El brindis del bohemio - Guillermo Aguirre y Fierro
Qué bien se está contigo - Anónimo
Están los que siempre usan la misma ropa - Marcelo Bagnati
Madurez - Francisco Luis Bernárdez
Credo del incrédulo - Leonardo Castellani
Cantiga de nuestra señora - Juan del Encina
Oveja perdida - Luis de Góngora
Aceptación - Juan Ramón Jiménez
Aquesta remor que se sent - Miquel Martí i Pol
Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera - Pablo Neruda
Adoración - Teilhard de Chardin
Eucaristía Creemos en el pan - Díaz Gloria Navarro
Presencia - Ernestina De Champurcin
CREO en la Nada Todoproductora
d'onde salió el Cielo y la Tierra.
Y en el Hómo Sápiens su único Hijo Rey y Señor,
Que fue concebido por Evolución de la Mónera y el Mono.
Nació de la Santa Materia
Bregó debajo del negror de la Edad media.
Fue inquisionado, muerto achicharrado
Cayó en la Miseria,
Inventó la Ciencia
Ha llegado a la era de la Democracia y la Inteligencia.
Y desde allí va a instalar en el mundo el Paraíso Terrestre.
Creo en el libre Pensante
La Civilización de la Máquina
La Confraternidad Humana
La Inexistencia del pecado,
El Progreso Inevitable
La Rehabilitación de la Carne
Y la Vida Confortable.
Amén.
Leonardo Castellani
(Argentino, Siglo XX)
Las ideas de mi tío el cura - Ed. Excálibur - Bs.As.1984
LA ANUNCIACIÓN - ENCARNACIÓN
Estaba María santa
Contemplando las grandezas
De la que de Dios sería
Madre santa y Virgen bella
El libro en la mano hermosa,
Que escribieron los profetas,
Cuanto dicen de la Virgen
¡Oh qué bien que lo contempla!
Madre de Dios y virgen entera,
Madre de Dios, divina doncella.
Bajó del cielo un arcángel,
Y haciéndole reverencia,
Dios te salve, le decía,
María, de gracia llena.
Admirada está la Virgen
Cuando al Sí de su respuesta
Tomó el Verbo carne humana,
Y salió el sol de la estrella.
Madre de Dios y virgen entera,
Madre de Dios, divina doncella.
Lope-de-Vega (1562-1635)
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Cantando el Verbo divino
Un alto tan soberano,
Como de Dios voz y mano,
A ser contrabajo vino,
Bajando hasta el punto humano;
Que aunque es de sus pies el suelo
El serafín de más vuelo
Y el más levantado trono,
Bajó por la tierra el tono
Hoy la música del cielo.
Una Virgen no tocada
Toca con destreza tanta
El arpa de David santa,
Como la tiene abrazada,
Que adonde el infierno espanta,
Dos puntos solos tocó,
El bajo y el alto juntó,
Que, como en una pregunta
Con un Sí Dios y hombre junta,
En dos puntos se cifró.
De un fiat comienza el Fa,
De su obediencia y su fe,
Vió Dios el Mi, siendo el Re
Rey, y reparó que en La
Virgen estrella Sol fue.
Pero después que nació,
Cifrada en dos puntos vió
La tierra por su consuelo,
El armonía del cielo,
Sol y La que le parió.
Lope de Vega (1562-1635)
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LA VISITACIÓN
¿Dónde por tierras extrañas,
Virgen con tanto fervor?
-Dónde me lleva el Señor
Que yo llevo en mis entrañas.
-¿Cómo es posible llevar,
Virgen, al que os lleva a vos?
-Como el que me lleva es Dios,
Que ha querido en mí encarnar.
-Pues ¿cómo por las montañas
Lleváis a tan gran Señor?
-Mas, lo lleva el grande amor
Que lo trajo a mis entrañas.
-Parece en vos cosa nueva,
Virgen, ir apresurada.
-Hácelo el ir abrasada
Del amor del que me lleva.
-Pues ¿luego a tierras extrañas
Os lleva sólo el amor?
-No, que todo es del Señor
Que yo llevo en mis entrañas.
-Ya sé que os lleva el doncel;
Mas ¿dónde vais a aportar?
-Voy con Él a visitar
A mi parienta Isabel.
-¡Oh, qué cosas tan extrañas,
Que al siervo sirva el Señor!
-Esto y mas hace el amor
Del que llevo en mis entrañas.
·López-de-Ubeda-JUAN (s. XVII)
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CAMINO A BELÉN
Caminad, Esposa,
Virgen singular;
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
Caminad, Señora,
Bien de todo bien,
Que antes de una hora
Somos en Belén;
Allá muy bien
Podréis reposar.
Que los gallos cantan;
Cerca está el lugar.
Yo, Señora, siento
Que vais fatigada,
Y paso tormento
Por veros cansada;
Presto habrá posada
Do podréis holgar
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
Señora, en Belén
Ya presto seremos;
Que allí habrá bien
Do nos alberguemos;
Parientes tenemos
Con quien descansar.
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
¡Ay, Señora mía,
Si parida os viese,
De albricias daría
Cuanto yo tuviese;
Este asno que fuese,
Holgaría dar.
Que los gallos cantan
Cerca está el lugar.
Francisco-de-Ocaña (s. XVII)
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EL NACIMIENTO DEL SEÑOR JESÚS
De una Virgen hermosa
Celos tiene el sol,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor.
Cuando del oriente
Salió el sol dorado,
Y otro Sol helado
Miró tan ardiente,
Quitó de la frente
la corona bella,
Y a los pies de la Estrella
Su lumbre adoró,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor.
«Hermosa María,
Dice el sol, vencido,
De vos, ha nacido
El Sol que podía
Dar al mundo el día
Que ha deseado».
Esto dijo, humillado,
A María el sol,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor.
Lope de Vega (1562-1635)
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Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
Que se duerme mi Niño,
Tened los ramos,
Palmas de Belén
Que mueven, airados,
Los furiosos vientos
Que suenan tanto,
No le hagáis ruido,
Corred más paso;
Que se duerme mi Niño,
Tened los ramos,
El Niño divino,
Que está cansado
De llorar en la tierra
Por su descanso,
Sosegar quiere un poco
Del tierno llanto;
Que se duerme mi Niño,
Tened los ramos,
Rigurosos hielos
Le están cercando;
Ya veis que no tengo
Con qué guardarlo;
Ángeles divinos,
Que vais volando,
Que se duerme mi Niño,
Tened los ramos.
Lope de Vega (1562-1635)
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Nacer el sol de una estrella
Sólo se vio en este día,
Que nace Dios de María,
Quedando Madre y doncella.
