuerpo para devolverlo a Hispania y en concreto a Compostela, tras el martirio del protomartir de los apóstoles decretado por Herodes. Allí, otros dos discípulos, Teodoro y Anastasio, guardaron sus restos y eventualmente fueron enterrados junto al Apostol.
El señor Santiago es el apóstol de la audacia, hijo del trueno, el primero en todo. Santiago es el santo patrón del pueblo y las empresas de España.
A lo largo de los siglos los frutos de la primera semilla sembrada por Santiago han germinado en un compromiso de amor mediante el que Santiago ha protegido la fe de los cristianos de España y sus empresas y estas han difundido la devoción al apóstol y a la madre de Dios por todo el orbe. La herencia de este acuerdo y de esta protección está hoy viva. La lengua española es la lengua que hablan la mayoría de los católicos del mundo. La fe se propaga hoy en día gracias a las nuevas fundaciones nacidas en el crisol del patrimonio hispánico (mayormente el Opus Dei, la Legión de Cristo y el Camino Neocatecumenal), y gracias a las almas contemplativas que pueblan conventos por doquier en el mundo (el 90% de las clausuras del mundo hablan español).
Seamos herederos fieles de esta gracia y pidámosle a Dios no desmerecer esta herencia.