APOCALIPSIS NOW. Francis Ford Coppola, 1979 y 20012022-02-07T16:21:21+01:00
  1. Es llamativa la primera imagen de la película: unos, seguramente intencionados, once segundos con la pantalla en negro y en absoluto silencio, ¿qué sentido puede tener? El color negro hace referencia al no, a la negación, a la oposición, al rechazo, al sinsentido, en este caso, de la guerra de Vietnam. La película va a ser una reflexión sobre la maldad y locura de la guerra.
  1. Plano general de un minuto de duración en el que se nos presenta una jungla de frondosas y legendarias palmeras de color verde que suscitan quietud, calma, tranquilidad, exuberancia paradisíaca. Es de día. Esa ancestral tranquilidad es ininterrumpida por un helicóptero cruzando el encuadre a cámara lenta dejando un humo amarillento sucio que inunda lentamente la parte inferior del encuadre, enturbiando la selva. Después, cuatro explosiones mostradas sólo de manera visual y sin sonido incendian la selva tornando la imagen en color naranja. Es de noche. Al mismo tiempo, sobre la selva, comienza un movimiento de cámara en panorámica hacia la derecha con el encuadre lleno de humo en donde se ve como van pasando (arrasando) las llamas naranjas y el helicóptero.

La banda sonora también es sugerente: unos sonidos reiterativos, no del todo reconocibles porque se nos muestran ralentizados, nos recuerdan con facilidad los de un helicóptero.

Mientras el humo se extiende, entra suavemente la música de guitarra de The Doors. El estallido de las bombas en la jungla coincide con la voz del cantante Jim Morrison anunciando:

“Éste es el fin, mi hermosa amiga”:
Este es el fin, mi hermosa amiga. Este es el fin, mi único amigo.
El fin de nuestros elaborados planes, el fin de todo lo que permanece,
el fin sin seguridad ni sorpresa, el fin.
Nunca más miraré en tus ojos otra vez.

¿Qué nos están sugiriendo las imágenes de este plano? Es la crónica de una destrucción. Se está sugiriendo la aniquilación, la devastación que provoca una guerra. Un paraíso primitivo, una selva virgen deja de ser virgen y queda alterada la visión idílica de la naturaleza. ¿Cómo? Utilizando como símbolos de destrucción: bombas y máquinas de guerra. El desplazamiento de la cámara comienza con los estallidos de las bombas de napalm y el movimiento del helicóptero cruza la pantalla como un monstruoso insecto de metal. El verde relajante, estático y antiquísimo, se rompe y se convierte en naranja napalm debido a las explosiones irracionales de las bombas arrojadas por el helicóptero.

  1. Un fundido nos introduce un rostro presentado de manera invertida, en escorzo y en un picado casi cenital. Enseguida sabremos que se trata del capitán Willard que está en un “hotel de Saigón” “esperando una misión”.

El paisaje ardiente y el helicóptero se mueven a cámara lenta fundiéndose y sobreponiéndose al rostro, simulando recuerdos y pensamientos, que son miedos, futuros. En la mitad izquierda del encuadre mirando a uno y otro lado Willard mueve los ojos a velocidad real.

Las aspas del ventilador de la habitación riman con las del helicóptero y son objeto de su mirada. El ventilador va a marcar, en toda la secuencia, el tránsito o la distinción entre el sueño (el pasado o el futuro) y la realidad (el presente).

Esta superposición de imágenes, fundidos encadenados, nos dicen que el capitán Willard está pensando en los horrores de la guerra. Guerra que ha hecho mella en él porque no ha sido un simple espectador, sino que fue parte activa en la misma y a ella permanece unido con sus recuerdos y pesadillas. También miedo por lo que puede suponer la nueva misión que le espera.

Willard abre los ojos y así esa mirada nos sugiere que está atrapado por ese pasado. Esas catástrofes vividas destruyen la jungla, pero también lo destruyen a él, provocándole esa soledad, angustia y abatimiento en la que se encuentra. Este peso del pasado sobre el presente está magistralmente representado en ese plano con su rostro encuadrado de manera invertida, en escorzo y en un picado casi cenital. La guerra le ha puesto la vida “al revés”.

La música y la voz del cantante dirigen el montaje.

  1. Entre dos caladas al cigarro se da paso a una nueva visión. Se inicia una panorámica inversa a la anterior. El cambio de dirección de la cámara es significativo: el primer recorrido de la cámara hace referencia a las vivencias del pasado, la visión del segundo recorrido se refiere a los temores del futuro. Una llamarada incendia el rostro de Willard cuando mira hacia la derecha del encuadre y aparece una estatua de lo que parece un buda ciego: son imágenes que veremos al final de la película. Por esto sabemos que está “pensando” en el futuro. Entre ambas caladas, con la selva en llamas, hemos tenido una breve visión del futuro, que es también la destrucción de su propio interior. Es de noche, antes era de día. La guerra es un viaje a la oscuridad.

La canción sigue dirigiendo el ritmo… unos redobles de batería y la guitarra.