En la Virgen con tal arte
Usó Dios de su primor,
Que lo más en lo menor,
Y el todo encerró en la parte;
Y grandeza como aquella
Hoy muestra lo que encubría,
Y nace Dios de María,
Quedando Madre y doncella.
Que el Sol de justicia salga
donde le podamos ver,
Y que sola una mujer
A tan gran efecto valga;
Extrañeza como ella
Hoy sólo ver se podía,
Que nace Dios de María,
Quedando Madre y doncella.
Sólo desta Virgen pura
Ésto se puede esperar,
Que por humilde alcanzar
Mereció tan gran ventura.
Llegad con su Hijo a vella,
Y allí veréis, alma mía,
Que nace Dios de María,
Quedando Madre y doncella,
Fray ·Pedro-de-Pradilla
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La noche estaba del silencio en medio,
Y las cosas suspensas, aguardando
De la dichosa hora el punto, cuando
Reciba el mundo sin igual remedio.
Puso entre el hombre y Dios la Virgen medio
Su consentir humilde al Ángel dando,
Y el resplandor del Padre, así encarnando,
Ya vecino al nacer confirma el medio.
María, de extremado gozo llena
Y en vehemente ardor toda encendida,
Pide que salga el sol que la enamora.
Vistióse de blancura y luz serena,
Y sobre humanas fuerzas conmovida,
Virgen y Madre se mostró a la hora.
·Luis-de-Ribera
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Las palmas de la fértil Idumea
Más que cedros del Líbano han crecido:
Ejércitos del cielo han parecido
En valle, en monte, en risco y en aldea.
La noche más que el día hermosea,
Y en el aire estas voces se han oído:
–«Id, pastores, al Niño que ha nacido;
Ved al que cielo y tierra señorea».
A prisa vienen, y a Belén llegados
Es el portal de ángeles un coro
De música, de gloria y armonía.
Adoran por el suelo derribados
Al sacrosanto y virginal tesoro,
Al poderoso Infante y a María.
Diego-Ramírez-Pagan
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LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO
Hermosa doncella,
Delicia de Dios,
¿A dónde caminas
Con paso veloz?
¿A qué vas al templo
Del Rey Salomón,
Y tórtolas llevas
De pardo color?
Decid a esta Virgen
Con santo fervor,
Al aire soltando
La plácida voz:
Bendito el instante
Que Dios te crió:
Bendita la hora
Que el mundo te vio.
¿Por qué va cubriendo
Tu frente el rubor,
Si más pura eres
Y hermosa que el sol?
A Ti de la mancha
De Adán pecador,
A Ti sólo quiso
Librar el Señor.
Placer inefable
Al punto que vio
Tu rostro gracioso
El cielo gozó.
La saña divina
Y antiguo rigor
En paz y clemencia,
Por Ti se trocó.
Y el Dueño del orbe
Prendado de amor,
Albergue en tu seno
Dulcísimo halló,
Y al mundo le diste
Sin ay, ni dolor,
Cual brota de mayo
La cándida flor,
Y llevas al pecho
¡Divino favor!
Colgada la prenda
Que vida nos dio.
Pues no, no te obliga
La ley de rigor,
Que Tú eres la Madre
Del sumo Hacedor.
Mas ya lo comprendo,
Que vas al Señor
A dar de virtudes
Riquísimo don.
Bendita obediencia
Y humilde oración,
Y en uno enlazados
Pureza y amor.
Permite, Señora,
Que yo vaya en pos,
Siguiendo tus pasos
Al templo de Dios.
Vosotras las hijas
Que sois de Sión,
Salid al camino,
Corred con ardor.
Del calendario Mariano de 1862
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Del sagrado nacimiento
Siendo el cuarenteno día,
Por el templo del Señor
Que en Jerusalén había.
Entra la preciosa Virgen,
Serenísima María;
Limpia más que las estrellas,
Cual el sol resplandecía.
En sus brazos virginales
Su dulce hijo traía;
Hijo es del Padre Eterno,
Dios y hombre allí venía.
En forma viene de siervo,
Aunque los cielos regía,
Para remediar al hombre
Del daño que padecía;
Y aunque a grande costa suya,
Abrirle celestial vía.
Para cumplir con la ley
Su Madre a Dios le ofrecía,
Y por Él da en sacrificio
Dos aves que allí traía.
Al templo fue Simeón,
Un justo que a Dios temía,
En el cual moraba Dios,
De quien respuesta tenía
Que al Verbo Eterno encarnado
Con sus ojos le vería.
El cual postrado por tierra,
Recibió al Sacro Mesía
De los brazos de la Virgen
Que en sus manos lo ofrecía.
Tomado pues en sus brazos,
Todo lleno de alegría,
Cantó aquel divino canto
Que la Iglesia refería,
Y así se cumplió lo escrito
En forma de profecía:
«El viejo llevaba al mozo,
Y el mozo al viejo regía».
Diego-Cortés
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El justo Simeón al Verbo humano
Abraza y a la muerte apetecida
Grato se ofrece, al tiempo que la vida
Tiene y el mismo espíritu en su mano.
Y cual canoro cisne, el sabio anciano
Ya su esperanza y gran edad cumplida
Alegre de su fin, la agradecida
Voz funeral así levanta ufano:
–«La muerte agora ¡oh claro sol, que abierta
Senda nos muestras a la vida ausente!
Llegue, y en paz el cuerpo desanime;
No precie ya quien ve tu luz presente,
Ver otra luz, ni el que la firme y cierta
Salud alcanza, la mortal, estime».
Juan-de-Jáuregui
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¡QUE BIEN SE ESTA CONTIGO…! (*)
¡Qué bien se está contigo,
Señor, junto al Sagrario!
¡Qué bien se está contigo…!
¿Por qué no vendré más?
Desde hace muchos años
vengo a verte a diario
y aquí te encuentro siempre,
amante solitario…
solo, pobre, escondido
pensando en mí quizás…
Tú no me dices nada
ni yo te digo nada,
si ya lo sabes todo,
¿qué te voy yo a decir?
Sabes todas mis penas,
todas mis alegrías,
sabes que vengo a verte
con las manos vacías
y que no tengo nada
que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte,
siempre te encuentro solo.
¿Será que nadie sabe,
Señor, que estás aquí?
¡No sé! pero sé, en cambio,
que aunque nadie te amara
ni te lo agradeciera
aquí estarías siempre
esperándome a mi…
¿Por qué no vendré más…?
¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia
que cuando a Ti me llego
siempre vuelvo cambiado,
siempre salgo mejor…
¿A dónde voy, Dios mío,
cuando a mi Dios no vengo?
Si Tú me esperas siempre,
si a Ti siempre te tengo,
si jamás me has cerrado
las puertas de tu amor…
Por otros se recorren
a pie largos caminos;
acuden de muy lejos
cansados peregrinos
o pagan grandes sumas
que no han de recobrar.
Por Ti nadie pregunta,
de Ti nadie hace caso,
aquí, si alguno entra,
sólo es como de paso…
Aquí eres Tú quien paga
si alguno quiere entrar…
¿Por qué no vendré más,
si sé que aquí a tu lado
puedo encontrar, Dios mío,
lo que tanto he buscado?
Mi luz, mi fortaleza,
mi paz, mi único bien…
Si jamás he venido
que no te haya encontrado.
Si jamás he sufrido,
si jamás he llorado,
Señor, sin que conmigo
llorases Tú también…
¿Por qué no vendré más?
Si Tú lo estás deseando
si yo lo necesito…
Si sé que no sé nada
cuando no vengo aquí.
Si aquí me enseñarías
la ciencia de los santos,
esa ciencia bendita
que aquí aprendieron tantos
que fueron tus amigos
y gozan ya de Ti…
¿Por qué no vendré más,
si sé yo, Carmelita,
que tú eres el modelo
que mi alma necesita,
que nada se hace duro
mirándote a Ti aquí.
El sagrario es la celda
donde estás encerrado.
¡Qué pobre!, ¡qué obediente!
¡qué manso!, ¡qué callado!
¡Qué solo!, ¡qué escondido!
¡Nadie se fija en Ti!
¿Por qué no vendré más,
oh Bondad infinita?
¡Riqueza inestimable
que nada necesita
y que te has humillado
a mendigar mi amor!
¡Ábreme ya esa puerta,
sea ya esa mi vida
olvidada de todos,
de todos escondida!
¡Qué bien se está contigo!
¡Qué bien se está, Señor!
(*) Este poema lo conservaba Don Álvaro del Portillo entre las páginas de su breviario. El texto es de un carmelita.
PODRÁN CORTAR
TODAS LAS FLORES, PERO NO PODRÁN DETENER
LA PRIMAVERA
Pablo Neruda
"Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol.
Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes.
¿Hacia donde te diriges? -le preguntó-.
Sin dejar de caminar, la oruga le contestó:
Tuve un sueño anoche: soñé que
desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle.
Me gustó lo que ví en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba:
¡Debes estar loca¡ ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¿Tú? ¿Una simple oruga?... una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable...
Pero el
gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó; su diminuto cuerpo no dejó de moverse.
De pronto oyó la voz de un escarabajo:
¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño?
Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante:
Tuve un sueño y deseo realizarlo, subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo.
El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo:
Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso.
Y se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga conti-nuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.
Del mismo modo la araña, el topo y la rana le aconsejaron a nuestro amigo desistir.
¡No lo lograrás jamás!
Le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar, y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar.
Estaré mejor. Fue lo último que dijo y murió.
Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del campo, había construido como su tumba un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.
Una mañana en
la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron
en torno a aquello que se había convertido en una ad-vertencia para los
atrevidos.
De pronto quedaron atónitos, aquella caparazón dura comenzó a quebrarse, y con
asombro vieron unos ojos y unas antenas, que no podían ser las de la oruga que
creían muerta, poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto,
fueron saliendo las hermosas alas de mariposa de aquel impresionante ser que
tenían en frente, el que realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido,
por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.
Todos se habían equivocado....
Dios nos ha creado para conseguir un ideal, vivamos por él, inten-temos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizás necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas y entonces, con nuevos bríos y con la gracia de Dios, lo lograremos.
El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.”
Juan del Encina (1468-1529)
Pues que tú, Reina del Cielo,
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú, Virgen, que mereciste
ser madre de tal Señor;
tú que cuando le pariste
le pariste sin dolor;
pues con nuestro Salvador
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú, que te dicen bendita
todas las generaciones;
tú, que estás por tal escrita
entre todas las naciones;
pues en las tribulaciones
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú, que tienes por oficio
consolar desconsolados;
tú, que gastas tu ejercicio
en librarnos de pecados;
tú, que guías los errados
y los vales,
da remedio a nuestros males.
¿Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer?
¿Quién sabrá tan bien loarte
que no le falte saber?
Pues que para nos valer,
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
¡Oh Madre de Dios y hombre!
¡Oh concierto de concordia!
Tú, que tienes por renombre
Madre de misericordia:
pues para quitar discordia
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú, que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú, que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conoció,
si nos vales,
fenecerán nuestros males.
Tú, que eres flor de las flores;
tú, que del cielo eres puerta;
tú, que eres olor de olores;
tú, que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males.
........................................................................
José María Pemán
"Estaba la Dolorosa
junto al leño de la Cruz..."
¡Qué manera tan graciosa
de enseñarnos la preciosa
lección del callar doliente!
Tronaba el cielo rugiente,
la tierra se estremecía,
bramaba el agua... María
estaba, sencillamente.
Luis de Góngora
Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu Pastor soy
sino tu pasto también.
Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida,
donde me subió tu amor;
si prenda quieres mayor,
mis obras hoy te la den.
Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu Pastor soy
sino tu pasto también.
Pasto al fin yo tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,
el traerte yo en el hombro
o traerme tú en el pecho?
Prendas son de amor estrecho
que aun los más ciegos las ven.
Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu Pastor soy
sino tu pasto también.
Francisco Luis Bernárdez
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.
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José María Pemán
Yo no soy flor nacida para todos los vientos
ni camino perdido para todos los pasos.
Yo no soy pluma suelta de destinos y acasos
arrojada a los aires cual despojo maldito.
Yo he nacido a la sombra de un mandato infinito,
de un misterio fecundo,
donde en letras de estrellas mi sendero está escrito.
Yo he venido a la vida con un nombre bendito.
Yo no soy hospiciano de las patrias del mundo.
Carlos Murciano
Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.
Dios está aquí o allí, sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarle compartir mi madrugada.
Doy a la luz y Dios se enciende: toco
la silla y toco a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en «Dios»; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.
Abro la puerta, y entra Dios -¡Si estaba
ya dentro!...-; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también, y el agua vuélvese de seda.
Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verle tan enorme y tan pequeño.
Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo -Dios, perdón- su frío,
y no intento explicarme por qué envuelve
su cuerpo este pobre traje mío.
Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua donde vivo.
