EL PADRINO: el arranque (Francis Ford Coppola, 1972)
Son casi seis minutos. 12 planos.
- La película arranca con la pantalla en negro, de la que sale una voz sin rostro que dice: Creo en América. A continuación, dirigiéndose a la cámara, un primer plano del personaje que acaba de confesar creer en América y que va a seguir “confesando” la historia de una brutal agresión sexual sufrida por su hija. Las primeras palabras de la película surgen de la pantalla en negro, de un espacio indeterminado más allá de la historia. Parecen pronunciadas por un metanarrador (narrador omnisciente) que es alguien que “cree en América”. Creer en América es como un principio absoluto, un dogma de fe. Este metanarrador cede la palabra a Bonasera que cuenta la historia de su hija.
- Un lento movimiento de cámara hacia atrás (zoom) nos deja ver en el encuadre un fragmento de la figura del receptor de esa confesión, que aparece de espaldas escuchando con la mano apoyada en el rostro, en una pose que sugiere un sacerdote que escucha reflexivo una confesión. Bonasera, el dueño una funeraria, se confiesa ante Vito Corleone. El movimiento de cámara con zoom de alejamiento del rostro de Bonasera es un recurso estético muy sugerente:
- La cámara se va alejando del rostro de Bonasera a medida que cuenta su historia personal que es, a la vez, el derrumbamiento de su sueño americano. Este recurso hace que el espectador se centre en la petición de venganza o de ayuda; que es, en definitiva, lo que va a justificar las actividades de la Mafia.
- Un posterior primer plano de Marlon Brando sirve para que la figura del confesor ocupe por completo la atención del espectador. La imagen toma el relevo a la palabra.
- Bonasera, no sólo se confiesa a don Corleone, sino que también se “confiesa” ante el espectador porque se dirige a la cámara. Con este recurso fílmico, Coppola hace que espectador y personaje se confundan, que ocupemos el lugar del protagonista y nos mimeticemos con él. Nos hemos convertido así, en un breve tiempo, en el padrino, nos ponemos de su parte, simpatizamos con él y, por extensión, con la mafia. Este lazo entre el espectador y Vito Corleone permanecerá durante el resto de la película. (De esta manera, el director evita posibles disgustos con la mafia).
- ¿De qué se confiesa Bonasera? “Creo en América”. Estas palabras expresan la posición de superioridad que Bonasera otorga a la cultura y costumbres americanas respecto a la italiana, de la que había renegado. Como prueba: ha educado a su hija como una norteamericana, ha olvidado las demostraciones de cortesía debidas a su “padrino” y ha despreciado su capacidad para impartir justicia. Pero su hija ha sido deshonrada y violentamente agredida hasta la desfiguración de su cara. Y resulta que en Norteamérica no se castigan con rigor estos delitos contra el honor. Por eso ahora se arrepiente de haber creído en América. Esta es su culpa. No confiesa tanto la deshonra sufrida por su hija como “el pecado” de haber creído en los valores de una sociedad extraña, de haber olvidado sus raíces sicilianas y de haberse convertido en un perfecto norteamericano.
- Las primeras palabras que pronuncia Don Vito Corleone no son casuales. Increpa a Bonasera diciéndole: ¿Por qué acudiste a la policía y no viniste a mí primero? Se presenta así como el personaje encargado de velar por esos valores ancestrales que se encuentran en la base de la sociedad italoamericana y que la justicia norteamericana ha olvidado. Además, es presentado como un hombre honorable, tranquilo, acariciando un gato. A lo largo de la película se utilizarán distintos recursos para describir a don Corleone como un buen hombre.
- El arranque de la película, con la confesión de Bonasera, es de una gran importancia, es el núcleo alrededor del cual se van a vertebran las tres películas de El Padrino, la existencia de “dos Américas”: la anglosajona y la italoamericana. Cada una con su ideología, moral, justicia, mentalidad, costumbres, formas de vida, lengua, etc. que se presenta incompatible con la otra, de ahí la existencia de la Mafia italiana en Estados Unidos. En el arranque aparecen ya algunos rasgos de ella: secretismo (confesión, le dice al oído su petición, habitación oscura,…), estructura jerárquico-feudal (besamanos).
La película nos habla de una América como tierra prometida que ofrece dinero y oportunidades de enriquecerse, pero no entiende los valores morales de estos inmigrantes italianos. Por eso se crea una sociedad paralela, con sus propias reglas y su propia justicia (reflejo de la siciliana). Ambas tienen las manos teñidas de sangre para proteger sus intereses y su poder, La diferencia entre ellas radica en que la corrupción mafiosa es vista como natural e inevitable y la de la sociedad norteamericana es más sutil y se mueve, más bien, en el ámbito de lo invisible.
- Una consideración sobre la banda sonora: la secuencia-arranque con la “confesión” de Bonasera consta exclusivamente de palabras, sugiriendo la importancia de la palabra dada en el mundo mafioso. Y sólo dos delicados apuntes musicales:
- En el momento en que el padrino dice “cuando uno de mis amigos se crea enemigos yo los convierto en mis enemigos y a ese le temen”, surge un “tic-tac” que sugiere a la vez el sonido de un reloj y el latido de un corazón: empieza la “apasionante” “cuenta atrás” al sí de la venganza.
- “Acepta mi ayuda en recuerdo de la boda de mi hija” se dice con subrayado musical que recuerda los sonidos de los instrumentos cuando están siendo afinados.
- Ya hemos dicho que Coppola hace que nos pongamos de parte de los mafiosos” asistiendo a su lado en la narración de los acontecimientos y haciéndonos ocupar el lugar de la cámara y, en ocasiones, su mirada (la confesión de Bonasera es un ejemplo magistral de identificación). Nos convertimos así en uno más de la familia Corleone y, como miembros de tal Familia, somos invitados a la boda, a la que entramos en la siguiente secuencia y a la que dedicaremos otro comentario.
V.P.M., 7 junio 2020