  1. A continuación, un movimiento de cámara en plano picado, girando sobre Willard. El ventilador del techo en contrapicado, sigue girando, y responde a su mirada física (de la persona Willard). El tiempo real, presente. El ventilador desaparece barrido por un helicóptero. Las imágenes de la jungla ardiendo responden a su mirada mental (del soldado Willard). El sueño. La cámara continúa girando sobre él como inmerso en un viaje circular sin principio ni fin, “perdido en los páramos del dolor”, como dice el cantante.
  2. Ahora un travelling, seguido por otro helicóptero, sobre los objetos personales de Willard en la mesilla de noche. Destacan la foto de su mujer y una carta, que son sobrepuestos con un fundido de las llamas. Una escueta metonimia (foto, carta, llamas) que nos muestra cómo la guerra ha destruido su vida y le llevó a la soledad presente.

El travelling termina sobre su rostro dormido pero, en medio, entre su cara y su mano apoyada en la almohada, el espacio blanco de las sábanas sirve de pantalla dentro de la pantalla para fijar la jungla llameando.

Por medio de este travelling y el encadenado se plasman dos escalas: la del paisaje marca la destrucción de la guerra y la de los detalles personales marca los restos del hombre. Las llamas “arrasan” simbólicamente sus objetos personales.

  1. La jungla desaparece y sigue otro travelling similar al anterior en velocidad, escala y dirección, pero ahora sobre objetos de la vida actual de Willard, vistos con absoluta nitidez: un paquete de tabaco, una cucharilla, vaso de whisky (metonimias de las drogodependencias: tabaco, droga, alcohol) y una pistola (el soldado). Si el anterior travelling resumía su pasado, éste resume su presente existencial y militar.

El rostro invertido de Willard vuelve a aparecer, su mirada enlaza con el ventilador y su batir sigue recordando al del helicóptero. Pero esta insistencia nos parece indicar que el ventilador girando es también una metáfora de la obsesión.

  1. Willard abre los ojos compartiendo cuadro con la pantalla negra, vacía ya de su pesadilla. El contraplano siguiente es una panorámica descendente que continua con un travelling subjetivo de acercamiento hacia la ventana. El sonido cobra naturaleza real con los ruidos del exterior, incluyendo un helicóptero, ahora sí reconocible.

A los cuatro minutos de película escuchamos las primeras palabras: “Saigón… mierda… aún sigo solo en Saigón” . Si el cine es el lenguaje de las imágenes en movimiento, acabamos de asistir a una lección magistral: la gran cantidad de información que el cineasta nos ha transmitido sin emplear ni una sola palabra.

  1. Se despierta y la realidad se impone otra vez dolorosa. Vemos a Wilard bebiendo. Se alternan primeros planos picados y contrapicados suyos, de la habitación y de sus objetos personales que hemos visto anteriormente. Sus pensamientos, que escuchamos con voz en off, nos resumen y nos confirman todo lo que hemos visto en las imágenes anteriores: su desmoralización, su desarraigo, su estado anímico…”llevo aquí una semana esperando una misión. Estoy desmoralizado”.

Un primer plano al que se va superponiendo el ventilador en un largo fundido. Nos vuelve a llevar a sus obsesiones y aparece de nuevo el soldado y la guerra.

Aparece otra imagen inquietante y muy elaborada: un descentrado plano general picado en el que está agazapado como uno de sus silenciosos enemigos vietnamitas (no aparecen visibles en toda la película, siempre amenazan desde el interior de la selva).

  1. Willard en cuclillas (como un soldado imitando a un Vietcong) se funde con otro Willard luchando contra sí mismo delante del espejo a la izquierda, al otro lado de la cama: Willard-persona y Willard-soldado. Durante un instante, Willard-persona y Willard-soldado, comparten el plano. Los dos iluminados por las lámparas de la mesilla de noche que tratan de fijarlos como un ser escindido en dos. A continuación se enfocan las dos caras de esa doble personalidad: un primer plano contrapicado de Willard-persona que “sufre” la sobreimpresión de Willard-soldado maquillado (como se verá al final de la película) coincidiendo los ojos de los dos. Sigue un inserto en plano detalle de su ojo alucinado con los reflejos naranja de las llamas que se funden o encadenan con su mirada ardiendo y llevan a Willard hasta la habitación del hotel en Saigón, como si surgiera de su propio infierno. Nos vuelve a aparecer el Willard-persona luchando (con esa violencia gestual) contra Willard-soldado. Dos personalidades que le resultan insoportables e incompatibles. La voz del cantante, grita: fuck, fuck, fuck, fuck,…

Willard-soldado avanza hacia la cámara desde el interior de Willard-persona, compartiendo espacio con el ventilador, que continúa girando como una obsesión. Se ve a sí mismo reflejado en el espejo y no se reconoce o no se acepta y le da un puñetazo y lo rompe en pedazos. Quiere matar al soldado que ha visto y al que ha intuido que será. Sangra y llora realmente, no en sueños. Por eso, ahora, el recurso fílmico es diferente: desaparecen los elaborados fundidos encadenados y se muestran de manera elíptica la sangre y los cortes, así se nos ahorra la insoportable visión de una persona en proceso de autodestrucción, un hombre acabado por lo que hizo y por lo que sabe o intuye que va a hacer en su próxima misión.

Un fundido a negro sugiere un descanso. Descanso, que rima con un amenazador plano picado del “descanso en las escaleras” de unos hombres que le vienen a ordenar la temida misión.

Toda esta información en siete minutos. El arranque es el resumen de toda la película. ¡Magistral!

V.P.M.

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