Hacía por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.
Y aquí sigue; tan cerca, que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.
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Juan Ramón Jiménez
No corras.
Ve despacio.
Que a donde tienes que ir
es a ti mismo.
Ve despacio.
No corras.
Que el niño de tu YO,
recién nacido eterno,
no te puede seguir.
MARCELO BAGNATI, 25/11/84
Esta palabra no es fácil de llevar
cuando dejes de lado muchas cosas
sepas y tengas fe que vencerás
eso es campeón.
entrena que dios te mira
dios esta a tu lado
dios te puso en este mundo
solo para luchar
demuéstrale el poder de tu
alma sobre tu cuerpo
no finjas y pelea.
aunque la soledad sea tu compañera
lucha.
tu eres capaz de soportar las luchas
mas sangrientas.
eso es campeón
aunque te halaguen o te humillen
te sea lo mismo.
cuando la muerte te sea indiferente
y la vida un camino a la grandeza.
eso es campeón
convierte lo negativo en positivo
levanta la cadena y lucha.
no hagas historia y que la historia
sea un escalón a la victoria.
lucha, no por ti sino por lo que dios
te ordene ser el día de mañana.
ESTÁN LOS QUE USAN SIEMPRE LA MISMA ROPA
MARCELO BAGNATI
Están
los que usan siempre la misma ropa.........
Están los que llevan amuletos, los que hacen promesas.......
Los que imploran al cielo, los que creen en supersticiones....
Y están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas
convencidos de que la vida misma es un desafío.
Sufren pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa.....
El sudor se seca, el cansancio termina.
Pero hay algo que no desaparecerá, la satisfacción de haberlo logrado...
En su cuerpo hay la misma cantidad de músculos....
En sus venas corre la misma cantidad de sangre.
.Lo que los hace diferentes es su espíritu
La determinación de llegar a la cima;
Una cima que no se llega superando a los demás,
Sino superándose a uno mismo.
Y la piel se arruga....el pelo se vuelve blanco...
Los días se convierten en años.....
Pero lo importante no cambia.....tu fuerza, tu convicción....
No tienen edad........
Tu espíritu es el plumero de cualquier telaraña....
Porque detrás de cada llegada, abra una nueva partida.
Detrás de cada logro habrá un nuevo desafío.......
Mientras estés vivo, sentite vivo.
Si extrañas lo que hacías, volvé a hacerlo..
No vivas de fotos amarillas
Seguí aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti..
Hace que en vez de lastima te tengan respeto
Cuando por los años no puedas correr.....trota..
Cuando no puedas trotar...camina...
Cuando no puedas caminar usa un bastón...
Pero nunca te detengas....
Eduardo Galeano
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy ni mañana ni nunca, ni en llovizna cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ningüenados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos
Que no practican religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino folklore
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la Historia Universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
MIGUEL DE UNAMUNO
Agranda la puerta, Padre, / porque no puedo pasar. / La hiciste para los niños: / yo he crecido, a mi pesar. / Si no me agrandas la puerta, / achícame, por piedad. / Vuélveme a la edad aquella / en que creer era soñar.
GUILLERMO AGUIRRE Y FIERRO
En torno de
una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de
sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de
olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.
Pero en
todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso
ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.
A cada
nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba
decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del”feliz año Nuevo”…
Una voz
varonil dijo de pronto:
-Las doce, compañeros;
Digamos el “requiéscat” por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos…
-Brindo,
dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo
porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.
-¡Bravo!
Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
Y brinde por ….Europa,
Ya que su extranjerismo es delicioso….
-Bebo y
brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía…
Brindo por
el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.
-Yo brindo,
dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo
porque mis versos cual saetas
Lleguen hasta las grietas
Formadas de metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata…
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!
Porque a su
corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague…
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la
tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.
Se brindó
por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.
Sólo
faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro,
De noble corazón y gran cabeza;
Aquél que sin ambages declaraba
Que solo ambicionaba
Robarle inspiración a la tristeza.
Por todos
estrechado, alzó la copa
Frente a la alegre tropa
Desbordante de risas y de contento;
Los inundó en la luz de una Mirada,
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento:
-Brindo por
la mujer, mas no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no
brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la
mujer que me enseño de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi
Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Por la
anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía,
y lloró de alegría,
sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa
brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la
anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi Madre, bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella…
El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.
NOCHEBUENA
Amado Nervo
Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.
La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.
El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!
Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.
Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!
¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...
MARÍA MADRE
Gloria Fuertes
La Virgen,
sonríe muy bella.
¡Ya brotó el Rosal,
que bajó a la tierra
para perfumar!
La Virgen María
canta nanas ya.
Y canta a una estrella
que supo bajar
a Belén volando
como un pastor más.
Tres Reyes llegaron;
cesa de nevar.
¡La luna le ha visto,
cesa de llorar!
Su llanto de nieve
cuajó en el pinar.
Mil ángeles cantan
canción de cristal
que un Clavel nació
de un suave Rosal.
JESÚS, EL
DULCE, VIENE...
Juan Ramón Jiménez
Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma...
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
¿QUIEN HA
ENTRADO EN EL PORTAL DE BELÉN?
Gerardo Diego
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?.
La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.
¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?
Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.
Flor sobre impacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.
NACIMIENTO DE CRISTO, EN QUE SE DISCURRIÓ LA ABEJA
Sor Juana
Inés de la Cruz
De la más fragante Rosa
nació la Abeja más bella,
a quien el limpio rocío
dio purísima materia.
Nace, pues, y apenas nace,
cuando en la misma moneda,
lo que en perlas recibió,
empieza a pagar en perlas.
Que llore el Alba, no es mucho,
que es costumbre en su belleza;
mas quién hay que no se admire
de que el Sol lágrimas vierta?
Si es por fecundar la Rosa,
es ociosa diligencia,
pues no es menester rocío
después de nacer la Abeja;
y más, cuando en la clausura
de su virginal pureza,
ni antecedente haber pudo
ni puede haber quien suceda.
Pues a ¿qué fin es el llanto
que dulcemente le riega?
Quien no puede dar más Fruto,
¿qué importa que estéril sea?
Mas ¡ay! que la Abeja tiene
tan íntima dependencia
siempre con la Rosa, que
depende su vida de ella;
pues dándole el néctar puro
que sus fragancias engendran,
no sólo antes la concibe,
pero después la alimenta.
Hijo y madre, en tan divinas
peregrinas competencias,
ninguno queda deudor
y ambos obligados quedan.
La Abeja paga el rocío
de que la Rosa la engendra,
y ella vuelve a retornarle
con lo mismo que la alienta.
