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HISTORIA DE QUIEN VINO Y SE FUE

Rosario Athié (Zapopan, 2006)

Alguien que irrumpe en la propia existencia para abrir los propios horizontes a través del encuentro con ese que es mi otro yo. Una sorpresiva venida en la que el otro se manifiesta suscitando interrogantes que se convierten en una exhortación para mirar con más profundidad el entorno circundante: esa es la historia del encuentro entre Bárbol –el viejo Ent, famoso personaje de la obra de John Ronald Reuel Tolkien- y Benjamín, un niño que vive al lado de la casa del famoso filólogo inglés.

Este cuento escrito por la Dra. Rosario Athié Lámbarri, aparece precisamente en la época del furor cinematográfico por la puesta en escena del primer libro de El Señor de los Anillos. La obra de J. R. R. Tolkien, ha sido fuente de inspiración para aquellos que, como el autor, no se resignan a ser considerados un objeto más del mundo industrializado en el que parece que el negro asfalto y el sometimiento técnico de la naturaleza, son los únicos puntos de referencia válidos para la actuación humana y la vida comunitaria.

Así, el anhelo de Tolkien por conseguir la armonía con el mundo natural se refleja especialmente en la interesante biografía esbozada por la Dra. Athié en el cuento Historia de una venida y una ida. En esta obra, Bárbol revela los sucesos más relevantes de la vida de Tolkien, ofreciendo al lector la posibilidad de comprender con mayor hondura la obra mitológica de este autor. “Ha llegado el momento –le dice Bárbol a Benjamín- de que yo descubra algunos de mis secretos. Es necesario que los que me han conocido no se confundan. Yo soy porque ese bebé (Tolkien) deseó mi sombra y sólo en esa medida fui creciendo en él”.

De esta manera, el cuento de la Dra. Athié revela con gran acierto el amor de Tolkien por los árboles: la búsqueda de su protección ante la fuerza de los rayos solares, su belleza natural acentuada por la vitalidad propia de las hojas verdes, y especialmente la sabiduría para esperar que una pequeña semilla crezca para dar los frutos en el tiempo oportuno. En la confidencia de Bárbol descubrimos este rasgo de la personalidad de Tolkien, quien revela a Benjamín que “el niño y su hermano descubrieron muchas clases de árboles con sus diversos tallos y hojas. Si su primer sentimiento respecto a los árboles había sido la necesidad de una sombra, en Sarehole comenzó a amarnos como parte de sí y deseaba esta siempre con nosotros. No nos podía guardar en el bolsillo de su pantalón, aún pequeño, pero nos llevaba siempre dentro”.

Hölderlin afirmaba que “quien piensa lo más vivido, ama lo más profundo”. En este sentido, la grandeza de John Ronald Reuel Tolkien se vislumbra en la creación de la Tierra Media –el escenario en el cual se suscita la lucha entre la vida y la destrucción por las fuerzas del mal- como fruto de su íntima vivencia con el entorno natural desde sus años de infancia y el diálogo profundo con el grupo de los Inklings. Por eso resulta relevante subrayar que en la obra de la Dra. Rosario Athié se recogen las reflexiones de Tolkien sobre el escritor y el lector, quienes no han de limitarse a ser receptores pasivos sino personas en acción, capaces de participar de la obra creadora con su propia labor. Es una exhortación que hace para que cada lector sea capaz de ejercer su vocación como auténtico subcreador en este mundo nuestro, cuya nobleza será correlativa al respeto de la naturaleza y de las demás personas que coexisten con nosotros.

Esta es la semblanza de la vida y de los personajes que siempre acompañaron al “pequeño creador” de Bárbol. La autora muestra cómo el viejo Ent consigue abrir los horizontes de su amigo Benjamín, teniendo como fundamento el diálogo profundo y la comprensión. Por eso, es evidente que la amistad es uno de los rasgos más sobresalientes del cuento del que hacemos mención. Gracias a las reflexiones que suscita esta obra, el lector conseguirá la identificación con Benjamín, acompañándole en las interrogantes que haríamos si tuviésemos la oportunidad de coincidir con quien estuvo estrechamente unido a uno de los más grandes escritores del siglo XX. El modelo de amistad que ofrecen Bárbol y Benjamín, nos enseñan a ser uno mismo a través de la empatía con los otros, lección que no deja de ser reveladora para los hombres de nuestro tiempo.

Sin embargo, el nuestro es el relato de una venida que acaba con una ida . Como sucede con todos los lazos humanos, llega el momento en que uno de los amigos ha de cambiar de rumbo, pero la presencia en el otro estará viva en la medida en que la relación haya sido bañada por la trascendencia que da el amor. Bárbol deja a su amigo una semilla, que ha de ser cultivada por Benjamín para que con una nueva subcreación, sea capaz de ofrecer la sombra y el sosiego que anhelamos al participar en la vida comunitaria.

Cada uno de nosotros somos otro Benjamín, y el libro de nuestra vida tiene aún hojas en blanco. Sin embargo, siempre habrá un Bárbol que al dejar unas cuantas líneas en nuestro libro, nos recordará que somos escritura y que su labor ha de ser continuada con nuestros propios trazos. Rosario Athié nos recuerda que la belleza de nuestra historia no dependerá del tamaño que en cierto modo nos ha sido dado –los menudos hobbits Frodo y Sam, son una muestra de ello- sino de los frutos de entrega que podamos cosechar en el cumplimiento de nuestra misión, lo cual es correlativo a las simientes que hayamos dejado germinar en nosotros.

Dra. Alicia Ocampo Jiménez.

Guadalajara, Jalisco