El adulterio como causa de separación en Página en blanco (Stanley Donen, 1960)
La posibilidad de separación en el matrimonio, prevista tanto en el derecho canónico como en el derecho civil, se puede definir como la suspensión de los derechos y deberes conyugales, es decir, la ruptura de la comunidad de vida, de la convivencia, pero permaneciendo el vínculo conyugal. En el derecho a la separación persiste el matrimonio “para siempre”.
La legislación canónica cita entre las causas justas de separación, el adulterio, el grave detrimento corporal o espiritual del cónyuge o los hijos, y el abandono malicioso. Por adulterio se entiende toda relación sexual entre persona casada y otra ajena al matrimonio. Es indiferente que sea cometido por el varón o la mujer, y tiene lugar tanto si el cómplice es casado o soltero.
Aclara el Catecismo de la Iglesia Católica que el adulterio es una injusticia, y quien lo comete, al violar la promesa dada y quebrantar los derechos del otro, pierde a su vez todos sus derechos conyugales. En este mismo sentido se expresa el Código de 1983, cuando señala que el adulterio es un grave atentado contra la fidelidad conyugal y faculta al cónyuge inocente a separarse para siempre.
La Rota Romana establece los siguientes presupuestos:
- Consumado: actos necesarios para la generación de la prole (es decir cópula, aunque sin necesidad de que se tengan hijos). Se define el adulterio como ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge. Es decir, no se está refiriendo a otros actos lujuriosos, ni tampoco al deseo.
Entiendo que se excluya el deseo por la dificultad de prueba, pero no tanto el que excluya otros actos lujuriosos: nadie puede negar la evidente ofensa que, con ellos, se produce al otro cónyuge. Además, la jurisprudencia y la doctrina canónica equiparan el adulterio con las relaciones eróticas con personas del mismo sexo o con seres irracionales (bestialidad).
- Culpable: algo que queda dentro del campo de la intención. Es decir, uno sabe que lo está cometiendo. Si se desconoce la permanencia de este vínculo (por ejemplo, cree que ha muerto el cónyuge anterior), o bien se comete coaccionado, no existiría propiamente adulterio.
- Certeza moral: dado que la prueba directa es muy difícil de conseguir, operan las presunciones (como quedar embarazada en ausencia del marido).
Por lo que no tendría derecho a separarse por causa de adulterio el cónyuge que:
a) Preste su asentimiento: porque se entiende que, de alguna forma, está participando en el mismo y, por tanto, no puede ya sentirse injuriado.
b) La provocación del adulterio: no puede pedir la separación por adulterio el cónyuge que hubiera sido causa del mismo, por ejemplo, prostituyendo a la esposa.
c) El perdón de la parte ofendida. La Iglesia aplaude la conducta generosa del cónyuge que perdona, pero no la puede exigir.
d) Tampoco procede la separación si los dos cónyuges son culpables del mismo delito.
La película elegida para tratar este tema, es una comedia británica romántica con un reparto de lujo. Victor (Cary Grant) y Hillary (Deborah Kerr) son un acomodado y aparentemente feliz matrimonio de la aristocracia inglesa, con dos hijos. Su situación económica es un tanto precaria, por lo que deciden convertir su castillo, en medio de la campiña inglesa, en centro de atracción turística.
Entre los visitantes se encuentra Charles Delacro (Robert Mitchum), un millonario americano, divorciado, magnate del petróleo, quien después de una visita guiada, se cuela en las habitaciones privadas donde la familia hace su vida. Ve a la dueña de la casa e inmediatamente se siente atraído por ella. No duda en seducirla (el hecho de que ella este casada y sea su anfitriona no le disuade lo suficiente) y el hecho es que Lady Hillary también se enamora de él. Se comprende mejor este amor a primera vista si pensamos que ella es una mujer al borde de los cuarenta, a quien le gusta sentirse deseada, tras haber pasado varios años de rutina familiar dedicados a sembrar champiñones como segundo negocio de la familia. A partir de ahí, se desarrolla una situación a cuatro bandas, porque aparece otra aristócrata, Hattie Durant (Jean Simmons), un antiguo amor del marido que, al enterarse de lo ocurrido, corre al castillo dispuesta a volver a conquistarlo, pensando que lo encontrará con la guardia baja.
Todo ocurre deprisa, en cuatro escasos días. Asistimos al primer encuentro de los amantes, y a la consumación del adulterio, contado por medio de una elipsis, una puerta cerrándose. Victor, el marido, de modales muy british, no muestra los tremendos celos que siente, pero está decidido a perdonar a su esposa y recuperar el amor de su vida, con duelo incluido a pistola si fuera necesario. Él es consciente, y así se lo hace saber, que ella prometió serle fiel y, si bien ha infringido esa promesa, él no responderá infringiendo a su vez sus obligaciones de amarla, cuidarla y respetarla, eso sí, si no es propensa a la infidelidad.
Al final, Hillary se da cuenta de lo que su marido es capaz de hacer por ella y reconoce que, por su parte, tampoco ha dejado de amarlo, y de que cuando un hombre y una mujer se aman de verdad, si uno está dispuesto a perdonar al cónyuge arrepentido, es posible recomenzar.
Clemente Huguet Abío