Ayudando el uno al otro
con mutua correspondencia,
la Abeja a la Flor fecunda,
y ella a la Abeja sustenta.
Pues si por eso es el llanto,
llore Jesús, norabuena,
que lo que expende en rocío
cobrará después en néctar.
LAS PAJAS DEL PESEBRE
Lope de Vega
Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Lloráis entre pajas,
del frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y del calor también.
Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
Dormid entre pajas
que, aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona crüel.
Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;
que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Dejad en tierno llanto,
divino Emmanüel;
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previente sus dolores
y llora con José;
que aunque pajas no sean
corona para rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
LA NIÑA A
QUIEN DIJO EL ÁNGEL
Lope de Vega
La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,
ya le mira en un pesebre,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre,
también se obliga a sus penas.
¿Qué tenéis, dulce Jesús?,
le dice la Niña bella;
¿tan presto sentís mis ojos
el dolor de mi pobreza?
Yo no tengo otros palacios
en que recibiros pueda,
sino mis brazos y pechos,
que os regalan y sustentan.
No puedo más, amor mío,
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
envidiaran mi riqueza.
El niño recién nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.
Mas revelándole al alma
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.
Ella entonces desatando
la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.
Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto.
No le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
AL
NACIMIENTO DE CRISTO
Lope de Vega
Repastaban sus ganados
a las espaldas de un monte
de la torre de Belén
los soñolientos pastores,
alrededor de los troncos
de unos encendidos robles,
que, restallando a los aires,
daban claridad al bosque.
En los nudosos rediles
las ovejuelas se encogen,
la escarcha en la hierba helada
beben pensando que comen.
No lejos los lobos fieros,
con los aullidos feroces,
desafían los mastines,
que adonde suenan, responden.
Cuando las oscuras nubes,
de sol coronado, rompe
un Capitán celestial
de sus ejércitos nobles,
atónitos se derriban
de sí mismos los pastores,
y por la lumbre las manos
sobre los ojos se ponen.
Los perros alzan las frentes,
y las ovejuelas corren
unas por otras turbadas
con balidos desconformes.
Cuando el nuncio soberano
las plumas de oro escoge,
y enamorando los aires,
les dice tales razones:
«Gloria a Dios en las alturas,
paz en la tierra a los hombres,
Dios ha nacido en Belén
en esta dichosa noche.
»Nació de una pura Virgen;
buscadle, pues sabéis donde,
que en sus brazos le hallaréis
envuelto en mantillas pobres».
Dijo, y las celestes aves
en un aplauso conformes
acompañando su vuelo
dieron al aire colores.
Los pastores, convocando
con dulces y alegres voces
toda la sierra, derriban
palmas y laureles nobles.
Ramos en las manos llevan,
y coronados de flores,
por la nieve forman sendas
cantando alegres canciones.
Llegan al portal dichoso
y aunque juntos le coronen
racimos de serafines,
quieren que laurel le adorne.
La pura y hermosa Virgen
hallan diciéndole amores
al niño recién nacido,
que Hombre y Dios tiene por nombre.
El santo viejo los lleva
adonde los pies le adoren,
que por las cortas mantillas
los mostraba el Niño entonces.
Todos lloran de placer,
pero ¿qué mucho que lloren
lágrimas de gloria y pena,
si llora el Sol por dos soles?
El santo Niño los mira,
y para que se enamoren,
se ríe en medio del llanto,
y ellos le ofrecen sus dones.
Alma, ofrecedle los vuestros,
y porque el Niño los tome,
sabed que se envuelve bien
en telas de corazones.
YO VENGO
DE VER
Lope de Vega
Yo vengo de ver, Antón,
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón.
ZAGALEJO
DE PERLAS
Lope de Vega
Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?.
Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana.
Romance
del Nacimiento
San Juan de la Cruz
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
DE CÓMO
ESTABA LA LUZ...
Luis Rosales
El sueño como un pájaro crecía
de luz a luz borrando la mirada;
tranquila y por los ángeles llevada,
la nieve entre las alas descendía.
El cielo deshojaba su alegría,
mira la luz el niño, ensimismada,
con la tímida sangre desatada
del corazón, la Virgen sonreía.
Cuando ven los pastores su ventura,
ya era un dosel el vuelo innumerable
sobre el testuz del toro soñoliento;
y perdieron sus ojos la hermosura,
sintiendo, entre lo cierto y lo inefable,
la luz del corazón sin movimiento.
DE CUAN GRACIOSA
Y APACIBLE ERA LA BELLEZA DE LA VIRGEN
Luis
Rosales
¡Morena por el sol de la alegría,
mirada por la luz de la promesa,
jardín donde la sangre vuela y pesa;
inmaculada Tú, Virgen María!.
¿Qué arroyo te ha enseñado la armonía
de tu paso sencillo, qué sorpresa
de vuelo arrepentido y nieve ilesa,
junta tus manos en el alba fría?.
¿Qué viento turba el momento y lo conmueve?
Canta su gozo el alba desposada,
calma su angustia el mar, antiguo y bueno.
La Virgen, a mirarle no se atreve,
y el vuelo de su voz arrodillada
canta al Señor, que llora sobre el heno.
ODA A LA VIRGEN
Fray Luis de
León
Virgen, que el sol más pura,
gloria de los mortales, luz del cielo,
en quien la piedad es cual la alteza:
los ojos vuelve al suelo
y mira un miserable en cárcel dura,
cercado de tinieblas y tristeza.
Y si mayor bajeza
no conoce, ni igual, juicio humano,
que el estado en que estoy por culpa ajena,
con poderosa mano
quiebra, Reina del cielo, esta cadena.
Virgen, en cuyo seno
halló la deidad digno reposo,
do fue el rigor en dulce amor trocado:
si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado.
Descubre el deseado
rostro, que admira el cielo, el suelo adora:
las nubes huirán, lucirá el día;
tu luz, alta Señora,
venza esta ciega y triste noche mía.
Virgen y madre junto,
de tu Hacedor dichosa engendradora,
a cuyos pechos floreció la vida:
mira cómo empeora
y crece mí dolor más cada punto;
el odio cunde, la amistad se olvida;
si no es de ti valida
la justicia y verdad, que tú engendraste,
¿adónde hallará seguro amparo?
Y pues madre eres, baste
para contigo el ver mi desamparo.
Virgen, del sol vestida,
de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la Luna;
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio crüel, poder sin ley ninguna,
me hacen guerra a una;
pues, contra un tal ejército maldito,
¿cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?
