ET, EL EXTRATERRESTRE: el arranque (Steven Spielberg, 1982)
Si el cine es el arte de las imágenes en movimiento, el arranque de ET es cine en estado puro. Son seis minutos de imágenes sin diálogos: ni una sola palabra, pero mucha información.
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Después de los títulos de crédito sobre fondo negro y música inquietante pasamos, en corte neto, a un plano contrapicado de un cielo azul estrellado nocturno y, a continuación, a una panorámica vertical hacia abajo que se detiene brevemente en un plano general picado de una nave espacial, que seguimos viendo a través de unos matorrales, en plano subjetivo, con un travelling lateral de derecha a izquierda. ¿Qué sugiere todo este lenguaje cinematográfico?
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Plano contrapicado: algo positivo. Lo que va a venir a continuación viene del cielo y, por lo tanto, será algo bueno, como un regalo procedente de las estrellas.
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Plano general picado: algo negativo o condenatorio. La nave abandonará al protagonista.
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Travelling lateral de derecha a izquierda: lo normal, como en la escritura, es ir de izquierda a derecha, por tanto, nos indica que va a suceder algo inusual.
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Vemos detrás de los matorrales: es un plano subjetivo que nos indica que miramos con los ojos del personaje.
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La noche con su oscuridad es algo inquietante y negativo, pero lleva dentro de sí la esperanza del amanecer. La secuencia es nocturna, también una metáfora, que quedará clara al final del arranque.
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Primer plano con los icónicos dedos del extraterrestre apartando las hojas de los árboles para que veamos la nave espacial. Si, como dice Julián Marías, “el cine es un dedo que señala”, aquí no cabe ninguna duda: es una invitación a ver su casa, su intimidad, una llamada a la amistad, a que la veamos juntos.
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¿Cómo es la nave espacial? Como nos sugería el travelling de derecha a izquierda, se trata de una nave muy distinta de las habituales, que suelen estar llenas de pantallas de ordenador, botones, mandos y artefactos de todo tipo. Por el contrario, aquí encontramos elementos biológicos, orgánicos. Como si se tratara de un laboratorio de botánica.
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Cuatro planos: dos insertos con un primer plano de un conejo y otros dos planos detalle de unos ya conocidos dedos cogiendo una planta con esmerada delicadeza.
Sabemos que los conejos escapan rápidamente, pero aquí el conejo no tiene miedo. Lo cual nos indica que estos visitantes son inofensivos. Y ya podemos deducir, en apenas tres minutos, que estos alienígenas no vienen a nuestro planeta para sembrar la destrucción. Están recogiendo en un bosque muestras de la vegetación, especies de plantas, como si de un grupo de botánicos extraterrestres se tratase.
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En la noche encontramos cuatro planos picados y contrapicados del bosque con árboles gigantescos y el “visitante” empequeñecido. Todo ello transmite desorientación, soledad e inquietud. El graznido de unos pájaros presagia el mal agüero. Los planos de la ciudad nos indican el origen de la amenaza.
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Los humanos aparecen y entran violentamente en el bosque; todo lo contrario a la delicadeza de los alienígenas. Vemos primeros planos de coches, con planos agresivos y puntiagudos que penetran en el bosque (simulando el lenguaje del comic). El coche contamina: vemos un tubo de escape echando humo. Pisotean sin piedad las plantas, etc. Se nos muestran los llaveros de uno de los agentes. Será un elemento de identificación posterior (anagnórisis). Son filmados de manera fraccionada, que es una manera, en el lenguaje del cine, de presentar a los personajes turbios o de dudosa moralidad. En la película, a los adultos casi nunca se les ve el rostro, los planos están tomados de cintura para abajo (excepto la madre y un científico), como si la cámara fuera un niño. Toda la película es una mirada infantil.
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Con la aparición de los humanos, los extraterrestres huyen en su nave espacial, dejando atrás a uno de los suyos. Se queda abandonado, sin hogar, perdido en la noche. La noche es la metáfora de la situación en la que se queda la criatura que todavía no conocemos. Spielberg, buscando cierta expectación, nos oculta la figura de E.T. Recurso que utilizará también en La lista de Schlinder.
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Plano de situación (es como un adverbio de lugar y tiempo): una casa en los suburbios de la ciudad. Indica el comienzo de una nueva secuencia. Allí vive un niño llamado Elliott y allí irá el extraterrestre abandonado. Entre ambos surgirá una fuerte amistad. Los dos tienen en común, además de la coincidencia de letras en sus nombres (E.T. es la primera y última letra del nombre de Elliott), su situación existencial: los dos están solos y “abandonados”. Los padres de Elliott están recientemente divorciados. Los dos sufren, en cierta manera, la falta de hogar.
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¿Cuál es el regalo que venía del cielo? Un amigo: la amistad es lo que mejor puede paliar la soledad. La noche trae consigo un amanecer.
Nota: La película tiene mucho de autobiográfica. Después del divorcio de sus padres, Spielberg, llenó el vacío con un compañero extraterrestre imaginario. Él mismo declaró que “E.T. fue un amigo que podría ser el hermano que nunca tuve y un padre que yo no sentí tener” (…). “Dentro de esa existencia en solitario llega un regalo de las estrellas, el mejor amigo que pudiera uno imaginar. Por supuesto, esto es algo que nunca me sucedió a mí, pero es una parte de mis fantasías. Cuando yo tenía 9 años deseaba tener un amigo que viniese de las estrellas y creciera conmigo. Y pienso que, en definitiva, de ese deseo surgió la idea de hacer E.T.”.
V.P.M., 4 mayo 2020