Virgen, por quien vencida
llora su perdición la sierpe fiera,
su daño eterno, su burlado intento;
miran de la ribera
seguras muchas gentes mi caída,
el agua violenta, el flaco aliento:
los unos con contento,
los otros con espanto; el más piadoso
con lástima la inútil voz fatiga;
yo, puesto en ti el lloroso
rostro, cortando voy onda enemiga.
Virgen, del Padre Esposa,
dulce Madre del Hijo, templo santo
del inmortal Amor, del hombre escudo:
no veo sino espanto;
si miro la morada, es peligrosa;
si la salida, incierta; el favor mudo,
el enemigo crudo,
desnuda, la verdad, muy proveída
de armas y valedores la mentira.
La miserable vida,
sólo cuando me vuelvo a ti, respira.
Virgen, que al alto ruego
no más humilde sí diste que honesto,
en quien los cielos contemplar desean;
como terrero puesto-
los brazos presos, de los ojos ciego-
a cien flechas estoy que me rodean,
que en herirme se emplean;
siento el dolor, mas no veo la mano;
ni me es dado el huir ni el escudarme.
Quiera tu soberano
Hijo, Madre de amor, por ti librarme.
Virgen, lucero amado,
en mar tempestuoso clara guía,
a cuvo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya el suelo toca;
gime la rota antena;
socorre, antes que emviste en dura roca.
Virgen, no enficionada
de la común mancilla y mal primero,
que al humano linaje contamina;
bien sabes que en ti espero
dende mi tierna edad; y, si malvada
fuerza que me venció ha hecho indina
de tu guarda divina
mi vida pecadora, tu clemencia
tanto mostrará más su bien crecido,
cuanto es más la dolencia,
y yo merezco menos ser valido.
Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo, que contino a ti vocea.
Miquel Martí i Pol
(Roda
de Ter, 1929-Vic,11 de novembre de 2003),
Vint-i-set poemes en tres temps (1972).
Aquesta remor que se sent no és de pluja.
Ja fa molt de temps que no plou.
S¹han eixugat les fonts i la pols s¹acumula
pels carrers i les cases.
Aquesta remor que se sent no és de vent.
Han prohibit el vent perquè no s¹alci
la pols que hi ha pertot
i l¹aire no esdevingui diuen irrespirable.
Aquesta remor que se sent no és de paraules.
Han prohibit les paraules perquè
no posin en perill
la fràgil immobilitat de l¹aire.
Aquesta remor que se sent no és de pensaments.
Han estat prohibits perquè no engendrin
la necessitat de parlar
i sobrevingui, inevitablement, la catàstrofe.
I, tanmateix, la remor persisteix.
Él solo es el Señor.
Ni el dinero, arrastrada prostituta,
ni el poder, que embrutece a los tontos y a los débiles,
ni la fuerza, que copia a las fieras salvajes,
ni el sexo desbordado de los cauces humanos,
ni el fusil, que nos mira de reojo o de frente en todas partes,
ni el sucio calabozo,
ni la burla bien puesta, lo mismo que un veneno,
ni el cansado cansancio de los años,
ni la muerte, a la que vence la esperanza...
podrán jamás, por mucho que se empeñen,
si la fe nos recorre las venas del alma,
obligarnos a bajarles dócilmente la cabeza,
a decirles: "Señor, Señor", por vivir unos años
más tranquilos,
más calientes en medio del rebaño,
con un poco de alpiste en cualquier jaula.
Anónimo
Mañana, hijo mío, todo será distinto.
Se marchará la angustia por la puerta del fondo
que han de cerrar, por siempre,
las manos de hombre nuevos.
Reirá el campesino sobre la tierra suya
-pequeña, pero suya-
florecida en los besos de su trabajo alegre.
No serán prostitutas las hijas del obrero
ni las del campesino;
pan y vestido habrá de su trabajo honrado...
Se acabarán las lágrimas del hogar proletario.
Mañana, hijo mío, todo será distinto.
Sin látigo, ni cárcel, ni bala de fusil
que supriman las ideas.
Caminarás por las calles de tus ciudades,
en tus manos las manos tus hijos,
como yo no lo puedo hacer contigo.
No encerrará la cárcel tus años juveniles
como cierran los míos;
no morirás en el exilio,
temblorosos los ojos,
anhelando el paisaje de la patria,
como murió mi padre.
Mañana, hijo mío, todo será distinto.
Edwin Castro
"Deja sólo esto poco que queda de mí:
que yo pueda decirte 'Tú, mi todo'.
Deja sólo esto poco de voluntad propia en mí:
que pueda sentirte por todas partes,
que me encuentre contigo en cada cosa,
que te ofrezca mi amor en todo momento.
Deja esto poco que queda en mí:
que yo nunca te esconda.
Deja estas pocas trabas que quedan en mí:
esas trabas que me han unido a tu voluntad,
esas cadenas con que tu intención han llenado mi vida,
esas esposas que son tu amor".
Rabindranath Tagore
...rezar es departir con el Maestro,
es echarse a sus plantas en la hierba
o entrar en la casita de Betania
para escuchar las charlas de su cena
Rezar es informarle de un fracaso,
decirle que nos duele la cabeza.
Rezar es invitarle a nuestra barca
mientras la red largamos a la pesca,
y mullirle una almohada
sobre un banquillo en popa a nuestra vera.
Y, si acaso se duerme,
no aflojar el timón mientras Él duerma.
Y es rezar despertarle, si, de pronto,
la mar se pone fea.
Y es rezar -¡qué rezar!- decir "te quiero",
y lo es -¡no lo iba a ser!- decir "me pesa",
y el "quiero ver" del ciego
y el "límpiame" angustioso de la lepra,
las lágrimas sin verbo de la viuda,
y el "no hay vino" en Caná de Galilea.
Y es oración, con la cabeza gacha,
después de un desamor gemir "¡qué pena!".
Cualquier sincero suspirar del alma,
cualquier contarle a Dios nuestras tristezas,
cualquier poner en Él nuestra confianza...
-y esta vida está llena de "cualquieras"-,
todo tierno decir a nuestro Padre,
todo es rezar... ¡y hay gente que no reza!
Hernán Vargas Carreño
A media noche, el hombre dijo:
"Ha llegado la hora de dejar mi casa
y de buscar a Dios.
¿Quién me ha tenido engañado tanto tiempo?"
Dios le respondió sereno: "Yo"
Pero el hombre nada oía.
La madre dormía dulce,
con el niño dormido en el pecho,
a un lado la cama.
Dijo el hombre:
"¿Quiénes sois vosotros
que me habéis engañado tanto tiempo?"
La voz de Dios dijo otra vez:
"Ellos son Dios"
Pero el hombre nada oía.
El niño gritaba en sueños,
apretándose contra su madre.
Dios le dijo al hombre:
"Detente, necio, y no dejes tu hogar."
Pero el hombre nada oía.
Y Dios suspiraba tristemente:
"¿Por qué querrá venir a mí,
abandonándome?"
Rabindranath Tagore
Dios nos habla a todas horas
con suavísimos acentos.
Nos habla como a hurtadillas,
nos habla como en secreto,
con un rumor tembloroso
de canciones y de besos.
Mas andamos distraídos
y escucharle no sabemos.
Hay que vivir de rodillas.
Hay que vivir en acecho
de esas palabras tan dulces,
de esos avisos tan tiernos.
Hay que vivir siempre en vela,
puesta la mano en el pecho;
siempre alerta los oídos
y los párpados abiertos.
Hay que despertar al ángel
que todos llevamos dentro,
mientras la bestia se rinde
vencida del torpe sueño.
Todo es amor, todo es vida,
todo es altar, todo es templo...
Dios camina por el mundo,
recorre nuestros senderos,
se alberga en nuestros hogares,
vive en nuestros aposentos,
y en la sombra de la noche
se acerca hasta nuestros lechos.
Ricardo León
Ser nada, Señor, ansío
y volver a ser creado.
¡Tan sólo por ser tocado
de tus manos, Padre mío!
P. Fermín
Era generalmente querido
hasta el día en que empezó su misión.
Era querido por todos:
los camaradas, los amigos, los compañeros, las autoridades,
los ciudadanos, su padre y su madre.
Todos encontraban su vida muy bien
hasta el día en que empezó su misión.
Los camaradas encontraban que él era un buen camarada,
los amigos un buen amigo,
los compañeros un compañero en nada orgulloso,
los ciudadanos un ciudadano
hasta el día en que se reveló como otro ciudadano,
como el fundador, como el ciudadano de otra ciudad.
Las autoridades encontraban que esto estaba muy bien
hasta el día en que empezó su misión.
Las autoridades pensaban que era un hombre de orden,
un joven hecho y derecho,
un joven tranquilo,
un joven con la cabeza bien sentada,
fácil de gobernar
y que daba al Cesar lo que es del Cesar,
hasta el día en que empezó el desorden.
Introdujo el desorden,
el más grande desorden que haya existido en el mundo,
que haya existido jamás en el mundo,
el más grande orden que haya existido en el mundo,
el único orden
que haya existido jamás en el mundo
hasta el día que comenzó a dar a Dios lo que es de Dios.
Charles Peguy
Si puedes ver destrozada la obra de tu vida,
y sin decir una palabra ponerte a rehacerla;
o perder, de un solo golpe, lo que ganaste en cien batallas,
sin hacer un gesto ni lanzar un suspiro;
si eres capaz de amar sin enloquecer de amor,
si puedes ser fuerte sin perder la ternura,
y al sentirte odiado, luchar y defenderte
sin devolver el odio;
si consigues meditar, observar y conocer,
sin hacerte un escéptico o un amargado,
soñar sin que los sueños te dominen,
pensar sin ser más que eso, un pensador;
entonces los reyes, los dioses, la suerte y la victoria
serán siempre esclavos a tu servicio,
y lo que es mejor que los reyes y la gloria,
serás, hijo mío, un hombre.
Rudyard Kipling
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol
y un camino virgen...
Dios.
León Felipe
Una fuente de energía y resurrección en el fondo de tu alma
«Adora y confía»
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía...
Teilhard de Chardin
EUCARISTIA - CREEMOS EN EL PAN
Creemos en el pan, Señor, y te pedimos:
para todos los niños, pan;
para todos los pobres, pan;
para todos los hombres, pan.
Creemos en el pan, Señor, y te pedimos
tierra para sembrar el pan,
fuerzas para moler el pan,
manos para amasar el pan,
amor para servir el pan...
Creemos en el pan, Señor, y te pedimos
coraje para hacer una paz sabrosa como el pan,
esfuerzo para hacer una justicia cercana como el pan,
libertad para hacer un mundo fraterno como el pan,
ternura para hacer la violencia caliente como el pan.
Creemos en el pan, Señor, y te pedimos:
danos el pan de tu palabra,
danos el pan de vida,
danos el pan de Dios,
danos tu cuerpo como pan,
y parte tú el pan en nuestra mesa
en la pascua gozosa del amor.
Díaz Gloria Navarro
Toda la providencia es un anhelo de servir.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde hay un árbol que plantar, plántalo tú;
donde hay un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú;
sé el que apartó del camino la piedra,
el odio de los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo,
pero hay sobre todo, la inmensa,
la hermosa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo
si todo él estuviera hecho;
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender.
No caigas en el error
de que sólo se hacen méritos
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios:
arreglar una mesa,
ordenar unos libros,
peinar una niña.
Aquél el que critica, éste el que destruye;
sé tú el que sirve.
El servir no es una faena de seres inferiores.
Dios que es el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse.. ¡el que sirve!
Y tiene sus ojos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿AI árbol? ¿A tu hermana?
¿A tu madre?
Gabriela Mistral
Dios,
cuya luz bienhechora
palpita, refleja y arde
en las nubes de la tarde
y en las perlas de la aurora,
en la linfa bullidora,
en la silvestre azucena,
en cada grano de arena,
en cada nota sublime,
en cada ambiente que gime
y en cada rayo que truena.
Dios,
que se advierte en el rubio
plumero de las espigas,
en las ásperas ortigas
y en el estival efluvio,
en las llamas del Vesubio,
en las flores purpurinas,
en las gotas opalinas,
en las rugientes cascadas
y entre las plumas nevadas
de las gaviotas marinas.
Dios,
que vaga en los aromas
y que vuela en los murmullos
y que halaga en los arrullos
de las torcaces palomas,
en el cesped de las lomas,
en la claridad del día...
Dios, vida, ser y armonía
de toda la creación.
¡Ah, no encuentra una expresión
digna de Él, el arpa mía!...
Ruben Dario
A descubrir la presencia de Dios nos exhorta el exquisito Amado Nervo:
Espíritu que no hallas tu camino,
que hender quieres el cielo cristalino
y no sabes qué rumbo has de seguir,
y vas de tumbo en tumbo,
llevado por la fuerza del destino.
¡Detente! Pliega el ala voladora:
¡buscas la luz y en ti llevas la aurora!
Recorres un abismo y otro abismo
para encontrar al Dios que te enamora,
y ese Dios tú lo llevas en ti mismo.
Y el agitado corazón latiendo,
en cada golpe te lo está diciendo,
y un misterioso instinto
de tu alma en el oscuro laberinto
te lo va de noche a noche repitiendo.
...¡Mas tú sigues buscando lo que tienes:
Dios en ti, de tus ansias es testigo,
y mientras presuroso vas y vienes,
como el duende del cuento, Él va contigo!
Amado Nervo
«No habléis de mí, vosotros que cifráis vuestra dicha
en el afán y el júbilo de algún amor terreno;
¿qué sabéis del poder obsesivo, inmutable,
del dominio absoluto de Dios que llevo dentro?
Vuestros ojos resbalan sobre mí sin captarme.
Sólo advertís la forma tangible de mi cuerpo.
-¿Qué sabéis de la llama que quema y no consume;
qué sabéis de mi Dios, del Dios que llevo dentro?
Esa vida aparente, similar a la vuestra,
es tránsito forzoso; es el mismo sendero
que os conduce a la nada y a mí me precipita
en la sima sin fondo del Dios que llevo dentro.
Nadie puede quitármelo: El es lo único mío,
lo único invulnerable a los celos del viento,
al curso de los astros, al dolor y a la muerte.
Debo mi libertad al Dios que llevo dentro.
Ernestina De Champurcin
Poetas:
El hombre es lo que importa.
Vamos a poner vertical esta palabra.
La H es una torre.
La O es como un ojo mirando eternamente a la esperanza.
La M es como el mundo que lleva entre los hombros.
La B como una bala disparada hacia el odio y el amor.
La R como un rayo buscando en las tinieblas la aurora del mañana.
La E como una espiga hacia el trigo del hijo.
Hombre, así, vertical,
aunque lo metan en una jaula
y le sequen la voz y los ojos
y le arranquen la entraña.
Hombre, así, vertical,
aunque lo llenen de pústulas y lágrimas.
Hombre con el estómago hundido por el hambre,
con la cara abrasada por el sol de los campos
o el brillo de las máquinas.
Hombre de la oficina cegado por los números,
hombre de los andamios, las minas y las fábricas.
Hombre como una nube de tormenta
sobre la yerba dulce de la mujer tendida.
Lo que importa es el Hombre
porque si el hombre muere
se apagarán para siempre
las antorchas del Alba.»
Manuel Pacheco
¿Quiénes son los que hoy siguen a Jesús y son clavados en su misma cruz?
«Tienen nombre, Señor: son los que sufren;
las sombras semejantes,
las sombras que se quedan en los cuerpos
mientras va su vivir deletreándose
para ganar el pan; sólo en Ti esperan:
son los muertos que nacen
del invierno del mundo, son los muertos
que están viviendo y arden
con aceite de Dios; los sucedidos
mendigos, con sus cuerpos manuales
donde la sangre está como en un pozo,
soñando con ser sangre,
y humedeciendo el ser hasta los huesos
con un soplo de vida que no late,
que apenas mancha el cuerpo, como sube
la humedad en los muros de la cárcel.
Tienen nombre, Señor: son los que lloran,
los náufragos del hambre,
los que Te duelen tanto que no puedes
mirarlos, sin quemarles.
Tú, sí, los llamarás: son los que esperan;
los semovientes náufragos que saben
que el roce irá gastando día tras día
su materia carnal; son los que nacen
para formar un nudo con el agua
que les lleva y les trae,
deshaciendo su cuerpo entre las olas;
son los muertos, Señor, la nieve fácil
de los muertos que viven y los muertos
que mueren sin vivir; ¡vuelve a nombrarles!,
¡nadie sabe su nombre entre nosotros!,
son los muertos que nacen,
los muertos y las sombras de los muertos,
surgentes, naturales.»
Luis Rosales
«E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.»
Murió el hijo de María, murió el hijo de la tierra.
Murió bajo la violencia. Murió perdonando lo que sólo él comprendía.
Y sigue muriendo, porque hay mucha sangre derramada en el mundo.
Mucha sangre...
«He viajado por la mitad del mundo.
Desde el avión miraba insaciable, el mar, la tierra.
Sólo veía sangre derramada.
Y yo me preguntaba: ¿cómo?, ¿por qué?,
y quería descender, palpar aquella manta roja,
convencerme de que, quizá, no era sangre
(tal vez un meteoro
desconocido).
Pero no, que era sangre, sangre, sangre.
Yo gritaba aterrado,
yo quería parar el frío pájaro del níquel gris sin alma,
y me retorcía, impotente,
colgado allá en la altura,
entre compañeros de viaje que leían su "Life"
y pilotos albinos que no me comprendían.
Hay que bajar, hay que bajar: peligro.
Inmensos Amazonas vierten sangre en los mares.
Grandes ríos satélites hinchan de roja espuma hirvientes
Amazonas.
Sutiles riachuelos escarlata avanzan sigilosos (como
termómetros febriles) sobre los torvos ríos.
Violáceas tormentas humeantes rugen y se descuelgan
buscando riachuelos donde aplacar su ira.
Sangre, sangre,
inmensa red de sangre riega el mundo.
¿Dónde sus fuentes? Quiero ver las fuentes.
Señores, paren, paren: hay que bajar.
Hay que bajar, ahora mismo.
Porque hay sangre por todo el mundo,
y yo necesito saber quién vierte la sangre,
y por qué se vierte y en nombre de qué se vierte.
Dame, oh gran Dios, los ojos de tu justicia.
Porque en el mundo reina la injusticia.
Tú no creaste la injusticia. Alguien ha creado la injusticia.
Alguien es el injusto, y yo necesito verle la cara al injusto.
Porque hay mentira y quiero ver sus fuentes ocres.
Ojos míos, alerta, alerta:
yo quiero ver qué brazos ahogan la justicia de Dios,
qué bocas retuercen su verdad.»
Damaso Alonso
NO ME MUEVE - ACTO DE CONTRICION ANONIMO
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido.
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera inifierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
Quien quiere ser segador
buen brazo debe mostrar.
Buen brazo para abrazar
cuanto mayor haz, mejor,
y buen brazo para usar
de las hoces con vigor.
Quien quiere ser segador
gran amor debe mostrar,
que no es negocio el segar,
segar es cuestión de amor,
pues segar es abrazar
las espigas con ardor.
Buenos brazos, gran amor,
como el de aquel Segador
que tanto quiso abrazar
en su anhelo redentor,
hasta venir a quedar
descoyuntado de amor.